La confusión mental, irritabilidad, agresión,
cambios de humor, trastornos de lenguaje, pérdida de la memoria y una
predisposición a aislarse, son algunos de los síntomas que la ciencia médica ha
dado en denominar la enfermedad de Alzheimer, la cual se manifiesta con un deterioro cognitivo y trastornos
conductuales.
Y todos estos síntomas presenta el cuerpo del
llamado chavismo, y así lo hemos venido observando desde hace 15 años, y según
los especialistas médicos el promedio general de vida para quienes la padecen,
después del diagnóstico es de 14 años, lo que nos permite comprender la razón
por la cual hemos sido víctimas de todos los desmanes, tropelías, abusos,
escándalos y un sin fin de atrocidades cometidas por quienes detentan el poder,
cuya gravedad –según la ciencia médica - comienza a deteriorarse día a día, sin
la menor esperanza de una franca recuperación, lo cual genera su lenta agonía.
El Alzheimer que afectó al chavismo, hizo
posible que olvidaran los capítulos más grandes que recoge la historia, como el
derribamiento del muro de Berlín en la medianoche del 9 de noviembre de 1989.
Este acontecimiento no ocurrió espontáneamente, por el contrario tiene sus
antecedentes en innumerables hechos de la vida cotidiana alemana, así como de
la política internacional, y las constantes demandas de cambios democráticos a
los que el gobierno ya no podía prestar oídos sordos; manifestaciones masivas y
pacíficas en ciudades como Berlín del este, Leipzig, Dresden y Halle, en las
que miles de alemanes alzaron su voz para exigir la dimisión de todo el
gabinete y la celebración de elecciones libres y reformas, entre otras.
El Alzheimer que padecen los chavistas, les
hizo olvidar el fin de la Unión Soviética, producto del proceso de reformas
iniciado en 1985 que precipitó una dinámica y
terminó llevándose por delante la propia existencia del estado fundado
por Lenín, y que en medio de una profunda crisis económica, con una población
gracias a la Glasnost (transparencia), cada vez más consciente de la realidad
que había caracterizado la existencia de la llamada URSS, el nacionalismo actuó
como factor incontenible de disgregación del estado soviético. Posteriormente
el movimiento centrífugo se inició en las repúblicas bálticas, que durante el
otoño de 1989 dejaron claro su intención de romper los lazos con un estado al
que se habían unido tras el pacto Molotov-Von Ribbentrop en 1939 y no por
voluntad propia.
El Alzheimer de los chavistas les hizo
olvidar que existen varios tipos de socialismo, desde el utópico, pasando por
el socialismo marxista hasta llegar a su primo hermano, el nacionalsocialismo
nazi-alemán, cuyas tendencia son comunes aún cuando sus integrantes pasaron
tanto tiempo tratando de diferenciarse entre si. Pero si hay algo fundamental
que los identifica, y no es otra cosa que la desconfianza o desprecio por la
autonomía del individuo y la insistencia en politizar y planificar centralmente
las actividades de una sociedad, lo que debe ser entendido por socialismo o
socialización.
El Alzheimer de los chavistas les hizo
olvidar, que el ser humano es dueño de su propio cuerpo y por añadidura de los
frutos obtenidos mediante su uso, y que bajo esta premisa los liberales del
siglo XIX formularon la gran verdad universal de que “somos dueños de nuestra
vida y nuestra propiedad”, ya que nuestra supervivencia como seres humanos es
inseparable de nuestras necesidades materiales y que nuestros derechos terminan
donde empiezan los de otros, principios que la Historia confirma y que son
evidentes en la actualidad, consagradas en forma de gobierno competitivas y
limitado por una Constitución, que asegura la convivencia social pacífica y la
prosperidad relativa a los avances del tiempo. Y nada de estos es posible, si
existe una planificación central de la economía y otras áreas de la vida social
de una nación. En otras palabras, el socialismo es por definición, un modelo
que actúa por encima de los derechos inalienables de los individuos, lo que
equivale indudablemente a una violación de los mismos. Olvidaron que la
cooperación social voluntaria y beneficiosa, no requiere de la imposición
política de una mayoría, un dictador o un partido único.
El Alzheimer de los chavistas no les permite recordar que el socialismo es
lo contrario a la comunidad en su concepto pacífico y voluntario, por cuanto la
imposición de un gobierno es la señal del fracaso de quienes no lograron
liderar voluntariamente un tema o proyecto social. Olvidan sencillamente que la
persona es un ser humano y politizar esas nobles intenciones provoca el efecto
contrario: autoritarismo y subdesarollo, razones por las cuales el socialismo
fracasa. Venezuela está pagando las consecuencias de lo anteriormente indicado.
El Alzheimer de los chavistas no les permite
recordar por ejemplo que el libro escrito por Jean-Jacques Rousseaun “El
Contrato Social”, ensayo sobre filosofía política se refiere particularmente de
la libertad e igualdad de los hombres. Se dice que esta obra incitó a realizar
la revolución francesa por sus ideas políticas, que permitió crear las leyes de
los tribunales, con el fin de acordar un entendimiento y salvar las diferencias
de los seres humanos para vivir en prosperidad y convivencia pacífica, lo cual
no es posible cuando un Estado controla la economía y otras áreas de lo social,
y ello evidencia la violación de los derechos inalienables de los seres
humanos.
El Alzhemir que padecen los chavistas les
hizo olvidar que Thomas Schelling, premio Nobel 2005, refiere que los motivos
del fracaso constante y permanente de la intromisión del gobierno en materia
económica, lejos de superar la crisis la agrava, por cuanto burocratiza los
recursos que deberían ser orientados a otras necesidades más vitales para el
desarrollo económico y el del bienestar común de los individuos, destruyendo
las necesidades reales, principalmente por falta de incentivo individual.
Olvidan que el no incentivo a crear y acumular riqueza del individuo que es lo
que necesita una economía, el tener ciudadanos que prosperen, que incrementen
sus recursos y ayuden a facilitar a otros los medios para generar ingresos, es
lo que derrota cualquier intención del socialismo, sea este del siglo XX o del
siglo XXI.
Por último, olvidan que el socialismo no
funciona porque es incompatible con los principios fundamentales de la conducta
humana. Su fracaso en todo el mundo obedece a una razón esencial, y es que el
socialismo ignora los incentivos. De allí los evidentes fracasos en Cuba,
Europa del Este y China.
Concluyo
haciendo una necesaria reflexión sobre el tema: ¿Por qué los haitianos exponen
sus vidas para viajar por el inmenso océano atlántico, casi 500 millas hasta el
llamado “imperio capitalista”, cuando se encuentran sólo a 50 millas del
“paraíso del socialismo cubano”?
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas
(CNP-122)
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
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