Más
que por sinceridad, en un acto de enorme torpeza el Ministro de Educación,
Héctor Rodríguez, reconoció esta semana algo que para nadie es secreto en
Venezuela: El uso de la pobreza como mecanismo de control social. La vergonzosa
frase “No sacaremos a la gente de la pobreza para que se vuelvan escuálidos”
nos da respuestas sobre el modelo económico y educativo asumido por la llamada
“revolución”. Nos confirma que de las pocas fábricas que se mantienen abiertas
en Venezuela la más exitosa ha sido la fábrica de pobres.
Venezuela
en los últimos 15 años ha tenido los mayores ingresos petroleros de su
historia. Las cifras de organismos internacionales nos hablan de una reducción
de la pobreza, pero las propias palabras del ministro Rodríguez desmienten el
relato oficial. Los pobres hoy siguen siendo pobres, pero con un agravante: son
más dependientes del Estado. Aunque la dependencia los hace mucho más
vulnerables, los mantiene fieles al modelo político del gobierno y ese es
precisamente el objetivo buscado.
Para
los pobres el llamado socialismo del siglo XXI no representa teorías marxistas,
amenaza a la propiedad privada o fracaso económico. Para la inmensa mayoría de
los sectores populares el socialismo es la beca mensual, el subsidio a los
alimentos y misiones sociales. Políticas sociales que saludaríamos si fueran
transitorias, pero en nuestro país se hicieron permanentes tejiendo una red
clientelar y rentista que no busca sacar a la gente de la miseria, sino
hundirlas más en la dependencia.
El
socialismo no quiere a la gente de pie trabajando, la quiere arrodillada de
mano extendida frente al Estado. Así es como juegan con el hambre de los más
pobres. Si no hay lealtad le golpean el estomago al ciudadano, si no hay
disciplina los amenazan con quitarle los beneficios sociales. Una persona
humilde no ha salido de la pobreza cuando dejarla sin la ayuda del Estado es
colocarla en una situación mucho peor. Es este el miedo que explica parte del
éxito electoral del gobierno, sin contar que muchos han normalizado el chantaje
y se han acostumbrado a que el Estado los humille.
La
razón a este tipo de conductas es que durante años muchos fueron
invisibilizados y hoy pese a toda la perversión que implica este sistema, se
sienten incluidos. Quizás si un opositor les hubiese dicho el verdadero
objetivo del modelo socialista no lo creen, pero que se los diga un ministro es
otra voz. Por eso gracias por abrirle los ojos a mucha gente ministro Héctor
Rodríguez.
Ya
entendemos como siendo altos panas de Lula, jamás se preocuparon por copiar la
formula que llevó a que más de 30 millones de personas salieran de la pobreza
en Brasil. Y no hablamos aquí de personas que recibieron una beca y con eso
dicen que ya no es pobre, hablamos de millones de personas que pasaron a la
clase media. Emprendedores que montaron sus propios negocios y que generaron
empleos estables.
Solo promoviendo fuentes de trabajo estables y
bien remuneradas es posible generar progreso y desarrollo. Pero eso implica que
tengamos ciudadanos independientes, que no estén aterrorizados por la
persecución del Estado, que no tengan que ponerse una franela roja, que no sean
arreados de elección a elección a votar por el partido oficial. Eso es libertad
y el socialismo esclavitud, eso es tener libre albedrio y el socialismo te
secuestra la mentalidad. Eso es movilidad social y en el socialismo los pobres
son más pobres y los poderosos cada vez más ricos. De nuevo gracias ministro.
Brian
Fincheltub
@brianfincheltub
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