sábado, 1 de marzo de 2014

ADOLFO R. TAYLHARDAT, ¡DIÁLOGO¡ ¡DIÁLOGO¡ ¡DIAL…¡


DIALOGO CON EL ESPEJO ¡NO!
Los gobiernos extranjeros, las ONG,s y algunos compatriotas exigen que se entable un diálogo con el ilegítimo. En mi artículo de la semana pasada dije que en Venezuela no es posible dialogar con el régimen. No fue posible durante la tiranía del fenecido führer criollo, y mucho menos lo será bajo la dictadura de su heredero quien pretende  ser más severo que su difunto  papá.  En agosto del 2002  publiqué un artículo titulado “¿Cuál diálogo?” en el cual expuse mis dudas de que pudiera haber un diálogo entre gobierno y oposición como seguimiento de los resultado de las reuniones sostenidas entonces por la  Coordinadora y el gobierno.
Mis dudas de aquel entonces son hoy día todavía mayores.  No soy opuesto al diálogo como tal.  Es un recurso valioso que debe ser utilizado cuando hay posiciones enfrentadas. Se dice que Venezuela está polarizada. En mi opinión no existe tal polarización. Lo que hay es una escisión de la población creada artificialmente por la inducción de odio en un sector de la ciudadanía, obra del difunto gobernante quien, siguiendo las enseñanzas de Maquiavelo y los consejos de su papá Fidel, necesitaba dividir el país para poder gobernar. Esa política de cultivar odio sigue siendo una prioridad del heredero ilegítimo. Esa confrontación artificialmente creada en  un país donde todos los venezolanos vivíamos en paz y armonía es lo que hace necesario intentar un diálogo conciliatorio.
Para que se pueda entablar ese diálogo se deben cumplir una serie de requisitos previos que no son condiciones sino las formalidades que deben regir la instauración del diálogo. De ningún modo prejuzgan influyen sobre su contenido y mucho menos sobre su resultado.
En un artículo titulado “Yo dialogo, tú no dialogas; soy demócrata, tú o lo eres”, el Doctor Germán Carrera Damas enunció algunos de esos requisitos los cuales resumo a continuación seguidos de mis comentarios:
•        “La identificación de los dialogantes”.
Los participantes en el diálogo  tienen que ser, del lado del gobierno, el ilegítimo en persona y, del lado de la oposición, un representante de la sociedad en su totalidad, ungido de plenos poderes, teniendo como único marco de acción la Constitución Nacional.

•        “La igualdad de los dialogantes”.
Este es un requisito esencial. Implica que a los fines del diálogo el ilegítimo se despoje de su poder como jefe de Estado para que su autoridad no influya sobre el desarrollo de la negociación.

•        “La identificación de las cuestiones sobre las cuales dialogar, lo que requiere una agenda establecida”

La agenda debe ser convenida previamente y las partes deben comprometerse a cumplirla estrictamente.

•        “La formulación de objetivos”.

Este requisito deriva directamente del anterior. El objetivo no puede ser otro que la restauración del respeto, la obediencia y la sumisión plena a la Constitución Nacional  en todos sus aspectos y en todos los ámbitos.

•        “El acuerdo sobre la necesidad o la urgencia de tomar medidas democráticamente concebidas y acordadas de manera transparente, y formuladas en términos precisos y accesibles al entendimiento común”.

Se trata de que las partes, y de manera particular el dialogante por el oficialismo, desplieguen toda su voluntad política  para llegar a un entendimiento recíprocamente y solemnemente aceptado.

A los requisitos propuestos por el Dr. Carrera Damas yo agregaría otros:

•        Si las partes lo convienen, puede estar presente un testigo mudo escogido de mutuo acuerdo que serviría como avalista del cumplimiento del resultado.

•        El diálogo debe llevarse a cabo en un terreno neutro, donde las partes se sientan libres de cualquier presión externa. En ningún caso puede ser Miraflores ni la sede  de una dependencia oficial.

•        Los interlocutores se abstendrán de hacer declaraciones a los medios. Si fuera necesario proporcionar información  al público la darán conjunta y personalmente los dialogantes. En ningún caso la información tendrá fines demagógicos

•        El ilegítimo se  abstendrá de lanzar sus habituales andanadas de improperios, agresiones verbales, amenazas  y el empleo de etiquetas de cualquier naturaleza contra la oposición.

Estoy seguro de que la oposición aceptaría estos requisitos. ¿Pero los aceptaría el ilegítimo?  La respuesta es obvia. Por eso sostengo que en Venezuela, lamentablemente, no puede haber diálogo. La soberbia, la intransigencia, la mentira, la fullería, la trampa, la rusticidad, características del ilegítimo prevalecen sobre el espíritu de conciliación necesario para dialogar.
No es que yo sea pesimista. Precisamente porque soy realista no creo en dialogo con el ilegítimo. A menos que me demuestren lo contrario

Adolfo Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat

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