Esta es una pregunta que suena atrevida en el
contexto de la celebración de un aniversario más de la asonada militar del 4 de
febrero del 1992. Sin embargo, me parece valioso insistir en esta línea de
argumentación
¿Qué queremos decir? ¿En
qué sentido estos dos personajes compartieron un mismo itinerario
histórico? No se asombre amigo lector.
Existe un viejo refrán que señala que los extremos se acercan. En este caso,
entonces, la pregunta a formular sería, ¿cuál extremo es ese, en donde
coinciden estos adversarios históricos? A ver.
En su segunda presidencia Carlos Andrés Pérez
intento modificar la estructura de poder y la economía del país. A tal efecto
se diseño un plan de la nación bajo el nombre de "El Gran Viraje". En
forma sucinta se intentaba modificar el modelo sustitutivo por uno de economía
de mercado y, de esta forma, acompañar las tendencias de la globalización y las
liberalizaciones de las economías mundiales, minimizando el tamaño e
intervención del estado dando prioridad a la actividad privada. Igualmente se
impulsó el proceso de descentralización del sistema político nacional, con las
elecciones de gobernadores y alcaldes por primera vez en la historia
democrática de Venezuela.
Estas iniciativas se llevaron a cabo desde una
perspectiva tecnocrática. No se intento generar una estrategia de contenido
popular que sustentara esta profunda transformación de la sociedad venezolana.
Se pretendió llevarla a cabo desde los aparatos administrativos del estado, sin
enfrentar con decisión a los viejos actores que ofrecían una resistencia
activa. Los resultados son conocidos. Se frustró este ensayo por modificar y
modernizar la sociedad venezolana.
En cierto sentido, el socialismo del siglo
XXI, es un Gran Viraje, pero, al revés.
El gobierno socialista del difunto presidente Chávez y el actual presidente
Maduro, han desmantelado la organización estatal heredada de la democracia. Se
han estatizado las empresas básicas y revertido los procesos de
descentralización iniciados a finales de la década de los ochenta.
El común
denominador con el gobierno de Carlos Andrés Pérez radica en que se intenta
llevar a cabo esta profunda transformación desde la administración de los
aparatos del estado. El socialismo del siglo XXI ha privilegiado una visión
instrumental de Estado; vale decir una agencia que puede ser conquistada y
ocupada por el partido mayoritario después de las elecciones y ser usada como
instrumento exclusivo de sus políticas.
Al igual que Carlos Andrés Pérez este socialismo del siglo XXI intenta
introducir modificaciones sustantivas a la sociedad desde el estado desplegando
una política de carácter asistencialista. Distintos fines, idénticos medios.
Démosle una vuelta a la tuerca y preguntemos
¿qué hacer, entonces?
Veamos. Estamos ante la posibilidad de fundar un nuevo
relato político y construir un nuevo sujeto popular cuya identidad sea
percibida como un alter ego de la oligarquía socialista que asumió el poder en
el país.
Hoy en día el tramado institucional del estado no está en capacidad de
procesar demandas sociales (vivienda,
seguridad, transporte, empleo, etc.) y, en consecuencia, el gobierno ha perdido
legitimidad y eficacia.
Este es el momento propicio para encadenar esta
diversidad de demandas no satisfechas y cristalizarlas en torno a determinados
símbolos populares que impliquen la negación del actual orden institucional.
Para lograr este objetivo se requiere de un relato, una oposición que se asuma
como alternativa de poder y enlace su oferta con los símbolos populares.
Para
ello sería necesaria la emergencia de un líder que canalice esta lucha y
dicotomice el espacio social y político del país. La pregunta brota a boca de
jarro, ¿existe este líder? Pronto lo sabremos.
nelson
acosta acostnelson@gmail.com
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