Como
ocurre con muchos jóvenes venezolanos, cada cierto tiempo me toca enfrentar un
gran dilema existencial: irme del país, y ponerme a salvo de todos los
problemas que nos afectan, especialmente el de la inseguridad; o quedarme y
luchar, hasta recuperar la democracia.
Ambas
alternativas son difíciles. Mis amigos que han decidido irse, me cuentan lo
duro que es abrirse camino en otro país, aún para profesionales universitarios.
Y quedarse no menos duro, porque en las actuales circunstancias resulta
imposible labrarse un futuro; casarse, tener hijos, adquirir carro y
apartamento, y hasta pagar los mínimos gastos de manutención familiar.
Periódicamente
me hago la misma pregunta, ¿me quedo o me voy? Y luego de mucho meditar,
siempre escojo por la misma opción: quedarme, pero no en la Venezuela de hoy,
que no ofrece oportunidades, sino en la Venezuela del mañana, la que tenemos
que construir todos juntos.
No
puedo garantizar el éxito de mi decisión. Si las cosas siguen como van, quizás
la destrucción del país será irreversible. Pero percibo vientos de cambio; no
por lo que ha hecho la oposición, que más bien nos ha traicionado, sino por el
fracaso del Gobierno. Hasta los chavistas se dan cuenta de ese fracaso, como
puede leerse en muchos artículos críticos que se publican en la página de
Aporrea.
Aún
recuerdo como si fuese ayer aquel fatídico 4 de febrero de 1992, pese a que en
ese entonces tenía doce años. Mis recuerdos de ese día se asocian a la muerte,
terror, sangre, caos. Desde esa fecha mi vida cambió; en adelante palabras como
inseguridad, invasión, Cuba, comunismo, guerrilla, hampa, secuestro, inflación,
desesperanza, frustración, se volvieron cotidianas.
Pero
todo mal cumple con un determinado ciclo. Como un tsunami, arrasa con todo lo
que encuentra en su camino, y luego las aguas regresan a la calma, dejando a su
paso muerte, dolor y escombros. Y pareciera que el ciclo de la mal llamada
revolución bolivariana está llegando a su fin.
Me
quedo en Venezuela. Seguiré luchando a mi manera y buscando la excelencia en el
trabajo que desempeño. Continuaré aportando ideas y seguiré expresando estos
sentimientos que inundan mi corazón. Confío en que muy pronto pueda
escribirles, para anunciarles que lo peor ya pasó, y que ahora nos tocará
abocarnos a la reconstrucción del país. Que así sea.
@LuisSemprumH
l.semprum@gmail.com
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