Cada
vez que nos ha tocado escribir sobre el fascismo, siempre hemos dicho que no
hay manera de aplicarlo fuera de las esferas del poder, éste tiene su asiento
en el Estado totalitario; pero como es costumbre los gobernantes de esta
estirpe acuden a la mentira a la manipulación y acusan de esta conducta a quien
disiente.
Este
régimen, tal como las dictaduras fascistas de Hitler y Mussolini, en la Europa
del siglo XX, usa escuadrones de civiles, bandas armadas, llamados colectivos
para sabotear, amedrentar y asesinar jóvenes, para tratar de acallar la
protesta. Y la diferencia de estos grupos parapoliciales con aquellos llamados
camisas pardas o negras, es que no los anima el fanatismo o la adoración a un
líder, simplemente son mercenarios que aplican el terror a cambio de dinero y
la protección de un gobierno que se ha mantenido inerme y cómplice frente a la
acción impune de la delincuencia, que dejó 24.768 muertos durante el 2013, que
ha descargado, sin embargo, la fuerza de su aparato policial-militar contra el
estudiantado y la sociedad democrática.
Ningún
gobernante admite las protestas en su contra, todos, absolutamente todos, las
deslegitiman, las descalifican y en el menor de los casos, no le encuentran
ninguna justificación. Todos han acudido en mayor o menor medida al expediente
de la represión contra quienes protestan, buscan desviar la atención sobre los
problemas reales. El colmo es este régimen, que pretende que todos seamos
ciegos o toreemos la realidad; acude al chivo expiatorio, proyecta en otros su
culpa, inventa una supuesta guerra económica y a través del control mediático
desinforman a la población con la verborrea de un plan desestabilizador con
pretensiones de derrocarlo.
Hoy
más que nunca, existen razones para la protesta y ninguna para la defensa de lo
indefendible ¿cómo alguien puede estar de acuerdo con la inseguridad, la
violencia y el crimen, con la crisis de la salud; o con la inflación más
elevada de América que cerró con el 56,2%, que en el renglón de alimentos fue
de 79% y un índice de escasez de 22% (según cifras del BCV); o con la quiebra
del aparato productivo y el desempleo; con la debacle de PDVSA y la CVG
producto de la corrupción? Tendríamos que ser eunucos políticos para apoyar la
incapacidad, el desangramiento de este país y el colapso económico.
Es
importante la calle, pero no es la única tarea, hay que evitar los extremos y
no generar falsas expectativas, sobre las salidas inminentes del régimen; hay
que repensar el País, trabajar por reconstruir su tejido social, unir a la
Venezuela decente, ir a las bases populares a promover la unidad de todos. La
tarea es aislar este poder pervertido, ir al encuentro con quienes todavía
cifran cierta esperanza en que mejoren las cosas en manos de esta camarilla. Y
más temprano que tarde, serán sólo quienes se roban los dineros del pueblo, los
que saldrán a defender al régimen. Será el día de la reconciliación nacional y
del cambio.
Golfredo
Dávila
@golfredodavila
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