Siempre que he podido he tratado de eludir
hablar de Argentina por haber tantos que lo han hecho y lo siguen haciendo -con
acierto o con error- y porque más de una vez he confesado que, en las
circunstancias actuales, me ha resultado y me sigue resultando penoso hacerlo.
Sin embargo, ocasionalmente me he visto obligado a ello. Y el grado de
descalabro al que ha llegado el país a la fecha, me exige otra vez más a tener
que decir algo al respecto, aunque lamentablemente tenga que repetir cosas que
ya he dicho otras veces antes.
El estado de degradación política, económica,
institucional, jurídica y moral del país al que lo ha llevado el régimen
cuasi-despótico instaurado por el FpV (Frente para la Victoria) de los dos
Kirchner no encuentra antecedentes en la historia política argentina desde el
segundo gobierno de Perón hasta el día de la fecha, como tantas veces lo he
manifestado. Ni siquiera el pésimo gobierno de Alfonsín, plagado de errores
económicos de tremenda magnitud, puede ya a estas alturas superarlo.
Por supuesto que, no voy a caer en la
ligereza tan frecuente de creer que el pueblo argentino es "víctima"
de sus "victimarios" gobernantes. Es absolutamente cierto que el FpV
está destruyendo el país con un empeño, dedicación y énfasis pocas veces puesto
por ningún otro gobierno anterior, pero también lo es que, la mayoría del
pueblo argentino ha sido -en buena medida, y por un tiempo desmesuradamente
largo- cómplice de dicha desolación.
Lo que subyace en el fondo es ignorancia.
Ignorancia de las leyes económicas, cuyo cumplimento inexorable es lo que,
tanto gobernados como gobernantes han querido y persisten siempre en querer
desconocer, y por ende violar.
Del lado de los gobernados, la ignorancia de
seguir creyendo en la idiotez de que los gobiernos pueden "crear
riqueza" y que "su función" sólo consiste en repartirla,
("de todo para todos" o "para los que menos tienen" lo que
es otra tremenda estupidez) y del lado de los gobernantes la ignorancia de que
podrán "eternamente" exprimir a "la gallina que pone los hueros
de oro" mediante impuestos, regulaciones de todo tipo y clase, sin llegar
nunca a exterminarla. Por supuesto que, esta ignorancia no deja de lado los
casos tan frecuentes de mala fe de quienes positivamente saben que ninguna de
las dos creencias es verdadera y, sin embargo, siguen robando en consecuencia
de ambas. Pero digamos que, la enorme mayoría de los dos bandos se mueve dentro
de ese círculo de ignorancia. En suma, la que se puede sintetizar -tanto para
un caso como para el otro- en que, se puede conseguir "un beneficio sin
costo alguno".
Los gobernados están convencidos que pueden
obtener dadivas, prebendas, privilegios y riqueza "a granel" por
parte del gobierno sin "nada" que sacrificar por ello (en esta
"fe" reside el "valor" de sus votos), y los gobernantes
creen exactamente lo mismo... pero a la inversa: que pueden enriquecerse
"indefinidamente" a costa de los gobernados. Ambos grupos obran en
consecuencia bajo estas dos premisas. Ninguno de los dos sectores parece
comprender que se trata de un juego de suma cero: lo que gana uno lo está
perdiendo la otra parte. La gente -en general- no parece percibir que lo que
recibe del gobierno no es otra cosa que lo que ese mismo gobierno le ha sacado
previamente (a otra como a ella o a ella misma).
En la mayoría de los casos, las personas
están de acuerdo en que el gobierno sustraiga a "los ricos" para
darle a "los pobres", sin entender que los gobiernos despojan a todos
: a ricos y a pobres, y sin importar el orden en que comiencen a hacerlo, para
luego proceder a apropiarse de la mayor parte del botín obtenido, del cual
arrojan sólo algunas migajas a la gente de menores recursos, únicamente con el
objeto de mantenerlos sujetos como manadas obedientes y sumisas a la hora de
emitir su voto, clientela política que -a su turno- cree que podrá vivir
eternamente de subsidios, trasferencias directas, exenciones impositivas,
créditos baratos, etc.. y que ven al gobierno como encarnación de un enorme
Santa Claus o Papá Noel, que dispensa sus "obsequios" las "24
horas del día los 365 días del año".
Pero, cuando los recursos -que siempre son
escasos como dice una primer ley económica fundamental- empiezan a mostrar
signos de agotamiento (como sucede en la Argentina del FpV), es cuando se
inician los malestares de ambos bandos, y principian los primeros conflictos
que se prolongan en el tiempo, ya que ninguna de las dos partes en pugna
modifica sus paradigmas, sino que refuerzan sus reclamos : los gobernados piden
"mas" al gobierno y los gobernantes hacen lo propio con los
gobernados en un mutuo y simultáneo "pase de facturas" y demandas
cruzadas. La tendencia se acrecienta y ninguno de los dos sectores cejan en sus
exigencias al otro, y los enfrentamientos se multiplican: el gobierno reprime y
el pueblo se defiende y contraataca. Y de la represión económica se pasa a la
física, y la situación se descompone más aun.
En este fase del ciclo descripto, el pueblo
no se da cuenta que el gobierno no puede darle más de lo que pide, en tanto el
gobierno -del lado de enfrente- no comprende que no puede robarle al pueblo más
de lo que ya lo ha expoliado. El triunfo en esta puja, estará del lado de la
mayoría siempre, y esta mayoría invariablemente está del lado de los gobernados
y no de los gobernantes (y ello, aun cuando esta mayoría no tenga conciencia de
su propia condición de mayoría, lo que -aunque parezca paradójico- es harto
frecuente). Porque todo gobierno, por muy "poderoso" que luzca a los
ojos de sus gobernados (y aun a los de los mismos gobernantes) no deja de ser
una minoría en comparación con estos. Y el poder -en última instancia- siempre
residirá en aquel a quien le cedemos nuestro poder, ya sea gustosa o
desagradablemente, consciente o inconscientemente.
@GBoragina
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