Cuando
Nicolasote perora yo percibo más la visión de mundo de Sancho Panza, que la del
Quijote. Lo del Quijote, en todo caso, era Chávez; aunque, por supuesto, sin la
hidalguía del Manchego. Esto lo digo porque es muy de la imaginación de Sancho
Panza señalar que la misma arma, que mató al integrante del colectivo José
Leonardo Pirela, Juan Montoya, en los disturbios, que se escenificaron el
pasado 12 de febrero frente a la Fiscalía en Parque Carabobo, fue la misma que
mató al manifestante Roberto Redman en Chacao; quizás, un tanto para hacer ver
que el asesino provenía de este último sector, pero lo cual ya no sería un
hecho casual, sino causal, y que es donde radica la truculencia de su
afirmación.
Empezando
porque Montoya muere colado por las balas que le llueven del interior del
edificio de la Fiscalía; donde había policías, de acuerdo a la versión que
manejan los abogados de los estudiantes, que quedaron detenidos a partir de
este suceso. Precisamente, Montoya era uno de los sujetos que se había
entremezclado en la manifestación con el arma desenfundada, liderando una
banda; siendo su papel el de alterar la situación, como se le había ordenado
desde la sala situacional de Miraflores; lo que explica la impunidad de portar
un arma con tal talante.
El
estaba frente a la sede de la Fiscalía, justo, incitando a la multitud de
estudiantes, que también estaba por los alrededores, a que derribaran la puerta
de esta institución, a los fines de radicalizar la protesta en el sentido de
obligar a salir a la Fiscal Ortega Díaz, y ponerla a ordenar desde ese mismo
instante la liberación de todos los estudiantes, que se encuentran presos en
varias regiones del país. Fue cuando le comenzó a llover plomo. Repito, esta es
la versión que se que maneja en forma extraoficial.
La
versión oficial reza que Montoya se encontraba resguardando, junto con los
compañeros del colectivo Pirela, las puertas del Ministerio Público, y que fue
cuando recibió el disparo. Lo cierto es que este Montoya no era ese santo que
nos pintan los voceros oficiales; que fue el primero que entregó sus armas,
cuando el gobierno le pidió a estos grupos, que procedieran de esta manera; que
por eso era el odio encarnizado, que sentía por él Leopoldo López, y que por
eso lo había mandado a matar, pues en su haber cuenta con un prontuario
sangriento, según lo que ha trascendido.
Entre
tanto, Diosdado Cabello se vino a
elogios con respecto al hombre; “un luchador de la revolución bolivariana”, por
aquí arrancó éste, para luego pasar a descargarse a sus supuestos asesinos,
además de López, María Corina Machado: fascistas, vende patria; lo que
demuestra que era uno de los suyos, tanto así que Cabello se permite llamarlo
el “camarada Juancho”. Aparte de que no se olvide que Lina Ron fue la
organizadora de todos estos colectivos a nivel del área metropolitana, sobre
todo, y ella era una persona que siempre se le ligó a Cabello, razón para
pensar que por aquí entró en contacto con éste. “Líder –decía Cabello- de los
colectivos revolucionarios del 23 de Enero”. Lo que quiere decir que fue
ajusticiado uno de los hombres de la Catira Ron, es decir, del aparato del
partido.
¿Tiene
que ver esto con una guerra que se ha declarado, según los mensajes que le
llegan a uno por las redes sociales, desde las fuerzas armadas contra los
cabecillas de estos colectivos, y quienes, al parecer, han venido cayendo en
circunstancias parecidas a ésta? Mi pregunta es: ¿por qué no se ha ahondado en
el tema de la quema de las patrullas, que se encontraban estacionadas en una de
las avenidas internas del Parque Carabobo, y que se produce tan pronto cae
Montoya? Apenas, si uno ha llegado a ver las fotografías del desastre. Por
supuesto, al llover balas de adentro de la Fiscalía aquella muchedumbre se
disolvió como una ola marina; sólo que un grupo, en especial, muy alterado
indujo a algunos a dirigirse a aquellos vehículos, y proceder a incendiarlos, y
que fue de donde vino la detención de algunos.
Esta
situación de los colectivos me hace pensar en la película 2002 Odisea del
Espacio de Stanley Kubrick, a partir del momento en que la tecnología escapa al
control del hombre, y se vuelve autónoma, y ahora con poder para eliminarlo a
éste. He allí el carácter que ha tomado la configuración de estos grupos
violentos; cuya capacidad de armamento supera la del cualquier cuerpo policial,
y la orden que hay en este terreno es que por cada policía que cae, se otorga
una recompensa por parte de determinado pran, pero más que por gusto de una
muerte, para mostrar sus garras; en este caso, el colectivo escapó del control
de la policía, y como en la trama de la aquella película de ciencia-ficción,
ahora su estrategia consiste en eliminarla a ésta. Es por eso que peca de
floral esas organizaciones no gubernamentales, que ha venido instalando el
gobierno, a los fines de inducir al malandro a que entregue su poderoso
instrumento de trabajo, como es su arma.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo
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