sábado, 18 de enero de 2014

ZENAIR BRITO CABALLERO, “EN VENEZUELA LA VIDA DEL CIUDADANO NO VALE NADA”

Cuando las cosas suceden muy a menudo tenemos la humana tendencia de acostumbrarnos a los hechos, por ser estos cada día más comunes y repetitivos, razón por la cual se llega a la indiferencia.

La intolerancia producto de la pérdida de valores y la cultura del facilismo para llegar a todo lo que queremos, incluido ese deporte nacional de conseguir dinero fácil al costo que sea, así sea acabando con la vida de las personas por dinero, por escalar en la jerarquía de las bandas o simplemente por congraciarse con alguien y hacerle un favor.

Nunca se imaginan los delincuentes y los autores intelectuales que pagan, que al otro lado, no solo hay una vida truncada sino una familia destruida.

Hay entonces que matar la indiferencia y resucitar la solidaridad. Viene a mi memoria esta profunda reflexión, que unos atribuyen al poeta alemán Bertolt Brecht y otros al pastor luterano alemán Martin Niemöller: “Primero se llevaron a los negros, pero a mí no me importó porque yo no lo era. Enseguida se llevaron a los judíos, pero a mí no me importó, porque yo tampoco lo era. Después detuvieron a los curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó. Luego apresaron a unos comunistas, pero como yo no soy comunista, tampoco me importó. Ahora me llevan a mí pero ya es tarde”.

Esta es una triste realidad, la indiferencia y la falta de solidaridad con los ciudadanos. Esta es la única manera de quebrarle el espinazo a la inseguridad y a la violencia, porque la delincuencia cabalga delante de las autoridades y la justicia.

Es cierto, como responden las autoridades, que no puede haber un policía para cada venezolano, pero sí puede despertarse con ellos la conciencia ciudadana, mandar a revisar la balanza de la justicia, porque parece que pesa más el lado de la delincuencia que el lado de los ciudadanos de bien, así evitar que cuando nos toque a nosotros sea demasiado tarde.

El luto en muchísimas familias venezolanas que caen todos los días en las calles a tiros por la delincuencia incontrolable es una muestra de la descomposición y la inseguridad que campea en nuestra sociedad y la intolerancia total a la hora de solucionar conflictos.
Las autoridades sin la decidida colaboración de la ciudadanía no pueden brindar una buena seguridad, máxime cuando hay jueces y fiscales que parecen más amigos de los malhechores que de los ciudadanos de bien, a quien la Constitución ordena proteger en su honra y vida.

Tenía razón el cantante y compositor mexicano José Alfredo Jiménez cuando en su canción Camino de Guanajuato dice: “No vale nada la vida/La vida no vale nada/Comienza siempre llorando/Y así llorando se acaba/Por esto es que en este mundo/La vida no vale nada”.

britozenair@gmail.com

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