Desde que Hugo Chávez se posesionó en
Miraflores, la sociedad y el Estado comenzaron a perder el carácter republicano
y secular que habían tenido a partir de la caída de Pérez Jiménez. Ambos
ámbitos fueron convirtiéndose en espacios regimentados con predominio de los
militares.
La Guardia Nacional tiene
cada vez mayor presencia en la vida nacional. Las carreteras están cruzadas de
alcabalas, sin que la seguridad haya aumentado. En realidad ocurre todo lo
contrario, como lo evidenció el asesinato de Mónica Spear y su esposo. Hasta en el Parque del Este los
guardias se movilizan con armas de grueso calibre y motos de alta cilindrada.
Imitan a RoboCop en un lugar donde el peligro más serio es que los niños se
caigan de sus triciclos. El Comandante
Supremo, en un arrebato de nostalgia por el Che Guevara y Mao, creó las
milicias, cuerpo que recuerda las sociedades más primitivas y, de paso,
manipula las necesidades y la fe de unos seres, ya en su ocaso, que deberían
disfrutar más la vida.
El
Estado se ha militarizado. Cálculos conservadores de estudiosos del tema
estiman en cerca de tres mil los uniformados, activos o en condición de retiro,
que cumplen distintas funciones en
diferentes niveles dentro del sector público. El vicepresidente, ministros,
gobernadores, alcaldes, gerentes, directores y cuadros medios de empresas y
organismos públicos, son militares activos o retirados. A la FAN le ocurre lo
de PDVSA: se ocupa de todo, menos de lo que debe atender.
Donde
el militarismo se torna más agudo y peligroso es en el área económica. Los
ministros del sector son oficiales de alta graduación. El último que se
incorporó al grupo fue el general Marco Torres, que pasó a Finanzas. En manos
de los militares se encuentra este despacho, además de Industria, Alimentación
y Energía Eléctrica. ¿Por qué Nicolás Maduro les entregó la política económica
a los oficiales?
Al
nuevo jefe de la revolución bolivariana puede haberle sucedido lo que les pasa
a los mitómanos: se creyó sus propias fantasías. Piensa que, en efecto, existe
una “guerra económica” contra su administración. Los marxistas suelen ser
paranoides, y este no parece la excepción de la regla. Las “guerras” las
enfrentan los militares. Por eso los buscó: para que persiguieran y destruyeran
al enemigo. ¡Esos cubanos se las traen!
En
medio de un conflicto, la economía se dirige dando órdenes, al igual que en los
cuarteles. F. Hayek habla de taxis para referirse a esas organizaciones y
grupos verticales y monolíticos en los cuales predominan el orden jerárquico,
la disciplina y la obediencia, mientras la espontaneidad y la casualidad han sido abolidas. Todo se
ordena de acuerdo con un plan predeterminado. Uno de los ejemplos que señala es
la institución castrense. Los militares se han convencido que la sociedad y la economía
pueden y deben funcionar con la misma rigidez de su propia institución.
Consideran que lo que faltan son planes estratégicos, coyunturales y
contingentes para que todo esté previsto
y el mundo marche por el carril. Maduro les creyó esta fábula. En manos de los
uniformados, los controles, las regulaciones, las fiscalizaciones y toda la
parafernalia montada por el
intervencionismo socialista, fracasaron, a pesar de la presencia
militar. La asfixia produjo la inflación y los niveles de escasez y desabastecimientos
más altos de los últimos quince años.
Maduro
no quiere ser el único, ni el principal, responsable de la debacle económica
nacional. Se aferró a los militares para hacerlos copartícipes de sus
desbarros. En este camino hacia el abismo no rodará solo. Irá acompañado del
grupo de los actuales generales que en el pasado participaron en el golpe del
4-F y el 27-N. Habrá corresponsabilidad en las equivocaciones (yo descarto de
antemano cualquier posibilidad de acierto con las políticas del socialismo del
siglo XXI). De esta manera, a la hora de los balances críticos y las condenas,
no podrá ser acusado de haber actuado solo. Los señalamientos tendrán que ser
al colectivo que se confabuló para destruir la economía. Por añadidura, también
desalienta las salidas golpistas. ¿Quién va a apoyar un cuartelazo si los
miembros de la institución castrense son quienes dirigen la economía? ¿Quién
respaldará una asonada si proviene del mismo sector que contribuyó a socavar el
aparato productivo? Por ahora, los hizo cómplices de la devaluación.
El
gobierno militar-cívico de Maduro trata de blindarse frente al desastre que
está creando. ¿Lo logrará?
@trinomarquezc
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
Maduro se apoya en la fuerza militar precisamente por eso: porque es una fuerza. Aquí no vale apelar a la fuerza de la razón, sino a la razón de la fuerza. Como dice Rousseau: "La pistola con que te apunta el asaltante también es una razón" ....para que te calles y te quedes quieto. (ramis4@hotmail.com)
ResponderEliminar