Nicolás Maduro se ha consolidado en el poder.
Dentro del PSUV le ha ganado terreno a su archirrival, Diosdado Cabello, quien
ha tenido que meter el freno a sus ambiciones de poder con la esperanza de que
el actual mandatario no aspire a la reelección en 2018.
Pareciera haber un
acuerdo entre ambos dirigentes que tranquiliza al presidente de la Asamblea
Nacional y lo mantiene en el redil, sin amotinarse:
Maduro no iría a la reelección.
El Alto Mando está complacido: recibe cada vez más aumentos de sueldos y
prebendas y mayor poder. Además de Diosdado, Arias Cárdenas, Vielma Mora y
Rafael Ramírez, se han visto obligados a reconocer su autoridad. En el frente
interno, Maduro ha ido controlando la situación y ha logrado la subordinación
de los compañeros que lo consideraban el muchacho de mandados de Hugo Chávez.
No es en este plano donde se encuentran sus dificultades.
Los
problemas están ubicados en el lado de afuera, donde ha demostrado su enorme
incapacidad para gobernar.
En el área económica se halla su mayor
debilidad. El “socialismo petrolero” se agotó. El crudo ya no alcanza para
subvencionar ni la revolución continental, ni la nacional. Evo Morales y Daniel
Ortega tomaron debida nota del declive de la bonanza petrolera que ayer los
financiaba. Raúl Castro ha visto el curso del declive y por eso se aferra a
Maduro para controlarlo y someterlo. Las divisas petroleras no son suficientes
para mantener el Estado tan ineficiente y corrupto levantado por los rojos.
Necesitan más
dólares para preservar el esquema estatista, pero la fuente verde llegó al
límite de su producción y no puede generar más recursos. Maduro sabe que la
gasolina se regala. Que el inmenso subsidio, que cuesta miles de millones de
dólares, no puede mantenerse, sin embargo no sabe cómo decirle al país que
incrementará el precio del combustible. El pueblo no entendería que se les
regalen más de cien mil barriles diarios de crudo a los hermanos Castro,
mientras se eleva el costo interno de la gasolina. La subida del combustible
supone presentarle a la nación un esquema creíble y coherente de disciplina
fiscal y control del gasto público. Los comunistas no tienen ni la menor idea
de cómo moverse dentro de un esquema como ese.
La inflación, la escasez y el
desabastecimiento es la tríada de males que Maduro ve con más mayor horror. El
criminal experimento de noviembre le dio resultados electorales. La rebaja
compulsiva de los electrodomésticos le permitió ganar la consulta del 8-D, pero
ni este ni el próximo año habrá comicios. Los anaqueles no se llenarán de
productos por los llamados piadosos o enfurecidos del gobierno. Para equilibrar
la demanda con la oferta de bienes y
servicios hay que estimular la producción y la productividad nacional. Es la
única fórmula conocida por el género humano. Maduro no quiere buscar la
colaboración del sector privado. No desea dialogar y llegar a acuerdos con los
empresarios. Se empecina en mantener un rígido mecanismo basado en las regulaciones
y los controles. Se mantiene cautivo de los sectores más atrasados y radicales
del chavismo. Todavía cree que Giordani, Samán y El Troudi saben algo de
economía y que la ortodoxia marxista puede salvarlo. Su ceguera, asociada a la
infinita ignorancia de ese trío demencial, ha arruinado al país, y podría
desatar verdaderas tormentas sociales. Basta que coincidan, como señala Lenin,
una severa crisis económica (condiciones objetivas) con una clara conducción
política (condiciones subjetivas) para que se produzca el cambio que tanto
aspira la mayoría.
La inseguridad personal es otro gran
problema. Enfrentar la delincuencia, arrinconarla y reducirla a su mínima
expresión implica girar la teoría y la praxis del régimen en 180 grados. Los
delincuentes han sido el brazo armado oficioso del régimen. Han sembrado
terror. Han alimentado los sueños de fuga de la clase media. Han socavado la
ciudadanía. Han hecho el trabajo sucio que los rojos no han querido ejecutar.
Este modelo se les ha revertido. El vil asesinato de la bella Mónica Spears y
su esposo han estremecido hasta lo más hondo el alma nacional.
La furia provocada por la violencia y la impunidad propiciadas por el
Gobierno, podría volverse contra Maduro hasta hacerlo tambalear. O tenemos una
Patria realmente segura, o la gente va a castigarlo.
Estos son apenas algunos de los problemas que
debe solucionar el heredero, todos legados por su “papá”.
@trinomarquezc
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