Venezuela se encuentra en un tremendo foso,
en un cautiverio para ser sometida a salidas audaces que solo personas con
riesgo a asumir el cambio pueden dar. No es insólito reconocer que quien nos
llevó a la actual debacle, fue el que entiendo el riesgo que suponía un cambio.
Con el tiempo se dice que las personas
cambian, pero en nuestro caso hemos cambiado porque yo no nací en una Venezuela
indolente, donde se hacen colas para comprar alimentos, nunca me enseñaron a
odiar a no ser que las personas sintieran odio por mí. Y eso nunca lo entendí y
no lo acepto. Pero hoy muero por tener vida para compartir experiencia y no
podemos ir por caminos verdes, rojos o amarillos abonando rencor, maldad y
destruyendo la cuna donde nacimos.
Decir basta no es suficiente, tener compasión
entre todos y por el país, tampoco es suficiente, porque hace años Venezuela
dejó de tener un plan de la nación y en su lugar, adquirimos una canasta
alimentaria que ronda los nueve mil bolívares, la inseguridad que espanta a
cualquier mortal y para rematar, tener que
morir en las manos de un “animal” (con el debido respeto que merece la
fauna). No existen opciones para invertir en nada, como negocios, compra de
bienes o viajes, por decir lo menos. Tal vez en pocos días me quede corta con los
pronósticos, pero la devaluación continuará galopando. El papel de baño ni de
periódico existe. El Puerto Libre de Margarita agonizando. El juego está
trancado como en partida de dominó. El gobierno así se ponga y se quite el
disfraz, sigue siendo el mismo con sus medidas de enfermo en estado terminal.
Si nos toca vivir esta tragedia, de tener
dinero y no poder hacer nada con él, matar sin mirar a quien cortesía del
régimen actual, entonces que cada uno asuma su rol en esta telenovela para
cambiar haciendo lo mejor. No todos los que están deberían tener poder, lejos
de ser un orgullo, el barranco institucional resulta ser un castigo para que
los oportunistas aprendan a no ostentar sin tener ventaja, ni capacidad.
En estos días de habitual lectura, leí lo
siguiente: “La habilidad de un líder no es hacer algo, es reproducir algo, es
reproducirse en alguien. Reunir gente no es lo fructífero, porque los payasos
reúnen gente en los circos y los políticos en las plazas; lo fructífero es
reproducirse en alguien”.
De tal modo, el coraje es una necesidad para
no quedarnos en el reclamo de que el país no merece tener a la gente que tiene.
En la vida todo tiene un precio y eso solo se traduce en riesgo, el mismo que
tuvo el difunto presidente cuando preparó su emboscada y con todos los
obstáculos se sentó en la silla de Miraflores. La lección sigue en órbita, pero
nadie la quiere asumir, porque nadie se quiere arriesgar, ni por el país, ni
por su familia, porque privan los mediocres intereses individuales que se traducen
en bla bla bla.
Si tuviéramos algo que perder sería nada. Lo
que se pudo atesorar, se desvaneció, pero hay vida y ganas de dejarle al país
la lucha por disentir de lo equivocado.
Hay que moverse, hacer algo por todos,
a dejar de hablar tanta paja política y sincronizarnos en un solo esfuerzo por
tener la Venezuela de la tercera y cuarta república donde abundaba, con todos
sus errores, lo que hemos olvidado: UNA SOCIEDAD DE SERES HUMANOS TOLERANTES Y
DUEÑOS DE RECURSOS PARA REPARTIR EQUITATIVAMENTE LA RIQUEZA QUE HA QUEDADO
SECUESTRADA.
Entonces, hay que arriesgarse por algo que valga la pena.
@susanamorffe
www.desdelaisla.hazblog.com
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