miércoles, 22 de enero de 2014

SUSANA MORFFE, ARRIESGAR (ENTRE CIELO Y TIERRA)

Venezuela se encuentra en un tremendo foso, en un cautiverio para ser sometida a salidas audaces que solo personas con riesgo a asumir el cambio pueden dar. No es insólito reconocer que quien nos llevó a la actual debacle, fue el que entiendo el riesgo que suponía un cambio.
Con el tiempo se dice que las personas cambian, pero en nuestro caso hemos cambiado porque yo no nací en una Venezuela indolente, donde se hacen colas para comprar alimentos, nunca me enseñaron a odiar a no ser que las personas sintieran odio por mí. Y eso nunca lo entendí y no lo acepto. Pero hoy muero por tener vida para compartir experiencia y no podemos ir por caminos verdes, rojos o amarillos abonando rencor, maldad y destruyendo la cuna donde nacimos.
Decir basta no es suficiente, tener compasión entre todos y por el país, tampoco es suficiente, porque hace años Venezuela dejó de tener un plan de la nación y en su lugar, adquirimos una canasta alimentaria que ronda los nueve mil bolívares, la inseguridad que espanta a cualquier mortal y para rematar, tener que  morir en las manos de un “animal” (con el debido respeto que merece la fauna). No existen opciones para invertir en nada, como negocios, compra de bienes o viajes, por decir lo menos. Tal vez en pocos días me quede corta con los pronósticos, pero la devaluación continuará galopando. El papel de baño ni de periódico existe. El Puerto Libre de Margarita agonizando. El juego está trancado como en partida de dominó. El gobierno así se ponga y se quite el disfraz, sigue siendo el mismo con sus medidas de enfermo en estado terminal.
Si nos toca vivir esta tragedia, de tener dinero y no poder hacer nada con él, matar sin mirar a quien cortesía del régimen actual, entonces que cada uno asuma su rol en esta telenovela para cambiar haciendo lo mejor. No todos los que están deberían tener poder, lejos de ser un orgullo, el barranco institucional resulta ser un castigo para que los oportunistas aprendan a no ostentar sin tener ventaja, ni capacidad.
En estos días de habitual lectura, leí lo siguiente: “La habilidad de un líder no es hacer algo, es reproducir algo, es reproducirse en alguien. Reunir gente no es lo fructífero, porque los payasos reúnen gente en los circos y los políticos en las plazas; lo fructífero es reproducirse en alguien”.
De tal modo, el coraje es una necesidad para no quedarnos en el reclamo de que el país no merece tener a la gente que tiene. En la vida todo tiene un precio y eso solo se traduce en riesgo, el mismo que tuvo el difunto presidente cuando preparó su emboscada y con todos los obstáculos se sentó en la silla de Miraflores. La lección sigue en órbita, pero nadie la quiere asumir, porque nadie se quiere arriesgar, ni por el país, ni por su familia, porque privan los mediocres intereses individuales que se traducen en bla bla bla.
Si tuviéramos algo que perder sería nada. Lo que se pudo atesorar, se desvaneció, pero hay vida y ganas de dejarle al país la lucha por disentir de lo equivocado. 
Hay que moverse, hacer algo por todos, a dejar de hablar tanta paja política y sincronizarnos en un solo esfuerzo por tener la Venezuela de la tercera y cuarta república donde abundaba, con todos sus errores, lo que hemos olvidado: UNA SOCIEDAD DE SERES HUMANOS TOLERANTES Y DUEÑOS DE RECURSOS PARA REPARTIR EQUITATIVAMENTE LA RIQUEZA QUE HA QUEDADO SECUESTRADA. 
Entonces, hay que arriesgarse por algo que valga la pena.
@susanamorffe
www.desdelaisla.hazblog.com

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