jueves, 9 de enero de 2014

PEDRO R. GARCÍA, ¿SIN UN ESTIMULO TRASCENDENTE PUEDE HABER REVOLUCIÓN? SEGÚN EL CONCEPTO MATERIALISTA DE LA HISTORIA, PUNTO DE QUIEBRE

“Sin Civitas diaboli no hay, históricamente hablando, Civitas Dei”.  Sin un latente antagonismo interno o externo no hay orden político...
 “Según el concepto materialista de la historia, los elementos decisivos que la determinan son la producción y la reproducción de la vida real. 
Ni Marx ha afirmado nunca más que eso, si alguien violenta esa tesis, para hacerlo afirmar que el elemento económico es el único determinante, transforma su afirmación en una frase sin sentido, abstracta y absurda. La situación económica es la base; pero los diversos elementos de la arquitectura, a saber, las formas políticas…las constituciones promulgadas, las formas legales… las reflexiones, las teorías políticas, religiosas, lógicas, filosóficas y su ulterior desarrollo en sistemas, que ejercen su influencia en el curso de las luchas históricas y que en muchos casos determinan su forma”.  Engels:” “carta a Bloch”. 1934, p.475.

Pero parece que Mao no tolera la postergación de los factores espirituales a un plano secundario y afirma, su reivindicación, que lo espiritual y lo material se conjugan en acción recipocra, lo mismo que se conjugan las relaciones de producción y las fuerzas productivas, la superestructura y la infraestructura económica, la teoría y la práctica. Todavía es más preciso e interesante cuando afirma que la causa fundamental del desarrollo de las cosas y de los  fenómenos no está en el exterior sino en el interior… (Que) las causas externas constituyen la condición de los cambios y que las causas internas son la base de los mismos (Mao-Tse-Tung: sobre la contradicción, p. 54).
Creemos no estar descaminados al llamar causa interna a las ideas, a las convicciones a la conciencia individual y social, sin cuya fuerza motriz y directriz poco avanzaría, solo por las causas exteriores de la historia (¡Veritas liberabit vos, la verdad os hará libres!).
Tramites necesarios es, dar lectura al análisis filosófico que Gustavo Wetter, hace sobre la Contradiotio in termines que existe ya en el mismo binomio Materialismo Histórico, y en el que nos hace ver cómo el estudio de la forma de producción, siempre implica como elemento previo y constitutivo la actividad mental. Bertrand Russell llega a la misma conclusión, en “Autoridad e individuo”.
Todo ello quiere decir que la infraestructura está íntimamente penetrada por la superestructura.
Para los clásicos griegos la historia es la demostración de la Ley Cósmica de Compensación o “Némesis” que de tiempo en tiempo restaura el equilibro de las fuerzas histórico-naturales.
Concretamente para Herodoto, tal como aparece en el primer párrafo de Clío, el fin de escribir la historia debe ser el mismo que persiguen los héroes, ya que afirma que escribe para la memoria del pasado y no se borre de entre los hombres con el paso del tiempo.
Para Tucídides la historia es el encadenamiento de luchas políticas, determinadas por la misma condición humana. Lo más triste siguiendo con Tucídides es que, al no cambiar la esencia de la condición humana, tampoco cambiara la historia. Tremenda profecía que hiela en flor toda esperanza en paraísos terrenales. Pero Tucídides no ha sido confirmado como profeta.  (Petkoff Teodoro: Proceso a la Izquierda, Edit. Plantea, Pág. 13).
Polibio no hace más que insistir en el poder de la ambición cuando, en fuerza de ello concede a Roma el homenaje de dirigir los acontecimientos para lograr la dominación del mundo. La historia es una teoría de dominios: el de los persas, el de los macedonios, el de los romanos.  Polibio: Historias, XXX, p.21.
Ante esta teoría de factores históricos o palancas de la historia, se pondrá una vez más en evidencia la injusta pretensión de interpretar la historia contemplando una sola de sus múltiples facetas. La historia no marcha siempre acompasada con las dinamices sociales, no es directora; es, siguiendo percepciones una voz más en su camino o desvarío:
¿Puede presumir la historia económica de más exactitud y certeza que la historia política o religiosa?
“Sin un estimulo trascendente que pese más que todo el clamor por el poder y el dinero, nada será de utilidad alguna” (Lowth histórica de Burkhardt” P. 37).
Por lo pronto aceptando la idea básica de trascendencia como saliéndose de si mismo. “Ser” es el trascender que sentencia Heidegger, dejando a un lado el debatido problema teológico de si Dios es lo inmanente (reactualizando a Spinoza) o lo trascendente en la tradición platónica, ese marchar hacia lo que intento ser pero que todavía no lo soy.
¿Pero a cuántos nos tañera todo esto como música celeste? ¿No son suficientes las experiencias conocidas, para probar que los futuros prometidos por las revoluciones se desvanecen como bruma en el horizonte y las presentes comienzan a dejar tras si decepciones y desencantos? (Léase Revolución Bolivariana). Mientras no se respete nuestra condición humana, hasta tanto la revolución no ambicione la libertad humana, la esperanza razonada, no obtendremos el cambio radical que todos deseamos, nadie es dueño de la verdad absoluta, no obstante, ello no debe suponer parálisis, temor a actuar para no cometer errores, cada cual debe esforzarse por expresar y operar de acuerdo a sus convicciones; todos podemos equivocarnos, por lo que no nos debe incomodar la critica, siempre que ella sea asumida como aguijoneo para rectificar en un clima de dialogo y respeto.
La humanidad es pluralista, necesita serlo, entre otras razones por cuanto nadie es lo suficientemente sabio para comprender e interpretar  la dialéctica del mundo, la diversidad del pensamiento, los imaginarios de los distintos pueblos que le conforman.
La democracia demanda audacia de perfeccionar valores asumidos como absolutos y axiales de la armonía social.  Nuestra constitución resguarda un Estado democrático y social de derecho y de justicia, “que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”.(Articulo 2. Constitución Bolivariana de Venezuela)...
Pluralismo político, filosófico, cultural, religioso y étnico, pluralismo que exterioriza la variedad de opiniones, la libertad de expresión, para la edificación democrática, jardín de la diversidad y lo múltiple. Este es el pluralismo socialista”.  (Haiman El Troudi claves para socialistas. Edif. Monte Ávila, Págs., 205-207. Caracas, 2007).
pgp5garcia@gmail.com

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