Es
oportuno en estos comienzos del nuevo año 2014, dedicarle un artículo a una de
las propiedades más importantes de los sistemas.
El Diccionario de la Real Academia Española incluye a la palabra resiliencia en su vigésima tercera edición. La define en el ámbito de la psicología como la "Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas".
Se
trata de la habilidad de recobrar la fuerza, el ánimo, el buen humor o cualquier
otro aspecto rápidamente. También se la conoce en el ámbito de la ingeniería
como elasticidad. Para nuestro propósito, la resiliencia es una medida de la
habilidad que tienen los sistemas para sobrevivir y persistir dentro de un
ambiente cambiante. El antónimo de la resiliencia es la rigidez o fragilidad.
Ésta será una propiedad especialmente necesaria en la sociedad venezolana
durante el año 2014.
Desde
el punto de vista del pensamiento sistémico, la resiliencia proviene de
estructuras ricas en espirales de retroalimentación balanceada, que trabajan de
diferentes maneras para regresar un sistema a su posición original, incluso
luego de una gran perturbación. Muchas espirales de este tipo, operando por
distintas vías, con escalas de tiempo diferentes, y redundantes, para que una
funcione cuando la otra falle, conforman un sistema con resiliencia.
Los
seres humanos somos ejemplo de un sistema que goza de resiliencia. Nos
protegemos de miles de invasores. Toleramos amplias variaciones de temperatura.
Ingerimos gran variedad de alimentos diferentes para nuestro sustento.
Redistribuimos el flujo sanguíneo. Reparamos cortes y roturas. Aceleramos o
desaceleramos el metabolismo. Compensamos la falta de partes o partes
defectuosas. Si añadimos nuestra inteligencia para organizar, aprender,
socializar, diseñar tecnologías y trasplantar partes humanas, tenemos un
sistema con una resiliencia extraordinaria.
La
resiliencia no es lo mismo que la estabilidad. Sistemas con resiliencia pueden
ser altamente dinámicos. Oscilaciones de corto plazo, catástrofes periódicas,
ciclos de crecimiento, explosión y colapso pueden ser condiciones normales que
la propiedad de resiliencia restaura en cada oportunidad. Por otro lado,
sistemas que son constantes y estáticos pueden ser rígidos y frágiles. La
distinción entre estabilidad y resiliencia es importante, ya que la estabilidad
la vemos y la medimos fácilmente, pero la resiliencia no. En la vida diaria,
podemos cometer el error de gestionar sistemas, sacrificando resiliencia por estabilidad,
o por productividad. Ejemplos de estos abundan en ecología. Tenemos vacas que
producen más leche pero tienen corta vida y son propensas a enfermarse. O
tenemos bosques con un solo tipo de árbol, todos de la misma edad, para proveer
más pulpa para papel más rápido, pero altamente vulnerables a enfermedades y
cambios ambientales. Es así que en sistemas, la resiliencia es mejor tenerla y
no necesitarla, que necesitarla y no tenerla.
En
Venezuela, aunque parezca sorprendente e increíble, el régimen chavista ha
logrado gestionar un alto nivel de estabilidad social. Paralelamente, también
ha logrado mantener una altísima productividad en términos de votos a su causa,
dentro y fuera de nuestras fronteras. Lamentablemente, esta aparente
estabilidad social y productividad en las urnas, se ha logrado en detrimento de
la resiliencia de nuestro sistema social. Esto significa que se han eliminado
importantes espirales de retroalimentación, como la Constitución, que tenían
como función restaurar el sistema a su forma original, sin mayores traumas. En
otras palabras, el sistema social venezolano, es cada vez más frágil y más
rígido.
En
su búsqueda de estabilidad social y votos, el régimen chavista atenta contra
estratos inferiores de la sociedad, que se encargan de que el sistema funcione.
Atenta contra la producción, el comercio, la educación, la salud, y la
justicia. Nuestro sistema social colapsa a diario. Sufrimos síntomas del
colapso en forma de escasez, inflación, devaluación, corrupción, y pérdida de
soberanía. Pero también en forma de empobrecimiento, colas para comer, cortes
de luz, crimen rampante, cárceles dirigidas por maleantes, pérdida de
libertades individuales, y ausencia de protección a nuestros derechos humanos.
Nuestro
noble sistema social sobrevive y persiste. Sin embargo, el 2014 nos depara
retos nunca antes vistos, en la forma de grandes perturbaciones. Los síntomas
solo se agudizarán. Nuevas espirales de retroalimentación balanceada, hasta
ahora desconocidas, se activarán. Tenemos la esperanza que estas restauren la
libertad individual que requiere nuestro sistema social. Y que restauren
también nuestra soberanía como nación.
Es
así que brindamos por un año nuevo 2014 lleno de resiliencia restauradora de
nuestras libertades como nación soberana e independiente, y con ciudadanos que
gocen plenamente de sus derechos humanos inalienables y universales.
@ProfPBCelis
pbcelis@usb.ve
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