La
presentación, cada año, a la Asamblea Nacional por el cabeza de gobierno del
mensaje anual en que da cuenta de los aspectos políticos, económicos, sociales
y administrativos de su gestión, es obligación constitucional. Aunque habló más
de 3 horas, Maduro no dijo nada concreto sobre ninguno de estos aspectos de su
gestión. La suya fue una interminable perorata bastante aburrida a juzgar por
la deserción progresiva e indetenible de los espectadores acomodados en sillas
en los jardines del Capitolio, e igualmente de los aglomerados en sus
alrededores.
Le
tocó presentar su Mensaje cuando el país estaba estremecido, alarmado,
indignado por un crimen atroz, el asesinato de Mónica Spear, no en una
carretera secundaria, en lugar apartado del territorio nacional, sino en la
autopista Valencia-Puerto Cabello, vía de tráfico intenso y continuado de noche
y de día. Maduro se limitó a reconocer que “existen problemas serios en cuanto
a violencia criminal”, y como es su costumbre, decidió la creación de una nueva
misión con el nombre pomposo de “Gran Misión para la Pacificación de
Venezuela”.
Por
supuesto que, sin esforzarse en disimular, intentó transferir a otros la culpa
de esta situación de violencia criminal exacerbada. El gran culpable de la
violencia –según él– es “el modelo comunicacional cultural”. Esto es, los
medios de comunicación social (prensa, radio, televisión, redes sociales), por
cierto que un elevadísimo porcentaje de estos medios son propiedad del
Gobierno, y que unos cuantos de los medios privados se aplican la auto censura.
La determinación oficial de responsabilizar a los medios independientes del
intolerable clima de violencia, es indicativa del propósito de eliminarlos en
plazo más o menos corto, con el agravante de que el Gobierno ni siquiera tiene
interés en guardar las apariencias, confiado seguramente en la pasividad interna
y en la indiferencia internacional. La negativa de otorgar las divisas para
importar el papel requerido por diarios y revistas independientes los condena a
desaparecer a corto plazo. Sus dueños han venido dando una batalla solitaria
sin mucho respaldo colectivo. Los 54 años de autocracia castrista parece no
quitarle el sueño a quienes tienen mucho qué perder.
Una
vez más Maduro insistió en que resolver el problema de la violencia criminal es
“responsabilidad colectiva”. No aclaró si los venezolanos estamos obligados a
salir desarmados a la calle a enfrentar a los criminales súper armados; ni qué
función les tocaría cumplir entonces a las fuerzas militares y policiales, y a
las milicias, que han crecido como hongos en estos 14 años de gobierno.
olepageb@gmail.com
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