jueves, 30 de enero de 2014

MILAGROS SOCORRO, CRIMENES, MENTIRAS Y BANALIDAD

La violencia en Venezuela está es tan ubicua, tan democrática (es, por cierto, el único aspecto de la vida nacional donde todos somos iguales y nadie está excluido) y está tan presente que pareciera que todo el mundo es un experto en la materia.

No es así. El hecho de que no hay nadie que no haya sido víctima de la violencia en Venezuela (tener un guardaespaldas te puede salvar momentáneamente del malandro, pero te hace dependiente de un tipo armado vida; además, si necesitas un escolta es porque te sientes amenazado y ya eso es ser damnificado de la inseguridad), en fin, ser víctimas no nos hace especialistas en una problemática muy compleja.

Mucho menos versado son los voceros oficialistas que no se aproximan a la violencia con el propósito honesto de comprender el fenómeno y controlarlo, sino para eximir al gobierno de su responsabilidad. Ahí no solo hay ignorancia sino mala fe y franca crueldad frente a las víctimas, que al ser desconocidas son doblemente agredidas.

Vanessa Davies, directora del periódico gubernamental, financiado con recursos de la república, Correo del Orinoco, ha dado pruebas de lo disímil (en realidad, opuesto) que puede ser el abordaje de la violencia desde las trampas del funcionario astuto y, en el otro extremo, desde la angustia del conocedor cuyo objetivo es el debate franco de un flagelo. Ella misma hizo las dos cosas.

Hace unos días apareció en el Correo del Orinoco una entrevista con Alejandro Moreno, psicólogo, teólogo, filósofo, sacerdote salesiano, director del Centro de Investigaciones Populares, hombre que lleva décadas con la oreja y el corazón pegados al acontecer popular.

En ese diálogo periodístico, Moreno abatió todos los mitos difundidos por el régimen para zafarse de su responsabilidad por el aumento de la violencia (y culpar a otros). Dijo que el asesinato de la pareja Berry-Spear “no es de lo más atroces; más bien es casi común”. Dijo que “hemos entrado en una espiral de crímenes sin suficiente motivación: le dieron un pisotón, sacó la pistola y disparó”. Dijo que la subcultura del matar para demostrar el poder sobre las víctimas “se ha ido formando lentamente, debido -entre otras razones- a la práctica de la violencia sin consecuencias o con consecuencias banales”. Dijo que hay “una impunidad que viene de la justicia”.

Y dijo que “en todos los gobiernos hubo lenidad y no hubo compromiso, pero en este gobierno no ha habido ninguno. En estos años ha sido desastroso, por unas razones supuestamente teóricas: porque dicen que son víctimas de la sociedad, son pobrecitos, son del pueblo. Pero […] Lo que hemos encontrado en nuestras investigaciones es que no tiene nada que ver la pobreza de origen con su conducta criminal, lo cual no quiere decir que la pobreza no sea un ambiente en el cual se pueden fomentar ciertas cosas, porque establece límites, cierra posibilidades; más que la pobreza personal, la pobreza ambiental. Pero no hay una relación directa, porque si no, todos los pobres serían malandros. Y desde el punto de vista ideológico, si tú eres de izquierda y estás diciendo que es por la pobreza, estás acusando a todos los pobres”.

Señaló la incumbencia de “las autoridades de mayor prestigio” que “han atacado de palabra, pero de una manera sumamente violenta, han mostrado públicamente la violencia” con palabras y gestos. “La psicología social nos ha enseñado muy bien que la mayoría de las conductas se aprenden por el modelaje” y que “las personas de mayor prestigio: un futbolista, un gran artista, un literato de importancia, un presidente, un gobernador, son las que tienen mayor probabilidad de que sus conductas sean reproducidas”.

Y dijo con toda claridad que en 1998 hubo “un cambio completo” de los índices de violencia; y a partir de entonces “sube”. Más claro, imposible.

En las antípodas de las declaraciones que le dio Vanessa Davies a la periodista Gaby Arenas de Meneses para el libro La comunicación desarmada. Aportes sobre el rol de la comunicación en procesos de desarme(2012) donde Davies hace afirmaciones (sobre todo para acusar a los medios de comunicación) que el padre Alejandro Moreno abate.

Y, lo que es más flagrante, contra toda evidencia y, a contravía de lo que Moreno afirma por haberlo comprobado en la realidad, Davies se permite decir que “Chávez ha hecho un gran esfuerzo para que haya un clima por mínimo de convivencia, porque si él no estuviese gobernando la situación sería de guerra civil abiertamente”.

Mayor manipulación (con ánimo de lisonja al poderoso), imposible.

socorromilagros@gmail.com

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1 comentario:

  1. Algunas causas de la impunidad: falta de verdadera voluntad de eliminarla, lenidad de las leyes penales, exceso de psicoanálisis (lombrosismo) en la defensa del criminal y una idea confusa de los derechos humanos. Las taras psicológicas del criminal no le quitan capacidad de autudterminación, salvo en casos muy raros. Frecuentemente, por por alguna alteración de su personalidad el criminal recibe un castigo irrisorio o es absuelto. En cuanto a derechos humanos: decir que no los pierde nadie, ni el peor de los delincuentes, es una afirmación falaz; yo sostengo que quien irrespeta un derecho humano, pone el suyo correspondiente en entredicho, si es que no no lo pierde. Hoy se dan casos en que se aplican los derechos humanos a los delicuentes y se los desaplican a las víctima, como ocurre en muchos crímenes cometidos por ETA. Cuando un asesinato es perpetrado con los principales agravantes de la ley (mucho más si son todos), la única sanción que satisface plenamente a la justicia es la ley del Talión. Ante una hija violada y asesinada a los 18 años, treinta de prisión no es nada, máxime si se considera que nunca se cumplen completos. Dejar con vida a un asesino equivale a conceder al ladrón el derecho de propiedad sobre lo que ha robado. (ramis4@hotmail.com).

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