sábado, 25 de enero de 2014

JOSÉ LUÍS MÉNDEZ LA FUENTE, LA ESCASEZ, VISTA POR UNA CHAVISTA

Desde hace ya varios días, las popularmente conocidas  “canillas” desaparecieron de los anaqueles de las panaderías y el pan entró también en la ya no tan selecta lista de alimentos  y artículos de primera necesidad, que los venezolanos debemos  perseguir a diario. 
Mientras que en  el resto de los  países  de  Centro y Suramérica, por no mencionar ninguno de los que traspasan nuestro perímetro geográfico, aunque haya pobreza,  no hay escasez, en Venezuela, donde el gobierno se jacta de haber bajado los índices de pobreza de la población significativamente, la escasez de productos para la vida diaria que anteriormente eran comunes en cualquier  supermercado de la esquina, nos empobrece a todos por igual.
El gobierno ha recurrido, en pleno siglo XXI,  a la vieja estrategia  comunista de echarle la culpa a la burguesía  interna y al imperialismo extranjero, no obstante que ya no estamos en los albores del siglo XX y la Unión Soviética sucumbió al “capitalismo salvaje”,  hace ya rato, para justificar las privaciones alimentarias que muchos venezolanos vienen sufriendo  desde el año pasado. De modo que si no se consigue leche  o azúcar, por ejemplo, es simplemente porqué las empresas productoras  disminuyeron  su producción o  la tienen escondida  para crear una situación que tumbe al gobierno. Como  guerra  económica, define el  gobierno lo que sucede. El problema es que ya tenemos supuestamente quince años  oyendo la misma historia de una  oposición golpista  que lo único que hace es conspirar y conspirar.
La oposición alega por su parte, que la falta de divisas, que es otra de las insuficiencias  que afecta  a todos, bien sea para viajar como para comprar insumos afuera, limita la producción de muchos  de los renglones que conforman la dieta básica del  venezolano, por lo que el tema  termina  diluido en  la historia sin fin  de que el gobierno si da las divisas  pero hay muchas empresas  que engañan a  CADIVI; lo que lleva a tomar más restricciones e incluso a cambiar el  ente regulador o de control cambiario por otro similar, sin que el problema de fondo se solucione.
Lo normal es que en cualquier parte del mundo, en un país común y corriente, los ciudadanos, o sea, eso que aquí solemos llamar pueblo, estén acostumbrados a  obtener  del  Estado servicios públicos eficientes,  luz, agua, transporte, seguridad  social, orden, autoridad, entre otras cosas, y por supuesto, abundancia de comida en los estantes, papel higiénico y papel  para  los periódicos. Es la política del “hay  de todo”, sean los gobernantes de turno de izquierda o de derecha. En nuestro país, es al revés.  Aquí se aplica la política del “no hay”; no hay luz, no  hay seguridad, no hay harina, no hay dólares, no hay pasajes aéreos, no hay carros, no hay esto o aquello. Y aunque parezca mentira, el gobierno tiene seguidores y gana elecciones. Sin embargo, aún existen personas,  incluso en el chavismo, que pueden llamar a las cosas por su nombre.
Conversaba en días pasados  con una señora  chavista de pura cepa, es decir, de esas  que eran fieles seguidoras  de Chávez desde siempre y que cuando  hoy en día les preguntas por el presidente Maduro,  miran de reojo y te contestan con una sonrisa, “sigo la línea del  comandante Chávez”.  Pues bien,  tocando el  asunto de la escasez, me decía esa persona,  contestando algunas de mis preguntas, que sí, que efectivamente  la oposición siempre  ha estado ahí haciéndole la vida imposible al gobierno, que no es nada nuevo, que  ya eso ocurría con Chávez; pero advertía una diferencia, que no dejó de sorprenderme; cuando Chávez gobernaba  él no dejaba que llegáramos a esta situación de escasez en los supermercados, porque Chávez  importaba alimentos de Brasil, de Colombia, de Argentina etc., mientras que Maduro si lo hace.
Lo que me llamó la atención, fue la manera con que  la señora resumió el problema  y lo redujo a una solución que es la misma que en cualquier parte del mundo un ciudadano cualquiera hubiera dado. El gobierno existe y solo tiene sentido para satisfacer las necesidades de la población. Un gobierno responsable, identificado con  aquel objetivo no puede permitir que haya anaqueles vacíos  en los abastos y supermercados. Salvo, claro está, que la finalidad sea otra.
xlmlf1@gmail.com

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