Fácil
Nicolás, si le bajas dos al discurso violento de tu gobierno, bajarán los
crímenes en el país. Así de simple.
Seis
guardias nacionales asesinados. Más de 100 efectivos policiales asesinados. El
tío de un vicepresidente asesinado. 25 mil asesinatos en el año. Una actriz y
su pareja asesinadas. Un profesor de la UPEL y su madre asesinados. Unos
compadres atracados. El suegro octogenario de un profesor del IUA atracado. 2
jóvenes asesinados en Macarao. Y las morgues full. Cuando los asesinados son
gentes conocidas, públicas, cercanas, familiares, parientes, amigos, estos
dejan de ser simples estadísticas para convertirse en una cruda y cruel
realidad. Y eso es precisamente lo que viene pasando en nuestro país desde hace
ya bastante tiempo. La inseguridad del país no es cuestión de percepción como
se empeñan en señalar altos funcionarios del Estado. Matan a ricos, a pobres, a
gente de los barrios y de los cerros, a gente de las urbanizaciones, del este y
del oeste. Niños, adultos, ancianos,
funcionarios. Nadie está a salvo en este país. Pero lo peor es que las
autoridades responsables de la seguridad ciudadana solo mienten, esconden
cifras, desvían acusaciones. Y planes y operativos, que cambian a cada rato,
pero todos ineficientes. Pero qué es lo que pasa, cual es el problema, por qué
esta situación. Claro que es una cuestión política y politizable.
Insisto
en una tesis que mantengo desde hace tiempo, justo desde que comenzó este
proceso “revolucionario”. Recuerdo con
claridad el discurso que pronunciara el teniente coronel felón, el 4 de febrero
de 1999, en ocasión del desfile militar de toma de posesión del cargo de
presidente de la República, acto que debió de realizarse el día 2, pero que
para conmemorar un acto criminal contra la constitución se realizaba ese día.
Allí le oímos decir, dirigiéndose a la para entonces presidenta de la CSJ, Dra.
Sosa, que si alguien estando desempleado con hijos pasando hambre roba tiene
alguna justificación. Dos incitaciones a delinquir en un mismo acto y en cadena
nacional. Justo al mes de aquel discurso asesinaban, subiendo del aeropuerto, a
un buen amigo, el negro Azócar, cuando regresaba del exterior de conocer a un
nieto. A los pocos días detenían al asesino y éste daba por excusa el que
estaba desempleado y tenía hijos con hambre. Que quede claro que no señalo al
ahora supremo y eterno y su gente de mandar a matar a nadie. Lo que quiero
decir es que su discurso, sus actuaciones, sus odios han sido el germen de
cultivo para tanta violencia desatada en el país.
Tantas
horas en cadena nacional con un discurso escatológico, guerrerista. Insultado a
todos los que no comulgaban con sus ideas. Escuálidos, burgueses, derecha
parasitaria, criminales, especuladores, hambreadores del pueblo, enemigos de la
patria, apátridas, y cuantas palabras insultantes se le venían a la mente,
fueron sembrando ese odio entre clases, entre ricos y pobres, entre blancos y
negros. Entre las urbanizaciones y los barrios. Entre los cerros y las colinas.
Se armaron a los círculos bolivarianos. Nacieron las FBLN al amparo del
gobierno y se le dio beligerancia a la narco guerrilla colombiana. Se permite
el libre tránsito y actuación de grupos armados como los Tupamaros y la
Piedrita. Se elogió y elogia permanentemente los actos criminales en contra de
la constitución, 4F y 27N. Se lleva a altos cargos gubernamentales a ex
guerrilleros, ex asaltadores de bancos y secuestradores. Se hace amistada con
gobiernos facinerosos, dictadores criminales, violadores de derechos humanos.
Se llama caballeros a asesinos públicos. Se protege a “pranes” en las cárceles.
Los motorizados por la libre y con patente de corso. Se establece como
política, oficial u oficiosa, que los cuerpos de seguridad del Estado que ni
con el pétalo de una rosa a los malandros y asesinos. La justica encubre. Los
jueces actúan según la conveniencia política. Una franela roja es símbolo de
impunidad.
Ese
era el panorama con el extinto y esa es la misma situación con el elegido. O a
lo mejor peor. Política de desarme,
mentira. Política anti corrupción, mentira. Política de diálogo, mentira.
Continúa el discurso del odio, de la división, de las amenazas. Señores del gobierno no valen golpes de pecho
ni declaraciones fuertes. Son mentiras. La política de esta revolución castro
comunista sigue siendo la apología del delito; mientras más crímenes más
seguridad para el régimen. Hay que cambiar esto, para que regrese la
tranquilidad a la familia venezolana. Basta de tantos asesinatos. Viva la vida,
muera la muerte.
Iván
Olaizola D’Alessandro
iolaizola@hotmail.com
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