Pacíficamente
no es posible sacar del poder ya, inmediatamente, a este Gobierno pero tampoco
la violencia es la mejor opción para el futuro de Venezuela. De tal manera que
el próximo reto de la alternativa democrática consiste prioritariamente en continuar,
en medio de grandes dificultades, acumulando fuerzas de todo tipo, tal como a
mi juicio, exitosamente se ha venido haciendo durante todo este tiempo.
En
Venezuela venimos de un colapso total del sistema democrático y su sector
dirigente; pero su recomposición, con errores y altibajos, ha sido
relativamente rápida. A pesar de la utilización abusiva de todos los recursos
económicos y poderes públicos del Estado contra la oposición, la represión, los
atropellos y la intimidación, el proyecto socialista militar bolivariano está
estancado e incluso en retroceso, en aspectos vitales. En las pasadas
elecciones locales del 8 de diciembre la oposición logró la victoria en las
principales ciudades del país, en donde el oficialismo tiene dificultades insalvables
para crecer, principalmente en los sectores más preparados del país.
No
obstante, el próximo reto es complejo; ya que sin llegar a la violencia en la
acumulación democrática de fuerzas sociales y de todo tipo, para el cambio
político en Venezuela, hay que trabajar simultáneamente también para tratar de
dar un salto cualitativo en esta larga lucha. Hasta ahora hemos estado
dedicados principalmente a la confrontación electoral, pero en estos dos años
venideros que no hay elecciones tenemos que utilizar las alcaldías y los
parlamentarios, entre otros recursos, para organizar la movilización y
estimular la protesta popular de los sectores más desfavorecidos y golpeados
del país por el alto costo de la vida, la escasez de productos y la inflación;
luchar por servicios públicos e infraestructura física de calidad; contra el
desempleo; por la seguridad pública y la garantía de la vida; por el respeto a
los derechos humanos, la propiedad privada y la libertad económica; por la
libertad de pensamiento y expresión; por la descentralización política y
administrativa del Estado; contra la corrupción administrativa y la regaladera
de los recursos de la nación; por la tolerancia y respeto a la representación
proporcional de las minorías; por la libertad de los presos políticos, el
regreso de los perseguidos y exilados; por la independencia y autonomía de los
poderes públicos; en fin, las enormes contradicciones y problemas que tiene el
Gobierno tenemos que contribuir a complicarlos. En otras palabras, se trata de
darle otra orientación a la lucha contra este gobierno. Están equivocados
quienes creen que con la actual gobierno se puede realmente dialogar.
En
definitiva, el reto para la Mesa de la Unidad Democrática está en el
establecimiento de claros objetivos de la lucha, unidad en la acción, amplitud
nacional y una flexible pero firme dirección política. Es decir, hay que darle
una nueva orientación a la lucha.
@CastilloHernan
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