martes, 21 de enero de 2014

FERNANDO OCHOA ANTICH, EL RETO DE LA OPOSICIÓN


El objetivo de todo grupo político es conquistar el poder. De esta realidad, no debe haber ninguna duda. La democracia, como régimen político y forma pacífica de resolver los conflictos sociales mediante la consulta popular fue un importante avance de la civilización humana. Tuvo su origen en la Europa Occidental, después del triunfo de las revoluciones inglesa y francesa, en su permanente lucha para alcanzar la libertad del hombre, limitando el absolutismo monárquico, mediante la aplicación de la teoría de Montesquieu, de la separación e independencia de los poderes públicos.  

Su expansión a otras regiones del mundo ha sido muy lenta, y su vigencia, en el caso de Iberoamérica, siempre fue amenazada por el surgimiento de un fenómeno social  originado en la Guerra de Independencia: el caudillismo militar.

La revolución industrial, durante el siglo XIX, le permitió por primera vez al hombre liberarse de la tradicional escasez que siempre caracterizó la sociedad humana, pero ese avance en la producción creó un nuevo fenómeno: la concentración del capital en pocas manos y la explotación del hombre por el hombre. Esa injusta situación trajo la severa crítica marxista, que revitalizó las tradicionales ideas socialistas  al lograr, de inmediato, millones de seguidores. Su tesis de que el comunismo surgiría en una sociedad capitalista avanzada, fue cuestionada por el pensamiento de Lenin y su revolución de Abril,  al alcanzar el poder en la Rusia Zarista. En medio de ese complejo proceso surgieron otros fenómenos: la limitación de la libertad humana ante el predominio del Estado y la incapacidad de las ideas marxistas de resolver el fenómeno de la pobreza. 

Ese es justamente el problema actual de Venezuela. El Socialismo del Siglo XXI, tiene un claro origen marxista  y una marcada tendencia al totalitarismo político expresado mediante el irrespeto de los principios democráticos establecidos en los artículos 2, 6 y 328 de la Constitución de 1999. Esa tendencia quedó ratificada en el esfuerzo que hizo Hugo Chávez al querer imponer una reforma constitucional en el año 2007, y al ser rechazada por el voto popular, tomar el camino inconstitucional  de la enmienda del artículo 230 que limitaba la reelección indefinida y mediante una ley habilitante aprobar un conjunto de leyes que se alejaban totalmente de la esencia democrática de nuestro sistema político.  A partir de ese momento, el control absoluto de los poderes públicos, ha limitado totalmente la necesaria equidad que exige el voto popular.

Una de las estrategias establecidas por el chavismo fue programar  una permanente consulta popular, de tal manera que mediante el descarado ventajismo electoral, fuera posible triunfar en las elecciones para legitimar la mal llamada Revolución Bolivariana. Circunstancialmente, tenemos un largo receso de dos años sin elecciones. Esta realidad debe obligar a la oposición a tomar un conjunto de medidas que logre garantizar transformarnos en una verdadera mayoría. El momento es oportuno: la crisis política, la falta de liderazgo de Nicolás Maduro, la creciente inflación, la escasez de productos de primera necesidad y la inseguridad desbordada son factores que, bien aprovechados por la oposición, pueden permitirle transformarse en esa ansiada y definitiva mayoría. El otro aspecto fundamental es el fortalecimiento de los partidos políticos.

El balance de la Mesa de la Unidad, con aciertos y errores, no puede considerarse negativo, pero es el momento preciso para que pase a un segundo plano, ya que al no existir elecciones el trabajo político debe ser conducido por los partidos. 

En un brillante artículo, el padre Luis Ugalde señalaba que la oposición tenía que “establecer una estrategia que le permitiera avanzar consistentemente en espacios populares como el oeste de Caracas, Oriente y Guayana”. 

Esa función de penetración social no se logra a través de los medios de comunicación, sino mediante un trabajo de organización y de cercanía de un liderazgo que realmente represente los intereses populares. El otro aspecto a entender es que el enfrentamiento no es sólo electoral, sino que debe ser orientado hacia todas las otras formas de lucha. Recuerden el 23 de Enero de 1958. Realmente, un verdadero reto para la oposición.                  

fochoaantich@gmail.com.
@FochoaAntich

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