“Yo les hablo aquí a los criminales que
mataron a esta joven. ¿Qué explicación tienen ustedes para asesinar, hasta
cuándo van a mantener esta matanza?”.
Textualmente.
Esto fue lo que balbuceó Nicolás Maduro a los pocos minutos de conocer el
terrible asesinato de Mónica Spear y de su esposo. Maduro, para quienes tengan
alguna duda, es nada menos que el presidente de la República, según las cifras
del CNE, cargo que implica la obligación de velar por la seguridad y la vida de
todos los venezolanos.
“Realmente
a mí se me repite la imagen de la descripción que hacen los investigadores para
buscarle alguna respuesta. ¿Por qué la saña criminal? (¿O dijo hazaña?)… Si
buscaban robar el carro, a las personas, ¿por qué las asesinan de esa forma?”.
Es decir, el presidente de la República les pide a los malandros que roben pero
no maten.
“Esta
circunstancia dolorosa es como una cachetada que uno recibe, dura, un golpe
bajo, y si tiene algún sentido desde el punto de vista espiritual pasar por
estos dolores, tiene que ser para que despertemos todos. O despertamos todos o
sencillamente la batalla por la vida en paz, por la seguridad, el respeto a la
vida, será muy cuesta arriba…”.
Esto sí fue más que incomprensible. ¿Que
despierten quiénes? ¿Los pranes, los delincuentes, los secuestradores? ¿Y como
para qué?, si ellos viven el más sabroso de los sueños: delinquir impunemente,
asesinar sin castigo, dirigir secuestros millonarios desde las cárceles,
traficar drogas con el beneplácito de militares de alto rango. ¿Despertar para
convertirse de golpe en buenos ciudadanos que viven de un sueldo cada vez más
miserable, gracias a la inflación de Giordani y su banda? ¿Para pasar al
desempleo, porque en 15 años ustedes quebraron miles de empresas, acabaron con
el cemento y las cabillas, destruyeron el agro?
¿Qué les ofrece usted a esos
asesinos, presidente? ¿Que entreguen las armas y las municiones (que alguien de
muy arriba se las debe estar vendiendo a muy buen precio) para hacer qué?
Asesinos que, de acuerdo con las cifras oficiales, son menores de edad en su
gran mayoría, muchachitos que crecieron bajo esta supuesta revolución, criadero
de pichones del Hombre Nuevo que entendieron lo sabroso que son los símbolos
del capitalismo y roban y matan por un Iphone, una Mac o unos Nike, sin
necesidad de marcar horario porque quizás su papá o su tío fueron bendecidos
por las misiones de Hugo, esa que les enseñó a no tener que trabajar ni a
ganarse el pan honradamente, sino que bastaba con salir a votar quince y último
con su franela y su cachucha roja. Muchachitos que abandonaron la escuela
porque en ese horario les resulta más productivo entrenarse para matar.
Es
usted el que sigue dormido, presidente, porque, hasta donde sabemos, la batalla
por la seguridad y la vida la ganaron los delincuentes hace años, al extremo de
que usted se dirige a ellos para pedirles compasión, para solicitarles una
suerte de armisticio, una medida humanitaria hacia sus víctimas.
Despierte,
Maduro. Y, cuando lo haga, bote a todos sus ministros. Empiece por la
Fosforito, así sea la mejor amiga de Cilia. Póngase los pantalones. Averigüe
por qué en Nueva Esparta la delincuencia crece. Quién es el pran que dirige las
acciones desde la cárcel. Qué lazos tiene con el ministerio inútil que ella
dirige.
Por supuesto, busque otro ministro del Interior porque Rodríguez Torres
le miente con las cifras que usted quiere escuchar y su único interés es
conseguir finalmente a un magnicida que justifique su dolce far niente. Dígale
chao a la ministra de Comunicación porque el día del asesinato de Mónica Spear
tuvo los santos ovarios de escribir en Twitter que “el jefe de Estado dedica
sus mayores esfuerzos en la pacificación y desarme del país”. O sea, le dijo
incapaz a usted, por todo el cañón.
Saque
el pitico, Maduro. Pero eso sí: no le pida permiso a los Castro, porque para
ellos mantener a un pueblo aterrorizado es muy bueno para sus bolsillos.
Por
ahora, yo solo le deseo que, mientras duerme, sueñe con esa tristísima imagen
del suegro de Mónica Spear cargando la almohada ensangrentada de su nieta, con
el morralito y la cobijita de esa niña que venía de vacaciones a Venezuela pero
que, gracias a todos ustedes, regresará huérfana.
@fuenteseliz
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