Mi adorada y bellísima patria:
Hoy te escribo con el corazón en la mano,
para que quede en tu historia que uno de tus amados hijos se dirigió a ti
directa y abiertamente para expresarte su amor infinito e incondicional, para
dejarte saber que entiendo cuanto me has dado y enseñado en la vida. Sé que
llego la hora, la hora de que tu familia comience una vez más.
Mis más profundos amores me los regalaste
tú. Tus planicies, tus montañas, tus
lagos y tus ríos, tu oro, negro y dorado y también el amarillo, azul y
rojo. Tus lunas de brillo bronceado
sobre playas y cordilleras, tus lagrimas dulces que dan de tomar las tierras
más fértiles del continente y que llenan de rocío las más exquisitas flores del
planeta. Todo me lo diste el día en que
nací.
Tus gemas más preciadas, las que encandilan
al verlas, las que cortan con mirarlas, las irrompibles y tersas. Las que se levantan día a día a besar a sus
chiquitos, a lavar y planchar los uniformes, a cocinar una arepa rellena de un
sabor inigualable, mientras el café hierve en la ollita plateada. Esas gemas
que nos criaron, nos arrullaron, nos regañaron y nos hicieron mujeres y hombres
de bien, luchadores, optimistas, amigueros, parranderos, enamorados de ti, de
ellas y de las que vendrán. Son las madres que has cuidado con tu bendita alma
de luz, que cubren dio a día tu geografía y nos sacan adelante cuando la
tormenta es muy fuerte para siquiera respirar.
Tus minerales más puros, más fuertes, más
valiosos, los que se amoldan a lo que venga, los que construyen, forjan,
conectan y defienden. Los que salen a
trabajar antes de que el sol caliente la primera hoja de un árbol, que voltean
su cabeza para mandar la primera bendición del día a sus hijos e hijas,
mientras recuerdan viendo la abundancia del existir, las razones por las cuales
su labor vale la pena.
Los que nos llaman con el sonido de las
llaves contra el mesón de la entrada cuando ya no quedan sino dos horas de luz
y nos reciben con los brazos abiertos, protectores, fuertes, decididos,
orgullosos de ser padres. Ellos a
quienes les has cuidado los pasos en cada cruce de esquina que atraviesan a
diario, llevándolos de la mano mientras se abren paso ante la jungla de ruidos
y polvo que con entereza enfrentan para darnos el sustento diario.
¡Cuánto me has dado mi patria!
Tus más celados tesoros, los que valen más
que cualquier reloj, tv o carro del año… o yates, viajes o dólares… Los que no tienen precio… Los que no puede
comprar NADIE, esos me los diste a mi… Y
son 29 millones todos para mí. Lo más
valioso que tienes y que siempre tuve yo…
Mis hermanos y hermanas venezolanos.
Esos que guardas en la habitación de al lado o en la camita de abajo, en
la silla derecha en la mesa, en cada piso del edificio, o en cada casa de la
urbanización o región de la cuidad, del estado, de ti misma… Ellos que me rozan las mejillas saludándome a
diario, ellas que saltan cuando me ven llegar a donde nos encontramos… Ellas y
ellos que piropean, que bailan, que juegan bolas criollas y domino en mi
casa. Los que hacen parrillas y memorias
con la misma dedicación.
Con la que se esculpe una obra de arte,
porque saben que es la obra de sus vidas, en la que ellos son sus propios
artistas, ¡todos quieren ser los mejores! Porque así son. Así somos.
Tú me regalaste TODO a mí y a TODOS y he aquí
esa enseñanza que esperabas no se me pasara de niña y que supiese aplicar de
adulto… ¡TODOS SOMOS UNO!
Tu más grande regalo a tus hijas e hijos, mis
hermanas y hermanos, los Venezolanos, es que TODOS SOMOS UNO EN TI, COMO TU
ERES UNA EN TODOS NOSOTROS.
Y he aquí lo que eso significa, según tú me
enseñaste:
En la vida de todo ser, el tiempo, la
distancia, los conflictos y las alegrías son situaciones. Cada situación tiene una razón e innumerables
consecuencias. Cada consecuencia es una
razón para que otra situación se dé.
Es así como los hechos en la vida de todo lo que existe, son infinitamente transcendentales y nulos al mismo tiempo, porque cada culminar despierta un comenzar y cada comenzar crea una culminar. Todo es cíclico. Y en ese ciclo, lo único que transciende es el alma, nada más.
Por eso es que TODOS SOMOS UNO EN TI, COMO TU
ERES UNA EN NOSOTROS.
Porque por cada muerte hay un nacimiento,
porque la vida es más grande que nuestro ser, pequeño en cuerpo pero inmenso en
potencial… Porque lo único que queda
después de que nos vamos, es de hecho más de nosotros en nuestra memoria, en
nuestro legado, en nuestro recuerdo guardado celosamente por nuestros seres
amados, hermanas y hermanos, padres e hijos, tíos y primos, amigas y amigos,
todos y todas conectados infinitamente por ti que eres infinita y que
transciendes el tiempo y el espacio en
las generaciones venideras, como históricamente ha sucedido.
En tu perfección sabes que cualquier
situación que requiere un cambio, requiere un comenzar. Los cambios son consecuencias naturales de
cada comenzar y cada comenzar es el producto de cada cambio. Así pues, tu nos llamas a decidir nuestro
comienzo para entonces lograr los cambios necesarios.es lo que hoy que te
ofrezco, esta carta es un comenzar. Te la brindo a ti, a mis padres, a mis
hermanas y hermanos, a mis hijas e hijos, a mis amores y a mis rechazados, a mi
país y a mi mundo, porque el todo nos afecta y nosotros afectamos todo… Para invitarlos a crear “Comienzos”.
Comenzar es encontrarse en un punto continuo,
en el que vive la certeza interior, mejor conocida como Fe, y donde esta Fe
impulsa y crea cuanto nuestra alma requiere.
Sé que nuestra familia Venezolana está sumida
en un dolor colectivo, que nos ha llenado de rabia y de resentimiento, es ahí
en esos estados en los que la geografía espiritual nos ha enjaulado y en el que
la oscuridad nos impide ver ese rincón donde el cambio, el culminar de esta
etapa y la libertad se encuentra… Es en
ese mismo rincón de esta prisión de odio, donde nuestra identidad libre está
colgando de un par de clavos, esperando a esta familia que somos TODOS EN TI,
para que la bajen de su cruz.
Ha llegado el momento de unirnos en familia,
con los primos lejanos, y los morochos también para bajar nuestra libertad de
sus clavos y alzarla triunfante en la siguiente etapa de reconstrucción de
nuestros lazos y nuestros valores de unidad, de gente, de carne propia Venezolana. Es así como este cambio que requería que una
luz se prendiera y alumbrara ese rincón, ha llegado. Tu familia comienza HOY,
porque para mañana es tarde.
Este es mi comienzo, y como TODOS SOMOS UNO
EN TI COMO TU ERES UNA EN NOSOTROS, no hay vuelta otras.
Una noche te pregunte en mis oraciones: ¿Cómo
te demuestro cuanto te amo mi Patria? Y
lo único que escuche fue: “Comienza amando.”
Hoy es mi comienzo.
Con amor,
Cristal.
cristal_ordonez@yahoo.com
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Esta es una hermosa carta escrita desde el corazon de una venezolana que ama a su patria y le duele profundamente ver como los gobernantes la destruyen y la regalan a los eternos enemigos de la democracia, Cuba. Felicitaciones por tan certeras palabras!!
ResponderEliminarMaravillosa carta...gracias por compartirla con nosotros...
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