El
miércoles (18-12-2013) en la noche hubo un buen programa de TV, un reality show
de 4 horas de duración
En
dicho programa, protagonizado por Maduro y líderes opositores, se respiró una
esperanza que quizás se desinfle pronto
Mientras
más veo a través de la televisión la decadencia del país, y en las calles de
Caracas el bochorno del salvajismo andando sobre ruedas y a dos patas, más me
refugio en el pasado.
Volver
a leer cosas de Rómulo Betancourt funciona como un antídoto. Lo escribía todo y
todo o casi todo está recogido en los libros de la Fundación que lleva su hija
Virginia. Manifestó, febrero de 1962, al momento de disponerse a recorrer el
país, oriente y occidente, los llanos y el centro, que lo hacía con el expreso
objetivo de convencer a todos de que el Ejecutivo presentaría pronto al
Congreso una serie de proyectos que, de acuerdo a la Ley de Crédito Público,
necesitaban el apoyo de las mayorías parlamentarias. Entonces necesitaba, ley por
delante, construir consenso. Convencimiento casa por casa, de abajo hacia
arriba, es decir, democracia como una retórica de la razón o viceversa: la
razón como retórica de la democracia.
Eso
alimentaba su acción. Eso hacía el viejo piache de la pipa, digan lo que digan
los resentidos, los oráculos del desastre, los milicos asomados a la política.
"Voy a pedirles a los pueblos que les hagan saber a sus representantes en
el Congreso que obstaculizar esas medidas no es poner piedras en los rieles a
este gobierno, sino impedir la felicidad de millares y millares de
venezolanos", escribió Betancourt.
Así
construía consenso, con la fuerza de su palabra.
Como
le dijo la noche del miércoles Gerardo Blyde a Nicolás Maduro, el diálogo se
construye día a día, no en una sola jornada. Fue una de las mejores
intervenciones de la reunión en Miraflores: precisa, constitucionalista, sin
regalar ni una palabra hueca. No como el alcalde de San Cristóbal, un yuppie
gocho de Voluntad Popular que se la puso de bombita a Maduro para que se la
bateara bien lejos.
La
noche del diálogo entre el Presidente y alcaldes y gobernadores de la oposición
la ganó Maduro. Pero también la ganaron los alcaldes y gobernadores de la
oposición.
La
cosa está en que esa ganancia a Maduro ni le interesa ni le conviene. Este tipo
de amagos se le vio antes a Chávez pero resultaron solo eso, amagos. Sabía
Chávez y ahora sabe Maduro que la búsqueda de los consensos aleja al fanático
patria o muerte. Maduro es, como Chávez, un deudo del general Erich Von
Ludendorff.
Nacido
en Prusia (hoy Polonia) en 1865, Erich Von Ludendorff abrazó la carrera militar
y en algún momento de su vida también abrazaría a Hitler. Su carrera fue
excelente, asegura su biografía, y ciertamente protagonizó proezas durante la
Primera Guerra Mundial. Pero lo importante para esta historia es que era un
militarista convencido a quien le gustaba decir que la paz no es otra cosa que
el intervalo de tiempo que transcurre entre dos guerras.
Eso
fue lo que pasó el miércoles en la noche: un intervalo entre dos guerras. Una
pausa. He visto artículos pesimistas en estos días para el año 2014.
Creo
que todos se quedan cortos. Politólogos serios venezolanos (los hay
cochambrosos) han dicho que el pensamiento de Chávez se asemeja al del general
Von Ludendorff por aquello de la guerra total, lo cual conecta con la
movilización total. Von Ludendorff planteó un cambio en el pensamiento político
y militar justificando la instauración de un régimen totalitario basado en
cierta cohesión psíquica en el cual las creencias míticas pasan a un plano muy
importante (en esto de lo mítico la cúpula chavista acumula todo un Corán:
humanismo, bolivarianismo, Chávez redentor, Chávez resucitado, etcétera).
Von
Ludendorff ha pasado a ser un epítome de lo militar privando sobre lo político.
Una lección definitiva es la manera en que terminó: se distanció de Hitler, que
le acusó de ser masón. En 1928 se retiró. En los años posteriores fundó con su
segunda mujer, Mathilde, una Sociedad para el Conocimiento de Dios, una especie
de secta esotérica que sigue existiendo hoy en día. Al ser Hitler nombrado
canciller, el general escribió a un antiguo compañero: "Le prevengo
solemnemente que ese fanático llevará a nuestra patria a la perdición y sumirá
al país en la más espantosa de las miserias".
Maduro
es el heredero de nuestro particular Von Ludendorff, por todo el cañón. El
miércoles hizo un amago porque quizás necesite apoyo político total para el
total desastre que se cierne sobre este país. Pero al final solo eso, puro
amago.
Por lo demás, la reunión del miércoles fue la crónica vívida de un desastre localidad por localidad; la narración a pedazos de una tragedia nacional, el rompecabezas triste de un país rico que hubiese podido ser feliz de no haberse equivocado tanto en sus elecciones.
La
Navidad es buen tiempo para recurrir a los textos, memorias y ensayos de
Betancourt.
Sebastián
de la Nuez
@sdelanuez
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