jueves, 19 de diciembre de 2013

SAÚL GODOY GÓMEZ, RECONOZCAN QUE EXISTO

Patético, cuando no digno de lastima, la exigencia de Maduro a ser reconocido presidente de la República por parte de esa mitad de la sociedad que lo rechaza; cree que, obligando a unos cuantos alcaldes y concejales de la oposición a sentarse con él en el palacio de Miraflores, para escuchar sus lamentos y pedidos de recursos y ayudas, se transformará, como efecto de un milagro, una sociedad en pie de lucha, en un rebaño de obsecuentes seguidores y aduladores; no le basta con los que ya tiene.

Con este requisito, Maduro ahondó la brecha que lo separa del verdadero bravo pueblo, que no se deja poner las bridas del socialismo obligado, ni del miedo al verdugo; es probable que algunos funcionarios electos y empresarios tengan que acercarse a su corte de bufones para negociar, pero muchos lo harán, no tanto por convicción personal de que él es el presidente electo de todos los venezolanos, sino por defender el derecho al trabajo y la tranquilidad de un gran grupo de venezolanos que representan y que de otro modo se verían afectados en sus vidas. Eso, Maduro, se llama extorsión.
Tu gran error, en toda esta mascarada, fue haber aceptado en público las exigencias de un grupo de países y de la oposición venezolana para el reconteo de todos los votos, y de pronto, horas después, dar una parada de burro y negarte, sembrando la preocupación de que hay algo podrido en tu victoria.
Pero luego, el rumor de que eras ciudadano colombiano, con papeles falsos de nacionalidad venezolana, se fue asentando en la opinión pública; hubiera bastado que mostraras tus papeles, esos que todos los venezolanos tenemos para probar nuestro origen, simplemente para acallar las especulaciones, pero no, al día de hoy no tienes acreditación como un nacional, sólo unas apuradas declaraciones y papeles del CNE que aceptaron tu candidatura para las elecciones presidenciales.
Como podrás entender, son dos exigencias duras de pasar por alto; no basta que el Comandante Supremo te haya ungido como su sucesor, tenías que llenar ciertos requisitos de ley que no has honrado, por lo menos, para una gran parte del pueblo de Venezuela, que te ve con desconfianza. “¿Se es o no se es?”, ese es el dilema.
La otra cosa, Maduro, el palacio de Miraflores no es de tu propiedad, pertenece al pueblo de Venezuela, y eso de que no permitirías que alguien que no te reconozca entre, es simplemente un abuso, estás usando la fuerza y las amenazas, lo que es indigno de un inquilino de ese palacio de gobierno.
El asunto es que todo este problema te lo creaste tú solito, pretendes una legitimidad que no puedes probar, no en los términos que te fueron exigidos y que aceptaste, por más que Diosdado grite y amenace con el puño, no importa cuántos cientos de personas reúnas en tu entorno para probar tu popularidad, ni las gracias y lagrimas de agradecimiento de mujeres hacia tu persona cada vez que entregas un apartamento, ni siquiera esa legitimidad te puede ser otorgada por un grupo de generales llenos de medallas y charreteras que te juran lealtad y muerte a los escuálidos, la legitimidad viene del pueblo.
Así como tú no aceptas que Henrique Capriles sea el Gobernador de Miranda, que aunque ganó por la voluntad popular en comicios abiertos, le impusiste un “defensor de Miranda” para sabotearle la gestión, ni le entregas las partidas de dinero público que le corresponden, y no le hablas sino para insultarlo… ¿Cómo pretendes que a ti sí te reconozca el pueblo de Venezuela?
Uno de los filósofos del nazismo, un tal Martin Heidegger, escribió un pesado libro llamado “Ser y Tiempo” que, para algunos filósofos, es uno de los logros más importantes del pensamiento occidental, en el mismo, Heidegger, por medio de un acto de magia del lenguaje crea una categoría que antes no existía y a la que llamó “Ser”, que era una entidad aparte de la existencia de los seres vivos; tú, Maduro, necesitas a tu propio Heidegger que te cree una categoría llamada “Presidente de Venezuela II”, aparte del cargo administrativo que le corresponde al hombre o mujer venezolano que alcance tal honor por medio de elecciones libres, universales, directas y secretas, y por la cual seas investido para gobernar sólo a quienes te reconozcan.
Tienes un problema grave, Maduro, mientras más insistas en tu legitimidad, mientras más obligues y abuses de las fuerzas oscuras del chavismo para imponerte en Venezuela, te harás más débil; tal muestra de inseguridad e inestabilidad emocional sólo conducen a crear, si no la certeza, sí un indicio de que algo no está bien con tus orígenes, lo que a su vez se refleja, inevitablemente, disminuyendo la legitimidad del PSUV. Dicen por ahí: “no aclares, que oscureces”. Es un asunto que ustedes, los rojos rojitos, tendrán que resolver puertas adentro, mientras la mitad de los venezolanos seguiremos presenciando este circo de violentos tratando de obligar a un país a doblar la cerviz ante el capricho de un hombre.
Lo peor, Maduro, está por venir. Empieza el año más difícil para la historia contemporánea de Venezuela, con una crisis enorme que se abalanza contra nosotros, una crisis que ustedes los chavistas han alimentado, criado y visto crecer en el cuartico de atrás, y tú, en vez de estar buscando apoyos, consensos, unidad, soluciones y alianzas, te crees tan sobrado como para estar todavía, a estas alturas, amenazando y llevando bozaleados a los alcaldes a tu patio para descargar tu vejiga llena sobre ellos. Mal movimiento, Maduro, de una inmadurez e irresponsabilidad supina. –
saulgodoy@gmail.com

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.