Benito Juárez dijo: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. De acuerdo con la Wikipedia, Juárez pudo haberse inspirado en Immanuel Kant, quien tiene una frase similar en “La Paz Perpetua”. Él decía que “la injusticia cometida se ejerce únicamente en el sentido de que no respetan el concepto del derecho, único principio posible de la paz perpetua”.
Pues bien, en Venezuela, y específicamente en Valencia, creo que los gobernantes no han entendido la dimensión de lo que significa el respeto. Respeto no es imposición, no es confiscación y no es altanería.
Respetar lo ajeno lo podemos apreciar desde varias dimensiones. La interpersonal, la social o la política.
Respetar las reglas de convivencia garantiza la paz. Jamás podrá haber paz en una sociedad donde cada quien hace lo que le provoca sin pensar que sus acciones pueden afectar los derechos de los demás, incluidos los sentimientos, tradiciones y hasta la misma propiedad. El respeto a la Constitución nacional pudiéramos decir que es la base fundamental para la promoción de la justicia; si un gobierno no respeta la Carta Magna no podrá esperar que convivamos ni en paz ni mucho menos en un estado de justicia. Quizás esa fue la razón para que otro mexicano, Emiliano Zapata, dijera: “Si no hay justicia para el pueblo, que no haya justicia para el gobierno”. Desde luego eran otros tiempos. Épocas de enfrentamientos constantes por liberaciones de territorios o derrocamientos gubernamentales.
Respetar las reglas de convivencia garantiza la paz. Jamás podrá haber paz en una sociedad donde cada quien hace lo que le provoca sin pensar que sus acciones pueden afectar los derechos de los demás, incluidos los sentimientos, tradiciones y hasta la misma propiedad. El respeto a la Constitución nacional pudiéramos decir que es la base fundamental para la promoción de la justicia; si un gobierno no respeta la Carta Magna no podrá esperar que convivamos ni en paz ni mucho menos en un estado de justicia. Quizás esa fue la razón para que otro mexicano, Emiliano Zapata, dijera: “Si no hay justicia para el pueblo, que no haya justicia para el gobierno”. Desde luego eran otros tiempos. Épocas de enfrentamientos constantes por liberaciones de territorios o derrocamientos gubernamentales.
¿Quién puede negar que con la emisión de esos tres decretos dictados el 10 de diciembre mediante los cuales se despoja a los valencianos de lo que por tradición y derecho les pertenece, no es otra cosa que una afrenta a los valencianos? Me refiero al Teatro Municipal de Valencia y al Parque Recreacional Sur con su Monumental Plaza de Toros, nombrando ese mismo día luego de sufrir una aplastante derrota en el municipio Valencia, una autoridad única para -dizque- regir los destinos de tres parroquias quizás en su conjunto las más populosas del país, siendo una de ellas Rafael Urdaneta, que aunque no tiene más población que Miguel Peña es donde tienen su asiento las industrias, principal fuente de ingreso para que el alcalde de turno del municipio Valencia pueda realizar una buena gestión en beneficio de los ciudadanos.
Lo que Nicolás Maduro, a requerimiento del gobierno regional hizo, no promueve la paz, sencillamente porque no respetó la voluntad del soberano valenciano que votó con la esperanza de que se produjera un viraje al modelo de gobierno encabezado por Edgardo Parra, hoy tras las rejas.
¿Cobardía o indiferencia?
La cobardía es la falta de valor ante un peligro. La Real Academia Española define al cobarde como “pusilánime, sin valor ni espíritu para afrontar situaciones peligrosas o arriesgadas”. El indiferente es a quien no le importa lo que pase en su alrededor. La RAE nos dice “que no importa que sea o se haga de una o de otra forma”
Les confieso que hasta ahora no sé qué es lo que está ocurriendo con algunos ciudadanos valencianos (y venezolanos), aunque debo reconocer que acá en nuestra Valencia hay una especie de despertar. Hay cobardes quizá, pero siento que muchos no actúan más por indiferencia, e inclusive por no creer en quienes promueven ciertas y determinadas acciones. Por eso no reaccionan o han reaccionado cuando le arrebatan sus derechos. Cuando no reclaman de manera enérgica por ejemplo por el auge delictivo, o ahora por el estado de abandono y suciedad en que quedó nuestra ciudad. A los indiferentes les recuerdo a Confucio: “Conocer lo que es justo y no practicarlo es una cobardía”. Platón nos habló de las tiranías y dijo que es el derecho del pueblo a defenderse contra el tirano y la injusticia.
Pues bien, lo que pretenden hacer contra los valencianos es un acto de brutal injusticia: desmembrar desde Caracas al municipio Valencia. Pero no solo dividirlo sino que también se pretende arrebatar algunos de los íconos de la ciudad, algo así como para ir quitándonos la identidad. Ese arrebato se pretende ejecutar con los decretos 664, 665 y 666. Los dos primeros con la codiciosa intención de administrar desde el poder central espacios que por tradición y legítima pertenencia han sido administrados por la alcaldía desde casi su fundación, en el caso del Teatro Municipal de Valencia, aunque el Parque Recreacional Sur y la Monumental de Valencia fueron construidos con patrimonio de los valencianos. Señores, nadie puede dudar de que ese despojo no tiene un interés distinto al de la burla y desconocimiento de la voluntad popular que se expresó eligiendo nuestras autoridades el 8 de diciembre. Lo mismo podemos decir con la creación de la autoridad única. Eso viola principios constitucionales y legales, pues para la construcción de viviendas (si ese fuera el caso, que no lo es) no hace falta nombrar una autoridad que usurpe funciones del alcalde.
La rebelión
Muchos cuando escuchan la palabra rebelión se erizan, se preocupan, pareciera una palabra antidemocrática, cuando en realidad no debe ser visto así. Marquis de Lafayatte decía: “Rebelarse es el más sagrado de los derechos y el deber más indispensable”. No es alzarnos en armas, porque primero, no las tenemos, y segundo, no creemos en eso. De lo que hablamos es de dejar la indiferencia y la cobardía. Preocupémonos por nuestros derechos, por nuestra ciudad, por la tierra que nos vio crecer o que nos adoptó. Por la patria que le dejaremos a nuestros hijos o a nuestros nietos. Que pasemos por esta vida terrenal con alguna finalidad. No solo la de hacernos respetar sino para construir algo mejor para los que vengan. Apartemos el egoísmo y trabajemos por nuestra ciudad. Ese es el mejor legado que podemos dejarle a los que nos sucedan.
Basta de indiferencia
El 2014 no es nada alentador. Nosotros pasaremos pero otros vendrán, alguna misión tendremos que cumplir para sentirnos bien con nosotros y con el futuro.
Ojalá el Gobierno entienda que nos necesitará a todos. Imposible mantenernos divididos y en conflicto permanente. Termino diciendo algo que leí: humildad no es cobardía. Y creo que está llegando la hora del despertar. No sé quiénes quedarán ni quiénes se irán, pero la tolerancia tiene un límite. Acá en Valencia, de acuerdo con las reuniones que hemos tenido, lo que está en juego es la conservación del gentilicio, de los valores, del patrimonio y de los principios del valenciano.
Invitación
Hoy a las 10:30 am el movimiento “Valencia se respeta” se reunirá en la plaza Sucre con la finalidad de entregar a las 11:00 am un documento al ciudadano gobernador, para que interceda ante el Ejecutivo Nacional y se revoquen los decretos 664,665 y 666. No es una protesta, es una acción ciudadana de entrega de un documento. Quienes quieran asistir y firmarlo pueden hacerlo este es el link http://pabloaure.blogspot.com/ 2013/12/los-invito-ser-parte- de-la-defensa-de.html donde está el contenido de la carta que le entregaremos al gobernador de Carabobo Francisco Ameliach.
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