Lo que sucede en Venezuela no es
irreversible, aunque se moleste la Rectora del Consejo Nacional Electoral. Lo
que debemos comprender es que nos encontramos dentro de un “Contexto
Situacional”, algo que comenzó por unas circunstancias y que terminará cuando
estas cambien, como sucede con todas las cosas humanas.
Estamos viviendo dentro de unas coyunturas,
dentro de las cuales debemos orientarnos, para poder interpretar correctamente
el contenido de un mensaje o de una realidad.
Nos encontramos inmersos en un aquí y un
ahora, conformado por circunstancias, que por su propia naturaleza
económica-social son tornadizas, durarán un tiempo definido.
Así funcionan los equilibrios políticos y
sociales, dentro de una ecuación de causas y efectos. Tan solo se necesita que
se cambien ciertos parámetros para que todo se altere. Un nuevo elemento podría
desencadenar avalanchas indetenibles, que terminarían por construir un nuevo
sistema de funcionamiento.
Lo que está sucediendo no es permanente, no
estamos condenados de por vida, nadie se merece lo que está sucediendo. Si nos
metemos eso en la cabeza, si lo creemos profundamente, seremos indestructibles,
no existirá fuerza, ni chantaje, ni fraude que nos desilusione, que nos agote,
que destruya nuestra voluntad y nuestra decisión.
El futuro será nuestra obra. En lo más
profundo de nuestro ser sabemos que jamás cederemos frente a quien nos niegan
nuestros razón de ser y nuestra posibilidad de existir.
Tendríamos que comenzar por adquirir una
conciencia de la situación, hacernos una representación mental, que nos lleve a
la comprensión de las cosas que sucedieron, de la conducta de la gente, de la
interacciones que funcionan hoy en día en Venezuela, de las condiciones en las
que se encuentra el mercado, la producción, las fuentes de trabajo, los
servicio, la explotación petrolera, los programas sociales, en definitiva todos
los factores que están influyendo en nuestra realidad.
Una comprensión de esta magnitud, permitiría
entender lo que ocurre, para así poder definir lo que deberíamos hacer a partir
de ahora.
¿Cómo cambiar las circunstancias?, ¿Qué
podemos hacer?, es lo que se pregunta el Venezolano preocupado por nuestro
destino como país, inquieto por el futuro de sus hijos.
La situación exige un proceso de formación,
información y de acción. Precisa del ejemplo, de la respuesta clara, concisa y
certera, frente a tantas interrogantes, ¿Qué sucedió? ¿Por qué?, solo así
podremos responder al ¿Y ahora qué?
El tener conciencia permitirá tomar
decisiones apropiadas y efectivas. Ellas tendrán necesariamente que estar
investidas de audacia, coraje y firmeza. Significa estar dispuesto a
arriesgarlo todo, para no dejar de ser lo que somos.
Exige un trabajo de largo alcance, con el
cual se cambien hábitos, costumbres, distorsiones culturales. Significa aceptar
la dimensión de cada quien, sus realidades, sus problemas, sus deficiencias.
Pasará por ponerse en el puesto de los que
esperan dadivas, ayudas, asistencia y por comprender esa manera de pensar.
Situar las cosas en su contexto, entender, escuchar, conversar, discutir,
razonar y convencer, es la única manera de superar atavismos, malas costumbres
y valores equivocados.
Le experiencia servirá para diseñar caminos,
rutas y metas que de verdad nos acerquen a la perfección como seres humanos,
con valores sociales y cívicos, con ciudadanos respetuosos y responsables.
Actores serios, que asumen con eficiencia la
construcción de su propio destino, aceptando al otro, sus aspiraciones.
Respetando las leyes, los principios democráticos y la convivencia social.
Un país que adolece de tantos fallos
estructurales es víctima fácil del mesianismo, del demagogo, del manipulador,
del deshonesto, de todo aquel que una vez que se instala en el poder, es capaz
de imponerse a sangre y fuego, pasando por encima de toda disposición jurídica
o principios morales.
Allí se encuentra el verdadero enemigo, el
que nos aleja de nuestra condición de “gente”, del que pretende sustituir
nuestro gentilicio de venezolanos. De los que vehiculan una imagen de “vivos”,
pero que no son más que una banda decidida a asaltar las riquezas nacionales
para su uso y abuso personal.
El peligro es cierto, podemos dejar de ser lo
que somos, si continuamos en manos de los que pretenden transformarnos en otra
cosa. De reducirnos a una condición de vasallos de un régimen, de súbditos de
un proyecto concebido en tierras lejanas. De convertirnos en una masa informe,
inculta, irrespetuosa, que roba, saquea o expropia.
Que la colocan debajo de un balcón a gritar
consignas, o dentro de lo que antes fueron recintos patrios insignes y que hoy
en día se han convertido en teatro de atropellos, de golpizas y de decisiones
contrarias a las leyes y a la Constitución Nacional.
Nos encontramos dentro de una profunda crisis
nacional, los recursos millonarios que han ingresado al país no han servido
para que el pueblo progrese. Se encuentran en cuentas extranjeras de los
“favoritos” del régimen.
Nada de lo que sucede es justo. Con un barril
de petróleo a 100 dólares, no es posible que los hospitales, las calles, la
delincuencia, la escasez, la falta de trabajo estén en el nivel que nos
encontramos. Ningún venezolano merece vivir en estas circunstancias.
Solo dos respuestas podrían explicar esta
situación, o todo es intencional y obedece a intereses oscuros o la situación
es producto de la más grande incapacidad que hayan demostrado dirigentes
políticos responsables de los destinos del país.
Estamos llamados a encontrar una salida, los caminos
no son muchos, dependen de factores humanos, implican tomar las decisiones
apropiadas y efectivas. No está permitido equivocarse más, la situación no
acepta repetir más errores, originados por fallas humanas. La sobrevivencia
está en juego.
Si se pierde el sentido de los eventos que
están ocurriendo, podemos anticipar que la inflación más alta del mundo, una
economía dependiente de las importaciones, la delincuencia desbocada, la poca
capacidad de generar confianza, sin inversión privada y con una realidad que en
vez de avanzar hacia el progreso se atrasa cada vez más, serán los factores
protagonistas del cambio.
Podemos anticipar los acontecimientos
futuros, de nuestra capacidad para tomar decisiones inteligentes, dependerá
lograr la victoria y recuperar el país.
nelsoncastellano@hotmail.com
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