jueves, 19 de diciembre de 2013

JOSE "CHEO" SALAZAR, EL DESABASTECIMIENTO, DEVALUACIÓN, INFLACIÓN Y ESPECULACIÓN EN REVOLUCIÓN

“Si bueno es vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo despertar” Antonio Machado 
Los que crecimos, nos formamos y vivimos en los 40 años de democracia,  recordamos, que nunca hubo una escasez de alimentos de primera necesidad, tan ingrata como la actual. Es más, había tanta abundancia, que negocios cuyas líneas de comercialización, eran otras, se atrevían a ofrecer algunos  rubros alimenticios, con la sana intención de enganchar al consumidor e incluso hacerle más fácil la adquisición de productos de la dieta diaria. En cadenas de farmacias y tiendas de ocasión en las estaciones de servicio de ciudades y carreteras, se podía obtener – a precio regulado, en varias presentaciones y marcas – espagueti, sardina, arroz, leche, papel higiénico, café, harina de maíz y trigo, azúcar, etc, etc. Éramos felices y no lo sabíamos.

En lo que llegó la revolución, empezaron a aparecer enemigos. Los industriales, los empresarios, los productores del campo, la oligarquía, el imperio, los escuálidos, la derecha parasitaria y también el desarrollo del país se estancó, la producción de bienes y servicios bajó, dando paso a esta pavorosa escasez de productos de consumo masivo. El producto más caro es que no se consigue, Perogrullo dixit. A medida que avanzaba la involución, los productos iban desapareciendo. El gobierno, engolosinado e intoxicado de petrodólares, buscó una solución exógena. Vamos a importar. La producción endógena cayó dramáticamente y ahora que no hay dólares, nuestra producción está en el suelo y se continúa cambiando petróleo por comida, financiando los productores del campo de otros países aliados ideológicos.  Luz para la calle y oscuridad para la casa.

En las primeras del cambio, parecía que funcionaba. Los estantes de los supermercados se mantenían medianamente surtidos y las cadenas del gobierno Bicentenario, PDVAL y Mercal, llegaban a los sectores populares, con precios regulados. En estos tiempos de profundización de la revolución, ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario. Las colas y la desesperación aparecieron como por arte de magia. Un cristiano se ubica desprevenidamente cerca de un abasto o supermercado e inmediatamente aparecen decenas de consumidores colocándose en cola y preguntando ¿Qué van a vender hoy aquí? La angustia es obvia y la preocupación peor, porque ya, ni el pabellón criollo es criollo. Los ingredientes son importados y el sabor continúa siendo criollo, por ahora. El soberano, en esta democracia participativa y protagónica, no sabe si le imponen una receta cubana para preparar el pabellón.. En revolución todo es posible. ¡Cosa más grande!

En esta pavorosa situación de escasez, para obtener los productos de la dieta diaria hay que ingeniársela. 1- adivinar dónde llegará un producto y hacer la cola desde la madrugada. 2- anotarse en una lista o dejarse marcar un número en el brazo para cuando llegue un artículo, hacer la cola en orden y rezar que, cuando le corresponda su turno, todavía quede en existencia. 3- comprar en el mercado negro a los buhoneros a precios exorbitantes, p.e., el kilo de leche a Bs. 200, harina de maíz a Bs. 40, azúcar a 25, papel higiénico de 4 rollos Bs. 50, café a Bs. 50, etc, etc. o lo que es lo mismo, morir arponeado por la especulación en las narices del INDEPABIS. 4- colocarse en la cola de un MERCAl o PDVAL desde la noche a ver si logra algo en la mañana y 5- probar su suerte jugando un animalito para ver si la pega. Las rifas ahora para ser atractivas, no cancelan en efectivo, lo hacen en productos de la dieta diaria desaparecidos en revolución. La necesidad tiene cara de perro.

Mientras la ciudadanía sufre los rigores de la escasez, inflación y especulación, el gobierno nos marea con una supuesta guerra económica, ¿Economía de guerra? eléctrica y la amenaza de una invasión gringa, apoyada internamente por la derecha parasitaria. Puro  show mediático y cháchara insulsa, que no soluciona el problema, más bien lo agrava, olvidando que un pueblo con hambre, necesidad y miseria, no defiende democracia  como sabiamente, dijo el Dr. Caldera en ocasión del 4F y menos se inmolará por una revolución socialista cuando  ve, que hay quienes viven para la revolución – los más pobres y los vivianes – los privilegiados – se viven la revolución. En este mundo nada está oculto bajo el sol y sobre la tierra y no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista. El gobierno cambia o lo cambian. Y…conste no soy profeta del desastre, sólo un venezolano que vive la realidad y convencido de que el pueblo despertará y reaccionará, Juan pablo II, dixit.



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