sábado, 7 de diciembre de 2013

JESUS ELORZA GARRIDO, NELSON MANDELA, UN HOMENAJE SOLIDARIO DEL DEPORTE VENEZOLANO

Son pocos los seres humanos con una fuerza interior capaz de generar cambios extraordinarios en el mundo. Una de esas figuras es Nelson Rolihlahla Mandela, para quien un simple adjetivo calificativo no es suficiente, porque él, es el símbolo de valores como la libertad, la paz, el perdón y la reconciliación, todos tan necesarios en los albores del siglo XXI, por eso en su tierra lo llaman simplemente “Madiba”, como muestra de respeto y reconocimiento a su sencilla pero profunda sabiduría.

En la soledad de la cárcel revisó sus ideas e hizo una autocrítica radical de sus convicciones
Mandela estuvo 27 años en la cárcel, identificado como el prisionero número 466/64, lo que significa que fue el preso número 466 del año 1964 en la Isla de Robben. Durante los primeros 17 años vivió en condiciones precarias, confinado a trabajos forzados en una cantera de cal;  como preso político no tenia privilegios, recibía una ínfima ración diaria de comida, y sólo se le permitía recibir una visita y una carta cada seis meses. Sin embargo, en este tiempo de penuria, su reputación creció y llegó a ser conocido como el líder negro más importante en Sudáfrica.

“Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de haber vivido. Son los cambios que hemos provocado en la vida de los demás lo que determina el significado de la nuestra”

El mundo cambio el 11 de febrero de 1990, y no sólo para Nelson Mandela o para su país, cambió para todos, cuando el hombre, ya convertido en leyenda, salió en libertad, y emprendió un nuevo camino para demostrar su talante y la fortaleza de sus convicciones. Era el símbolo antiapartheid, pero pocos sabían realmente quien era este individuo de 71 años maltratado tras 27 años de encierro e injusticias, incluso mucho dudaron si estaría a la altura del monumento que se había construido alrededor de su figura. Pero el sencillo, menudo y contundente Madiba  superó las expectativas en cuanto a presencia, carisma, encanto y lucidez, desde la primera vez que apareció ante los medios, cuando afirmó que la fórmula para el fin del Apartheid era “reconciliar las aspiraciones de los negros con los temores de los blancos”.

Habría que ir a la Biblia, a aquellas historias ejemplares del catecismo que nos contaban de niños, para tratar de entender el poder de convicción, la paciencia, la voluntad de acero y el heroísmo de que debió hacer gala Nelson Mandela todos aquellos años para ir convenciendo, primero a sus propios compañeros de Robben Island, luego a sus correligionarios del Congreso Nacional Africano y, por último, a los propios gobernantes y a la minoría blanca, de que no era imposible que la razón reemplazara al miedo y al prejuicio, que una transición sin violencia era algo realizable y que ella sentaría las bases de una convivencia humana que reemplazaría al sistema cruel y discriminatorio que por siglos había padecido Sudáfrica. Yo creo que Nelson Mandela es todavía más digno de reconocimiento por este trabajo lentísimo, hercúleo, interminable, que fue contagiando poco a poco sus ideas y convicciones al conjunto de sus compatriotas, que por los extraordinarios servicios que prestaría después, desde el Gobierno, a sus conciudadanos y a la cultura democrática.

“Todo parece imposible hasta que se hace”

Mandela es el mejor ejemplo que tenemos —uno de los muy escasos en nuestros días— de que la política no es sólo ese quehacer sucio y mediocre que cree tanta gente, que sirve a los pillos para enriquecerse y a los vagos para sobrevivir sin hacer nada, sino una actividad que puede también mejorar la vida, reemplazar el fanatismo por la tolerancia, el odio por la solidaridad, la injusticia por la justicia, el egoísmo por el bien común, y que hay políticos, como el estadista sudafricano, que dejan su país, el mundo, mucho mejor de como lo encontraron.

Los Entrenadores Deportivos de Venezuela recordamos con orgullo solidario que Nelson Mandela, el 28 de Julio de 1991, fue distinguido como Presidente Honorario de nuestra organización gremial como un merecido homenaje a la figura de un hombre que representaba para el mundo entero la lucha contra la oprobiosa discriminación del Apartheid.

El Presidente del Colegio de Entrenadores de Venezuela notificaba a Mandela su designación como “Presidente Honorario” de la organización.
Valencia, Estado Carabobo 28/07/1991.

Jesus Elorza Garrido 
jesuselorza@hotmail.com

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