sábado, 14 de diciembre de 2013

FERNANDO OCHOA ANTICH, BRASIL UNA HEGEMONIA PREOCUPANTE

La creciente importancia mundial y regional que ha venido desarrollando el Brasil nos muestra una nueva realidad latinoamericana: el Brasil se perfila como la gran potencia de América del Sur. 


Lamentablemente,  la forma ligera e irresponsable como el gobierno de Hugo Chávez  planteó  una total apertura económica de nuestro país a los agresivos capitales brasileños, es una de las más delicadas herencias que nos dejan estos catorce años de socialismo del siglo XXI. 

Venezuela requerirá del diseño y ejecución de una prudente política exterior, que preserve las estrechas relaciones existentes con el Brasil, pero al mismo tiempo reconstituya los tradicionales equilibrios geopolíticos que, con suma  habilidad, habían creado en el continente americano los gobiernos civiles durante los cuarenta años de democracia.


La ruptura de esos equilibrios produjo tal debilitamiento en la posición internacional  de Venezuela que, sin lugar a dudas,  comprometió ampliamente nuestra capacidad de maniobra en las negociaciones económicas  que, en una estrategia correcta, iba a iniciar nuestro país con una potencia regional como es el Brasil. De manera inexplicable, Hugo Chávez se empecinó en destruir al Grupo de los Tres, un tratado de libre comercio entre México, Colombia y Venezuela, y a la Comunidad Andina de Naciones, una organización subregional  constituida por Venezuela, Ecuador y Bolivia, la cual había evolucionado desde una Unión Aduanera a un Mercado Común, con el objetivo de consolidar una alianza estratégica con el Brasil mediante el ingreso de Venezuela al Mercosur y la apertura de nuestra economía a las exportaciones brasileñas.

El diseño de una nueva política con el Brasil debe considerar dos factores dominantes. El primero, que somos países vecinos con una extensa frontera. El segundo, que el Brasil se perfila como una potencia mundial en el siglo XXI. Estas realidades conducen a que los venezolanos se planteen un conjunto de interrogantes: ¿Es conveniente para Venezuela unir nuestro destino al inmenso porvenir que ha empezado a construir el Brasil, o por el contrario debemos buscar aislarnos de su posible influencia por temor a que su poder limite nuestra libertad de acción política y económica? El ejemplo de México es una excelente respuesta: olvidó la tragedia que le correspondió vivir en el siglo XIX y con capacidad y visión moderna negoció su incorporación al Tratado de Libre Comercio de América del Norte que le permitió el acceso al mercado norteamericano.
Una segunda interrogante surge casi de inmediato: ¿Debe respaldar Venezuela, con firmeza y decisión, los intereses vitales del Brasil en la región y en el mundo; o por el contrario, debe nuestro país sólo darle un apoyo formal y limitado  a esos intereses?  El ejemplo del Canadá nos da la respuesta. Desde su misma independencia se ha comprometido totalmente, primero con los intereses vitales de Inglaterra, después con los de los Estados Unidos. Esa posición ha hecho que esos dos países siempre hayan considerado al Canadá como un aliado, pudiendo, de esa manera, exigir un tratamiento privilegiado a sus intereses como país. Si Venezuela respalda como aliada al Brasil podrá mantener unas relaciones que privilegien sus intereses vitales y que, al mismo tiempo, le permita preservar una importante libertad de acción. 
Una tercera interrogante, de inmediato,  es la siguiente: ¿Crear una alianza política, económica y militar con el Brasil significa que Venezuela en la región no puede establecer otros acuerdos? Sin lugar a dudas que no. Una alianza no significa una limitación de los derechos soberanos  de los Estados, lo que muestra es la coincidencia de intereses tanto en el orden mundial como regional. Venezuela y Brasil, de manera natural, tienen multiplicidad de intereses comunes. Pensemos, por ejemplo en la importancia que tiene para los dos países proteger la Amazonía de los intereses de otras potencias o de grandes empresas multinacionales. De allí que sea imprescindible para preservar un relativo equilibrio con el Brasil reconstruir al Grupo de los Tres, a la Comunidad Andina y de manera fundamental relanzar  nuestras relaciones con los Estados Unidos.
Una cuarta interrogante es la siguiente: ¿Qué interés puede tener el Brasil en un pequeño país como Venezuela? Ciertamente, que sus reservas petroleras pueden llegar a ser de gran importancia  para la región, en particular para el Brasil,  en un mundo que tiende a la escasez de energía. Además, del interés petrolero existen otros factores de orden geopolítico que tienen una gran importancia para el Brasil.  La  ubicación estratégica de Venezuela en la América del Sur le permite ser, al mismo tiempo un país amazónico, andino y caribeño. Además, logra ser una especie de bisagra entre la América del Sur y el resto del continente.  El Brasil requerirá, sin lugar a dudas, una salida al mar Caribe que le permita tener acceso al mercado americano. Construir un destino común entre nuestros dos países es un inmenso reto para las nuevas generaciones…



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