Este “bateau ivre” (barco
ebrio), para aludir a Rimbaud, que conduce Nicolasote por un despeñadero, ha
llegado a un momento de tranquilidad y sosiego. Temperamental el tercio, ha
bajado el tono; aunque de vez en cuando estalla en furia contra el alcalde
Ledezma. No olvidemos que se trata de un tercio que tiene necesidad de mostrar
músculo.
Ahora, el tercio se echa
fresco, a ese respecto; que es lo que lo ha llevado a tener gestos de humildad;
como el hecho de manifestar que piensa reunirse con todos los alcaldes recién
electos; algo que le compete, por lo demás, por aquello de la normativa del
Consejo Federal de Gobierno; pero como la arrogancia es lo que signa a esta gente,
lo dice como una concesión que se va a permitir.
Entre tanto, para la
oposición es duro tener que admitir que fue un error darle ese carácter
plebiscitario a la contienda; que se ha debido tratar más la cruda realidad de
los municipios, dar ahí; que buscar competir con Nicolasote a nivel nacional.
En segundo lugar, terminar avalando un CNE, que había quedado desacreditado, a
raíz de las elecciones del 14 de abril, con las acusaciones de fraude, y la
negativa descarada del mismo a llevar a cabo una auditoría integral del
material electoral de dicho evento; sacando en esta oportunidad Nicolasote más
de un millón de votos; lo cual nos lleva a la fecha de antes del 14 de abril,
es decir, aquí no ha pasado nada. Nicolasote es presidente con toda la legitimidad
del caso.
Los números son míos, con
independencia de las demostraciones; lo cual es algo que siempre ha estado
planteado cuando se habla de la supuesta imparcialidad de la ciencia; ¿hasta
qué punto conduce al saber el interés del científico? Quizás el error de la
oposición fue mostrarle la soga al hombre, a propósito lo del plebiscito. Lo
vio clarito el tercio, y entonces le salió adelante a la jugada; para lo cual,
como decía, cuenta con un CNE, cuya estructura funciona sobre la base de una
trampa continua, en las propias narices de la ciudadanía, y con toda la
inescrupulosidad del caso.
Pero Nicolasote no sabe
cuánto perdió, desde el punto de vista de su honorabilidad, en el sentido de
que se trataba de la gran oportunidad de sacudirse de este paquete en el que
está metido, de la manera más digna; vista su total incapacidad para ejercer el
mando de un país que está a punto de caer en la bancarrota, y lo ha demostrado
en la circunstancia de que, en lugar de convocar al empresariado para una
reflexión en torno a los gravísimos problemas que nos agobian, y abordar sus
posibles soluciones; lo que ha hecho es apelar al método de los bárbaros, al
estilo José Tomás Boves, y que es estimular a sus masas de seguidores con el
saqueo.
Nicolasote no está preparado
para lo que le viene. Las agencias de riesgo, como la S&P hablan de una
caída de los bonos venezolanos, más allá de la condición de basura; a propósito
del resultado de estas elecciones, y de las que se esperaba, en efecto, que se
diera una cifra que más favoreciera una hipotética salida, como la que estaría
planteada, luego de una situación plebiscitaria que se impusiera allí; unido al
hecho de que esta política económica de Nicolasote, y la que transforma al Estado
en un sabueso de la economía, en un perseguidor de comerciantes; paladín de las
gangas y de la incitación al consumo; como estrategia electoral, dígase de
paso, ha demostrado ante el mundo sus limitaciones, para no ver más allá de lo
que está en el corto plazo; sin prever la terrible escasez que nos espera en
enero y más allá de enero; por lo que esta gente piensa que nuestro país puede
caer en una situación de default de la deuda, y hasta por un plazo de dos años.
Nadie duda que comencemos
el año con una maxidevaluación; mientras se acelera ese círculo vicioso que va
de la devaluación a la inflación; una impacta a la otra; para lo cual la única
salida es el desmantelamiento del control de cambio; pero esto es algo que no
está a la vuelta de la esquina en este país; primero, porque Nicolasote siente
un profundo desprecio por la meritocracia, de modo que lo que le puede cantar
la ciencia económica, eso lo tiene sin cuidado; segundo, porque hay demasiados
intereses que medran alrededor de este esquema cambiario. ¿No dijo Giordani,
muy decepcionado con la condición depredadora de su gente, que una mafia
cambiaria se había robado veinte mil millones de dólares? ¿Se van a perder este
ñemeo, como diría Betancourt?
Aparte de que viene el
aumento de la gasolina; que no afecta a nadie, más que a la clase media; sólo
que se trata de una medida económica que pasó a tener carácter político, a
propósito del mito que se forjó alrededor de la leyenda de aquel famoso 27 de
febrero de 1989; cuando luego de un alza de sus precios, enseguida el pueblo se
amotinó o eso es lo que reza nuestro imaginario popular, y la prueba está en
que el gobierno de Chávez siempre amenazó con la misma; que hasta campañas de
concientización por los medios de comunicación vimos al respecto, y no la
decretó. ¿Le irá bien a Nicolasote por ahí?
Obsérvese si no tendrá
carácter político la misma que lo primero que trae a colación el venezolano,
cuando le ponen el tema, es el regalo que se le hace a diario a Cuba de 150 mil
barriles de petróleo. No es cualquier cosa esta papa caliente. En efecto,
Caldera aumentó sus precios, a contrapelo de ese 27F; el problema era que no
estaba Cuba de por medio. Nicolasote no tiene ni la legitimidad de origen ni
moral para hacerlo.
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