Son
las doce de la noche del último día de este año; estoy de pie en medio del
segundo que separa un año del otro. Veo
hacia atrás y trato de mirar los surcos que mis pies hicieron al transitar por
las tierras de mi Patria.
Me
esfuerzo en mirar y sólo distingo algunos surcos sin rumbo cierto, unos a la
derecha, otros a la izquierda y muchos, regresando también, sin rumbo
fijo. Sorprendido observo que muchas
veces finaliza el surco, se detiene, no hay otro paso. Sigo observando y distingo que también hay
millones de surcos que, millones de venezolanos como yo, han abierto en las
tierras de mi Patria igualmente sin rumbo fijo y que, entrecruzándose en miles
y miles de sitios, conforman una red en la que ha quedado oculta y aprisionada
la Patria. En este lugar y en este instante, comienzo a meditar y a
preguntarme:
En
los primeros minutos del presente año, ya próximo a terminar, recuerdo que
entre abrazos y felicitaciones, reconociendo muchos de mis errores que me
impidieron lograr aspiraciones para conmigo, para con mi familia y para con mi
Patria, mentalmente hice un listado de nuevas aspiraciones y propósitos,
fijando, cual capitán de un barco, un nuevo y seguro rumbo.
Viendo
la maraña en la que estoy aprisionado, con preocupación me pregunto:
¿Por
qué cambié de rumbo?
¿Fui
yo, quien no supe guiarme a mí mismo o fue otro u otros quienes me llevaron con
los ojos vendados?
¿En
cuál surco sembré y por qué no germinaron las semillas de mis aspiraciones
personales, para con mi familia y para con mi Patria?
¿Por
qué hay surcos en los cuales brotaron y crecieron plantas y algunas hasta
frutos dieron?
¿Por
qué muchos transitaron por los surcos que otros abrieron y le pisaron o
arrancaron las semillas que estaban germinando?
¿Por
qué unos pocos, aprovecharon la oscuridad de la noche, para comerse en pocas
horas, los frutos del esfuerzo de muchos otros durante meses de trabajo?
¿Por
qué muchos, sin dejar huellas, siguieron su rumbo fuera de nuestras fronteras?
¿Por
qué algunos, invitados a nuestras tierras, hicieron surcos, sembraron y
cosecharon en poco tiempo?
¿Por
qué muchos, sin invitación, ni abren surcos, ni siembran, pero se aprovechan de
las cosechas de los demás?
Siguen
en mi mente miles de preguntas y, como respuesta, oigo la voz de nuestro
Libertador, Simón Bolívar, quien desde su tumba en el Panteón, nos grita, y su
eco, repitiéndose en todas nuestras regiones, nos recrimina:
“Eso les pasa porque les hace falta
abrir surcos, sembrar y cosechar
con amor a la Patria.... con amor a la Patria... con amor a la Patria....
Feliz
Navidad y Próspero Año Nuevo.
Daniel Chalbaud Lange
vonlange1939@gmail.com
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