lunes, 16 de diciembre de 2013

CHARITO ROJAS, EL EFECTO PLASMA

"Cualquier poder, si no se basa en la unión, es débil". Jean de La Fontaine (1621-1695), poeta y autor de fábulas.

No me vengan a decir que no hemos hechos nada. Hemos resistido, hemos protestado, hemos denunciado, hemos votado. Y aquí voy al punto: cada vez la oposición democrática crece en número y poder.

Laureano Vallenilla Lanz, el Ministro del Interior de Marcos Pérez Jiménez, sin duda se destacaba más por su cinismo que por su sabiduría, pero supo dar el mejor consejo al dictador, poco antes de salir huyendo del país cuando olfateó la pronta caída del régimen. Vallenilla dijo: "Nadie puede gobernar con la mitad del país en contra."

Pregúntenle al finado, que dejó la vida tratando de imponer un modelo chavo-comunista en Venezuela, con medio país resistiendo los embates totalitarios. Fidel Castro pudo arrasar en un par de años porque contó con apoyo de una ciudadanía hastiada de la dictadura de Baptista. Cuando vieron la verdadera entraña del  monstruo disfrazado de mesías, la mayoría de los opositores tomó camino al norte y abandonó la isla, dejándola a disposición del barbudo dictador.

El caso Cuba demuestra que una resistencia dirigida internacionalmente, con sus líderes fuera, con apoyo de otros países, no tumban una dictadura, a menos que haya una intervención militar. Solo lo hace un pueblo que enfrenta al poder arbitrario, con fuerza, con ganas de ser libres.

El caso Venezuela es notable: han tratado durante 14 años hacer lo que Fidel hizo en meses y aún no culminan la labor de destrucción de la empresa privada, de las libertades personales y de la economía nacional. Solo a un loco o a un fanático se le ocurre querer imitar a la arruinada isla caribeña, cuyo régimen tomó un nuevo aire gracias al salvataje económico del gobierno revolucionario criollo, que da a los cubanos recursos que necesitan los venezolanos.

A la resistencia de la oposición democrática, el régimen -que ahora es "madurista"- lo llama desestabilización. A la oposición la tilda de fascista, gracias a que la ignorancia de muchos de sus seguidores les impide saber que cachicamo le está diciendo al morrocoy conchúo.

Los opositores más radicales quieren más acción, pero afortunadamente para el gobierno, esta oposición es democrática y no golpista como los del 4 de febrero, que ahora tratan de que olvidemos su origen y condición. 

A la hora de criticar muchos no recuerdan a los venezolanos que han perdido hasta la vida en esta lucha, son demasiados los que han puesto toda la carne en el asador contra un régimen que no cuida la integridad ni los bienes de sus gobernados. Miles de venezolanos han dedicado tiempo, esfuerzo y patrimonio a protestar, a marchar, a reunirse, a informarse, a plantar cara ante los abusos salvajes contra el sistema democrático en el que aspiran vivir. Cientos han resultado muertos, miles heridos. Pérdidas humanas, materiales, siglos de cadenas de posesión irrespetadas, derechos legítimos pisoteados.

Cuántos venezolanos han protestado desde sus tribunas contra leyes infames que limitan el libre albedrío consagrado en la constitución, cuántos médicos se han ido porque el gobierno prefiere contratar cubanos, cuántos profesionales están haciendo el futuro de otros países por la única razón de no pertenecer a la secta que gobierna.

Pdvsa, hoy fuera de la lista de las grandes empresas mundiales, perdió su capital humano, el conocimiento obtenido en años de preparación y práctica, por culpa de una acción caprichosa de un hombre que de un solo pitazo lanzo por el mundo a 20.000 calificados profesionales que hoy trabajan en recónditos lugares del planeta.

¿Se olvidaron ya de los venezolanos perdieron su trabajo o la oportunidad de tenerlo por estar en la infame Lista Tascón? Un país donde sus ciudadanos no pueden ejercer su libertad sin tener consecuencias negativas, no es un país libre.

A quienes creen que la oposición no ha luchado, que los venezolanos nos hemos dejado imponer un régimen de fuerza disfrazado de constitucional,  les recuerdo todos los periodistas botados, vejados, amenazados, exiliados. Hagan un recuento de cómo uno a uno todos los periodistas y medios de comunicación que han luchado por las libertades ciudadanas, por el estado de derecho, por la institucionalidad, han sido infamemente tratados, la mayoría de ellos fuera de los medios masivos, en las filas de la resistencia.

No me vengan a decir que no hemos hechos nada. Hemos resistido, hemos protestado, hemos denunciado, hemos votado. Y aquí voy al punto: cada vez la oposición democrática crece en número y poder.

Una oposición que lucha contra un gobierno que ha anulado la separación de poderes para actuar como un frente único frente a quienes pretendan desplazarlo. Un poder inescrupuloso que utiliza los recursos, económicos y humanos pertenecientes al estado para enfrentar a esa mitad del país que un gobierno desnaturalizado en su función protectora de todos sus gobernados, trata como los enemigos a destruir, pulverizar, borrar, volver polvo cósmico, como decía con gran dulzura el finado.

Esto es algo horrendo: que el Presidente de la República dirija sus primeras palabras después de un proceso electoral que dice haber ganado, insultando, denostando, descalificando a quienes no votaron por el partido de gobierno. El bárbaro tratamiento contra oponentes políticos que además, son el pueblo que él debe gobernar como dice la Constitución, "como un buen padre de familia" tiene su punto más álgido en el desconocimiento de este grupo y de los gobiernos que eligen con el voto certificado por ese CNE rojo que así sea a regañadientes, debe reconocer que ganaron.

El desconocimiento de mandatarios regionales y locales, de diputados de oposición, a quienes se despoja ilegalmente de inmunidad, que son "invisibilizados" desde todo punto de vista, castiga realmente al pueblo que los eligió, a ciudadanos tan venezolanos y con idénticos derechos que quienes lucen la franela roja.

Y yo me pregunto, después de escuchar el discurso del habitante de Miraflores y los escupitajos que barboteaba el diablodado de la Asamblea: ¿por qué esa furia desbocada si, según ellos, ganaron? Porque ni todas las viles mentiras, ni las ofensas, ni las amenazas van a borrar un hecho que hasta la "irreversible" del CNE tuvo que admitir: el chavismo perdió nuevamente la capital de Venezuela y además, las principales capitales del país, las que concentran la mayor cantidad de pobladores y de poder político y económico: Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, San Cristóbal, Maturín, Mérida. Y la joya de la corona, por ser la cuna del finado y porque ese estado es gobernado por el hermano del finado: Barinas.

Esa es la calentera cruzada con rabieta que tienen. Aunque hayan ganado el 70 por ciento de las alcaldías, la mayoría son de ciudades y pueblos pequeños, donde siempre gana el oficialismo de turno, por su dependencia laboral y económica de la administración pública. Si no me creen, vean en las páginas oficiales resultados electorales de cuando los adecos o los copeyanos mandaban, para que comprueben la votación de esos pequeños municipios plegados al oficialismo. 

La jugada del gobierno de voltear el voto de la clase media permitiendo, con la excusa de la "guerra económica", un desmadre que vació por saqueo o por precios "justos" grandes y medianas tiendas fundamentalmente de electrodomésticos y por departamentos, pareciera tener un efecto contrario, a juzgar del comportamiento en las urnas de las ciudades más afectadas. Valencia es un ejemplo: tal vez el núcleo urbano más conmocionado por el arbitrario actuar de un gobierno que con irresponsabilidad suelta una jauría contra el comercio, sin debidos procesos, no votó a favor de esta situación. Como que no gustó hacer colas de hasta 24 horas, ser marcado como una res, no obtener el producto que deseaba y sentir la humillación del mendigar.

Los números de Miguel Cocchiola y la Unidad castigaron al avasallante poder del gobierno local, con Ameliach haciendo campaña diaria por su candidato, con la ciudad literalmente empapelada de afiches, con el candidato actuando ya como gobierno, repartiendo títulos y beneficios, con la premisa de que era "preferible" un alcalde revolucionario para que Valencia pudiera tener recursos del gobierno central. Con todo esto más la campaña sucia desplegada contra Cocchiola y contra la empresa que el levantó durante 40 años sin que hasta ahora hubiera cuestionamientos a ella ni a su fundador, con este candidato amenazado por el Presidente, por el alter ego de la AN y por el Gobernador de ser encarcelado, allanado y perseguido. Con todo esto, Miguel Cocchiola obtuvo el 54,24% de los votos frente al 44,28% rojo.

Pero hay que escuchar el discurso del nuevo Alcalde de Valencia, tendiendo puentes de diálogo, dando prioridad al bienestar ciudadano por encima de las diferencias políticas, haciendo un llamado a la paz y a la concordia.

El gobierno nacional y sus seguidores deben revisar los números: en casi todos los municipios del país esta torta está dividida a medias y ya comprobamos que un plasma no cambia deseos de democracia.

Ningún alcalde podrá gobernar su municipio con la mitad de los ciudadanos haciéndole oposición. Ningún gobernador (y tengo razones para creer que Ameliach quiere entender esto) podrá llevar adelante gestión de gobierno alguna si no cuenta con el capital humano y la buena voluntad de los gobernados. Ningún presidente tendrá jamás credibilidad, gobernabilidad ni autoridad moral frente a Venezuela, si cree que sólo es presidente de los suyos y enemigo a muerte de quien no le sigue.

El gobierno "revolucionario" necesita lecciones de civilidad, de cultura política, de tolerancia democrática y de respeto ciudadano. Mientras no cuenten con todos los venezolanos, todos sus proyectos serán, como hasta ahora, un fracaso. La oposición también tiene cédula venezolana. Y lo acaba de demostrar.

Charitorojas2010@hotmail.com
Twitter: @charitorojas

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