“Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuanto se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento” Nelson Mandela
El fallecimiento del líder sudafricano Nelson Mandela
conmovió al mundo, pues fue un ser que lo dio todo a cuenta de nada, en
manifiesta demostración de humildad que predicó con el perdón a lo largo de su
vida, al mismo tiempo que sostuvo una denodada lucha contra la discriminación y
la opresión racial. Fue sin duda alguna un extraordinario ejemplo de lucha y de sacrificio con una visión de una humanidad
distinta, conducta que observó a lo
largo de sus 95 años de existencia.
Fue un auténtico revolucionario, fundador de un partido
político para impulsar la lucha contra la segregación y la construcción de una
sociedad justa, y se convirtió en un
icono para muchos líderes del mundo, que en su juventud enfrentaron a
dictaduras militares y pagaron incluso sus luchas con cárcel. Mandela fue un
genuino apóstol y líder que guió a todos quienes luchan por la justicia social y
por la paz en el mundo, por eso los merecidos honores póstumos que se le están
aún rindiendo.
El régimen venezolano que no predica precisamente estos
principios declaró tres días de duelo, en su pretensión de mostrarse al mundo
como un gobierno democrático y apegado a los derechos humanos, tantas veces
vulnerado, y si no. como se explica que hombres y mujeres por el solo hecho de
no comulgar con su tan pregonada revolución socialista y bolivariana del siglo
XXI, sean estigmatizados, presos, humillados, exiliados y víctimas de cuanta
aberrante actitud se les antoje, prevalidos de la celestina complicidad de los
poderes secuestrados: TSJ, Ministerio Público y demás.
Seguros estamos que el fallecido ex Presidente de Sudafrica
y Premio Nobel de la Paz, mostraba su preocupación por los acontecimientos que
en los últimos años venían ocurriendo en nuestro país, por la negligente
conducción de sus destinos a manos de quienes pregonan a voz viva ser genuinos
defensores de los derechos humanos, y que a contrapelo de la verdad pretenden
esconder todo cuanto acontece en nuestro país.
A los ojos del mundo, el régimen chavista disfrazado de
un falso bolivarianismo procura mostrarnos como un país en pleno apogeo y
desarrollo, pero la verdad es otra, pues vivimos en una nación desconocida y
dividida en dos mitades. La primera, subsiste a pesar de los esfuerzos de un
gobierno empeñado en destruirla, no obstante que muchos ciudadanos siguen
creyendo no haber tocado fondo y continúan sucumbiendo a los cantos de sirena,
empalagados por voces y melodías que se van apagando paulatinamente y la
segunda Venezuela, la que se acostumbró a vivir del gobierno, a costa del
dispendio público que les permite disfrutar
de las mieles del poder, en medio de una orgía en la que exhiben lujosos
vehículos, costosas viviendas en zonas residenciales de la tan criticada
burguesía , yates, viajes al exterior y cuantiosas cuentas bancarias.
Pero la verdad, la verdad verdadera, es que
los venezolanos vivimos a expensas de
una economía controlada por el Estado que todo lo importa, pero que siempre
falta en la despensa de las familias, salvo algunos productos básicos de los
cuales el país está constantemente desabastecido, y no palpa que en los barrios
periféricos hay profusas carencias, aun cuando haya gente que se siente
atendida gracias a las medidas
populistas de un Estado dadivoso, dispuesto a sobrevivir políticamente a costa
de cualquier precio.
El cinismo de este régimen es verdaderamente ilimitado, y
ya el pueblo venezolano conoce a los extremos que puede llegar, en su desmedida
pretensión de aferrarse por años al poder sin importarle vulnerar los derechos
humanos y cínicamente afirmar que en “Venezuela no hay presos políticos, sino
políticos presos”; que la derecha golpista conspira para derrocar al gobierno
revolucionario, socialista y bolivariano; que el desabastecimiento es una
maniobra de sectores reaccionarios y
enemigos del proceso (¿) que lo adversan; que no existe la crisis hospitalaria
a nivel nacional; que los apagones es un sabotaje de la oposición para crear
zozobra y terror en la población; que los textos escolares en los que se exalta
la figura de Chávez son para crear conciencia de Patria; que la inseguridad es
consecuencia del crecimiento poblacional y ello ocurre en todo el mundo. Y toda
una sarta de mentiras que hasta el propio Heinz Dieterich, mentor de la llamada
teoría de la Revolución socialista del siglo XXI y que se alejó de Chávez hace
más de dos años, refiere que "el precio que se pagará por esta ceguera
política es claro: conmoción social, seguido por un régimen militar o
elecciones generales que ganará la derecha".
Dieterich al cuestionar las medidas económicas de Maduro señaló que "es obvio que esas medidas fueron concebidas por mentes estatistas fuera de la realidad, es decir, mentes que siguen con la absurda idea de que el Estado venezolano está en condiciones de imponer su voluntad a la crematística de mercado por la fuerza armada- y con un desconocimiento total de las ciencias económicas y políticas. No tiene nada de sorprendente, entonces, que están acelerando el fin del Bolivarianismo con suicida rapidez".
Todo lo anteriormente señalado marca una gigantesca
distancia entre la obra y acción del difunto líder sudafricano Nelson Mandela y
un régimen que se precia de ser humanista y democrático y que para colmo
compara a Chávez con Mandela, como lo diría sin empacho alguno Jaua: “fueron
unos lideres que trascienden en la historia mundial”.
Ignoran los
revolucionarios venezolanos de nuevo cuño, la constante prédica de Mandela en
sus apariciones públicas, luego de haber gobernado a su país y negarse a la
reelección. Una de ellas: “. Mi ideal más anhelado ha sido el de una sociedad
libre y democrática en la que todos vivan en armonía con iguales oportunidades.
Espero vivir lo suficiente para verlo. Pero si fuera necesario, es un ideal por
el que estoy dispuesto a morir. Nunca permitan que las futuras generaciones
digan que la indiferencia, el cinismo o el egoísmo no nos permitieron alcanzar
los ideales del humanismo que encapsula el Premio Nobel de la Paz. He andado
ese largo camino a la libertad. He tratado de no flaquear; he cometido errores
en el recorrido. Pero he descubierto un secreto: después de subir una enorme
cima, uno solo encuentra que hay muchas más cumbres por subir”.
Y esa es una enorme pero tan enorme diferencia, como el
tamaño del globo terráqueo. Mandela desmanteló el apartheid en su nación y los
seudo revolucionarios venezolanos apoltronados en el poder, instauraron el
apartheid político desde hace 15 años con las consecuencias que hoy día
padecemos, quienes habitamos esta otrora
generosa pero sufrida tierra.
Lo que si está claro es que el denominado modelo bolivariano del socialismo
del siglo XXI hace aguas por muchas partes, tanto que Dieterich su propio
creador lo siente desvirtuado en la práctica chavista, peor aún desde que
asumió el poder Nicolás Maduro.
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas
(CNP-122)
careduagui@yahoo.com//
@_toquedediana
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