domingo, 29 de diciembre de 2013

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ESTAMOS MAL, PERO VAMOS PEOR, PIDO LA PALABRA

La ignorancia de quienes se han tomado atribuciones para despedazar al país, no es más que el resultado de un proceso de acumulaciones y distorsiones engendrado por la desventura de un proyecto político-ideológico escrito con sangre de quienes ofrendaron su vida embaucados por la palabra disfrazada pregonada durante la diatriba política acontecida en el marco de los sucesos del 4 de Febrero de 1992.

ESTAMOS MAL, PERO VAMOS PEOR

La frase “estamos mal, pero vamos bien” que popularizó Teodoro Petkoff, en su momento como Ministro de Planificación durante el gobierno del Presidente Rafael Caldera, pudiese servir de partida para entrarle al análisis al que invita el término del año 2013. Otro año hostigado por la gestión desastrosa de un gobierno que, aparte de afrentar derechos y garantías constitucionales, se ha empeñado en hacerle ver engañosamente al país político y económico que “estamos bien”. Cuando en efecto “estamos mal”. Aunque debe decirse con el énfasis que las realidades dejan al descubierto, muy mal o peor.

En materia económica, los resultados revelan una situación de crisis imposible de esconder. A pesar del esfuerzo gubernamental de querer “tapar el sol con un dedo”. Ni siquiera, por el extravagante estilo propagandístico que utiliza el régimen para pregonar las mentiras elaboradas por creativos cubanos. Sin embargo, no conforme el régimen de pisotear la economía a lo largo de estos últimos años, de una manera sin precedente en la historia contemporánea nacional, ha continuado azotándola. Incluso, con mayor insidia y alevosía. Ya no con estrategias de mercado cargadas del mayor color y bulla que pueden los medios oficialistas irradiar con la venia alcahueta de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela, Conatel.

Ahora lo hace amenazando con la fuerza que puede representar la mal vista y repudiada, Milicia Bolivariana como apoyo de las hordas fiscalizadoras de los distintos organismos gubernamentales creados, precisamente, para confinar y maniatar al sector privado.

En materia política, las equivocaciones y exabruptos de estos gobernantes han sido criterio para decidir lo que mejor le ha parecido. Tanto, que el mismo Tribunal Supremo de Justicia se convirtió en simple “mascarón de proa” para tapujar sentencias, veredictos o fallos arreglados a instancia de los intereses propios del alto poder político enclavado en Miraflores. No obstante, el régimen ha seguido moviendo sus fichas claves con el perverso propósito de acentuar sus niveles de manipulación. En este sentido, penetró el Consejo Nacional Electoral. Y no ahora, sino desde los mismos años de inicio del régimen. De esa forma, el manejo de asuntos comiciales le permitió asegurar el acceso directo a los escrutinios que se han dado a lo largo de las catorce elecciones que le han valido razones “a juro” al régimen para declarar su “intención” democrática.

Explicado esto, cabe revisar la pertinencia de la frase que justificó los desmanes que ocurrieron en época del Presidente Caldera pues para entonces, ni el propio Petkoff pudo aclarar el tamaño de su espinosa expresión. Sin embargo, para la fecha, es indudable su congruencia con los hechos actuales. La ignorancia de quienes se han tomado atribuciones para despedazar al país, sumado esto a la chabacanería asumida como patrón de gestión, no es más que el resultado de un proceso de acumulaciones y distorsiones engendrado por la desventura de un proyecto político-ideológico escrito con sangre de quienes ofrendaron su vida embaucados por la palabra disfrazada pregonada durante la diatriba política acontecida en el marco de los sucesos del 4 de Febrero de 1992.

Así que ante los desafueros que el régimen ha venido exponiendo a consecuencia de la avidez por tener bajo su dominio la concentración social y territorial de la riqueza y del poder en nombre de un socialismo cómplice de un populismo que sólo pervierte la moral pública, el enunciado que envuelve tan agrio vocablo de Teodoro Petkoff tendría mayor sentido si se aplica con el rigor las circunstancias que aquejan al país. Todas de cara a los hechos que anuncian los oscuros pronósticos que traerá 2014. O sea, estamos mal, pero vamos peor.

VENTANA DE PAPEL

¿QUÉ  NOS DEPARA 2014?

A pesar de los esfuerzos por ocultar las verdades, no hay duda de que al final éstas se imponen. O bien todas, o al menos la más reveladora. En esta dirección se mueve cualquier predicción o augurio que pretenda acabar con la incertidumbre que envuelve todo tiempo futuro. Pero frente a lo que han sido las tendencias políticas nacionales, pareciera que no es del todo necesario manejar otras capacidades distintas que la información asumida con la mesura que otorga el análisis político cuando éste se elabora sin más condiciones que la brinda la ecuanimidad.

Entonces, las cosas por venir de alguna manera pudieran descifrarse. Aún cuando pudiera hacerse desde lo más grueso. En todo caso, ¿qué cabe decir ante la terquedad de un proyecto político dirigido a desguazar el país del modo más elocuente  posible? De seguirse el esquema dictado por el finado presidente Chávez, no hay muchas suposiciones por hacer en el plano de realidades acometidas.

No sólo será la desastrosa condición de los establecimientos hospitalarios, una de las razones para vaticinar el caos de la salud del pueblo cuyo proceso de maduración viene adelantándose cabalmente. Sino que también habrán que contarse las tenebrosas situaciones que ya comenzaron a incursionar en ámbitos de la educación. Asimismo, de la producción de los distintos rubros que forman la cesta básica. De la seguridad, hoy más olvidada que nunca.  De la inversión, ya casi inexistente dado el afán interventor que convierte todo propósito gubernamental en una trampa propia de la más absurda inquisición. Al mejor estilo de la época medieval. Razón hay en las palabra de Johann Wolfgang von Goethe, poeta y filósofo alemán, al expresar que “no hay nada más aterrador que ver la ignorancia en acción”.

De manera que si quiere saberse lo que viene con el nuevo año, sólo hay que medir el tamaño de la crisis política y económica que oprime a Venezuela y proyectarla en el tiempo para dar cuenta de la gravedad del asunto con lo cual tendrá que lidiar cada venezolano con conciencia democrática y con apego a su herencia sentimental. Así que sin pretender un formal ejercicio de cábala, ya tiene usted la respuesta en su mano correspondiente a la interrogante: ¿Qué nos depara 2014?

“MI VIDA AQUÍ”

Apostar a la vida, pasa por un serie de conjeturas de las cuales algunas son inalcanzables cuando no se tiene la preparación ni la condición humano-espiritual para dar con la respuesta adecuada. No obstante, la naturaleza ha sabido distinguir a algunas personas capaces de disputarse el honor que significa manejarse ante la vida con el don maravilloso de “tener videncias, sentir en el cuerpo los sentimientos de seres descarnados, sus aromas, o tener referencias de lugares físicos y la facultad de poder ayudar a pasar a la luz a seres que han fallecido y se encuentran atrapados en un plano de inexplicables dimensiones”.

Así ha sido la vida de quien, desde el mundo editorial, dedica su primer libro a Dios, el Rey Universal “quien me creó”. Es así como las palabras de Adrián Morell se traducen al papel cuando escribe: “Mi vida aquí. Experiencias espirituales de planos sensoriales”. Sentir el compromiso que dicta la hermosa e inmensa responsabilidad de canalizar la vida de otros, no es nada sencillo. En ello, admite Morell, existe un profundo trabajo por cuanto requiere del hecho sobrehumano de otear el mundo fáctico guiado desde la presencia espiritual de seres de luz. Pero siempre, “de la mano de Dios, de ángeles y arcángeles, de maestros ascendidos”. Justamente, tan elevada condición permite a Adrián Morell “cumplir con una misión particular de luz”. De esta manera, se vale de su percepción extrasensorial para ayudar “en el camino evolutivo del ser”.

En su libro “Mi Vida Aquí”, da cuenta de cómo ha podido crecer a partir de experiencias espirituales que concienciaron su encargo divino para irradiar de esperanza a la humanidad. Por tan noble razón, Adrián Morell se presenta como “un emisario de la luz” lo que patentiza a través del recorrido de vida que expone en ciento treinta páginas de vibrante emoción. En ellas explaya buena parte de sus interesantes vivencias apoyadas en una incomparable sensibilidad que hace de Morell el maestro que sabe exhortar a vivir ante la razón y la comprensión. Es lo que enseña en “Mi Vida Aquí”.

“El éxito de una gestión gubernamental, no lo decide un decreto presidencial. Menos un discurso o la propaganda política. Lo decide la correlación  entre la calidad de vida de la población, como condición socioeconómica, y el alcance de medidas políticas que garanticen  pluralismo, participación y  tolerancia, como condición sociopolítica” AJM 

Antonio José Monagas

antoniomonagas@gmail.com

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