No,
no se preocupen… Es, simplemente, otra manera que usaba Catón el Viejo para
terminar sus discursos. Muchos dicen que es así que los terminaba: (Además
opino que Carthago debe ser destruida). Otros usan la más conocida: Carthago
delenda est (Cartago debe ser destruida).
Me
había propuesto no escribir más ante el panorama que se nos presentaba: 15 años
de esfuerzos por destruir al país y una dirigencia oposicionista (la opositora
es otra) que no sabe más que frotarse las manos en anticipación de los votos
que aspira a recibir y a buscar mil y una excusas cuando, como es tradicional
ya, el C. N. E. los despoja de los votos mayoritarios. Será por aquello de:
“agarrando manque sea fallo”
Un
buen tiempo advertí por dónde iban las cosas –nada difícil sabiendo dónde ver-
y traté de hacer comprender la realidad del medio en que vivimos. A las pruebas
me remito: el pueblo venezolano no tiene NADA de “bravo pueblo”, mitos de la
historia; mientras “haiga” real y caña, TODO está bien; el pueblo nuestro
desconoce ideologías políticas; si alguna vez fue adeco, copeyano o chavista,
fue porque eran los que mandaban.
Ya
las advertencias están de más, como está de más una dirigencia que solo
funcionó a sus propios intereses. ¿Recuerdan?: “estamos blindados”; “pelearemos
nuestro triunfo como sea”; “los militares le dijeron que respetara los
resultados”. Gamelote, solo gamelote y algunos miembros de esa dirigencia
política bien acomodados en buenos cargos. No soy partidario de la abstención;
contra lo que sea HAY que votar, pero eso tampoco quiere decir que se le
condone a la dirigencia oposicionista haber actuado interesadamente y no en
bien del país. (A ver, un breve ejercicio: los candidatos opositores -dénle el
nombre que quieran-, si no ganan sus elecciones, ¿dónde van, de qué viven, cómo
mantienen a una familia?)
En
algún momento surgirá una Venezuela nueva y son muchos y arduos los problemas
por resolver. A los saqueadores de la cosa pública, un castigo ejemplarizante.
A las dizque Fuerzas Armadas, su inmediata disolución y su sustitución por una
fuerza civil, de policía –con todos los defectos que ello acarree- que no le
restriegue en cara “privilegios” a los ciudadanos.
Las
economía es un tema tan amplio, y más con la distorsión dada a esta por los
seguidores del shao-lin Giordani, efectivo, tal vez, como ingeniero
electricista (como es en realidad), pero ignorante como el que más en temas
económicos y del ubiquito Rafael Ramírez –cuyo único mérito ha sido quebrar a
la compañía más sólida de América Latina.
En
política, no podemos seguir siendo los “gentlemen” de la película. Si en Cuba,
China y Rusia existe la pena de muerte sin que alguien se queje de la suerte de
los ajusticiados ni sus derechos humanos, ¿por qué no la podemos instituir
constitucionalmente para todos aquellos que se han lucrado del erario público
en, digamos, de BsF100,oo en adelante? Tampoco podemos dejar los flancos
abiertos a que quien desee destruir la democracia encuentre dentro de esta
misma las armas para su destrucción… ¿Les podremos aplicar la ejecución como
disuasor de trasnochados militantes?
Los
derechos humanos no pueden seguir siendo esta triste tomadera de pelo en que se
ha convertido. ¿Cómo, y en qué punto, aceptamos que las leyes –y los
funcionarios- se ocupen de los derechos humanos de un asesino, violador o
secuestrador (qué come, cuánto duerme, si hace deportes, etc) y NADIE dice nada
de los de su víctima?
¿Y
el “pueblo”? Este país no se merece el populacho que tiene. Marginales,
malvivientes, sin escrúpulos. Por unas monedas venden a sus hijos (literalmente
en casos), su futuro, su dignidad, y ventilan su odio de acomplejados
resentidos destruyendo lo que no pueden ganar en buena ley. ¿Cuándo se ha visto
un desprecio tan grande por la majestad de las instituciones como en este país?
¿Conocen algún ministro que pudiera ser invitado a una biblioteca pública a
cualquier acto, que se sepa vestir de manera apropiada al acto al que acude?
¿Dónde se puede invitar al presidente (sic) que no desentone?
Ya
Venezuela ha sido destruida. Desde los viajes a Miami y Aruba de la clase alta
y media alta, muchos de ellos cómplices por tener contratos con el gobierno,
hasta la indolencia criminal de las clases populares que lamen el cuchillo que
los degollará, somos todos culpables. Y en esto recalco que los chavistas nos
anunciaron todo lo que harían y no les hicimos caso. “Los militares no los
dejarán”; “los cerros bajarán”; “no somos Cuba”, eran las respuestas del día.
Los chavistas NO nos engañaron e hicieron lo que saben hacer. Culpables somos
nosotros por dejarlos hacer; unos porque tienen negocios con alguien del
gobierno, otros porque, arrogantes, decían ex.cathedra que nada de esto podía
pasar, y, otros más, por buscar SU curul, SU cargo y dejar que el pueblo
pensara que había una oposición real.
Lo
más triste, en mi opinión, es que, cada vez que ha estado caído Maduro, hechos
u omisiones de la oposición lo han fortalecido. Para muestra un botón: ¿qué
creen que es esto de Daka y demás tiendas? ¿Han oído a la “oposición” decir
algo? Lo mismo que cuando cambiaron las circunscripciones electorales y así
perdimos una mayoría anunciada en la Asamblea.
Alberto
Lossada
arlossadas@gmail.com
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