Cuando algo se infla demasiado
inevitablemente explota. Y en Venezuela está inflado el descontrol y la
economía en todas sus áreas, incluida la paralela, la cual se mueve al ritmo de
un globo aerostático que puede perderse o estallar en las alturas.
El pasado fin de semana observamos una cola
monumental de madres, hombres, abuelas y sospechosos, en el automercado de la
urbanización Jorge Coll. No se trataba de la repartición de los panes, sino de
la leche que apareció para brindarle al público la posibilidad de entender que,
sin cola, nada es posible.
En contraste, el pésimo servicio que prestan
en Margarita algunas empresas de sistema de redes sociales es totalmente
engañoso. La referencia no es solo pésima, sino explosivamente inflada de
incapaces que no ofrecen a los usuarios un buen servicio. Han perdido hasta los
empleados, por lo tanto no pueden atender con eficiencia la demanda de quejas y
reclamos, mientras que el Indepabis no hace lo apropiado con celeridad, porque
se ocupa de atacar el comercio insular con fines políticos.
La medida del gobierno contra el
acaparamiento y especulación, se evidenció el fin de semana en el centro
comercial de Pampatar, con otra kilométrica cola formada por los que se dan el
pitazo para aprovechar lo que sea. Entre los casos, una juguetería cerrada por
el Indepabis y Seniat, fue obligada a vender su mercancía 50% menos para
echarle una ayudita a San Nicolás. La hazaña gubernamental se extendió a otros
comercios y al centro comercial en Costa
Azul, con mayor insensatez.
Lo que se desarrolló en la isla y en varias
partes del país, fue locura colectiva denigrante. Los que acudieron al asalto
no tuvieron conciencia de la situación propiciada por el gobierno sin medir las
consecuencias. En este saqueo comercial inducido desde el poder y bajo la
complacencia de los militares, quedo determinada la conducta de los venezolanos,
fracturados por un régimen desprovisto de estructura moral y capacidad para
establecer el orden.
En la “excéntrica” vida venezolana actual,
paradójicamente vemos como el país se hunde y los ciudadanos del país
permanecen sorteando mercancía entre lo más barato y se olvidan del grueso
costo de la crisis. El régimen utiliza a los incautos con fines electorales y
estamos siendo derribados o inmovilizados con las llamas de la anarquía, muy
lejos de producir un efecto apropiado para la reconciliación.
Cuando enfrentamos la actual crisis nacional,
la advertencia es dejar de ser
utilizados como títeres, porque lejos de producir risa la cómica que pone el
gobierno, la situación provoca lágrimas de dolor entre familias desprotegidas y
vulnerables, a la vez una sensación de salir huyendo y desaparecer de tanta
ejecución burda y engañosa. Debemos rechazar que siga inflada la ignorancia, la
pobreza, la falsedad y el mal vivir.
@susanamorffe
www.desdelaisla.hazblog.com
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