viernes, 22 de noviembre de 2013

SAÚL GODOY GÓMEZ, LA LUZ, VIDA DEL SIGLO XXI,

El canadiense Marshall McLuhan era un hombre del futuro, su libro, Undersatnding Media, The extensions of man, publicado en 1964, fue escrito para nosotros, hoy, su pensamiento logró penetrar la espesa barrera espacio-tiempo y nos dejó un testimonio que nos explica muchas cosas que este principio del siglo XXI nos ofrece como realidad, cosas que él pensó y avizoró de manera preclara, razón por la que recomiendo su lectura.
McLuhan empieza haciendo una clara diferencia entre la época mecánica y la de la automatización, la tecnología ligada a la máquina es fragmentaria, centralista y superficial, su influencia sobre la cultura fue tremenda y las sociedades se organizaron de acuerdo a estos principios, dividir y separar cosas y conceptos como medio de control, una de sus principales manifestaciones fue en el trabajo, empezando porque eliminó puestos de trabajo, y los que quedaron los especializó y departamentalizó, esta forma de ver el mundo indudablemente afectó la manera de percibirnos y relacionarnos.
McLuhan se hizo famoso por su frase “El medio es el mensaje” en el siglo pasado, los que empezábamos a interesarnos por las comunicaciones nos tomamos muy a pecho esta construcción en la que el medio, sea este cual fuere, siempre tenía por contenido otro medio, como bien explica el propio McLuhan: “El contenido de escribir es el habla, así como el de la palabra escrita es la imprenta… ¿Cuál es el contenido del habla?... es el proceso del pensamiento que en sí mismo no es verbal… De modo que “el mensaje” de cualquier medio o tecnología es el cambio en la escala, o velocidad o patrón que es introducido en los asuntos humanos… el ferrocarril… aceleró y agrandó la escala de previas funciones humanas, creando totalmente nuevas ciudades, nuevos tipos de trabajo y esparcimiento…”
De esta forma es que McLuham ve a la luz eléctrica, no importa si es usada para hacer operaciones del cerebro o para iluminar estadios de beisbol en la noche, ese es apenas el contenido de la luz eléctrica, pero es el medio el que le da forma y controla la escala y la manera en que la acción humana se desarrolla… piense en lo que no sucedería si no hay luz, prácticamente todo el contenido civilizatorio de nuestro siglo depende de la luz eléctrica.
Los grades negocios y corporaciones del siglo XXI se formaron en la noción de que la luz, entre otras muchas cosas, permitía mover información, en grandes volúmenes y muy rápido, pero al mismo tiempo- dice McLuhan- muchos estudiosos de las comunicaciones no nos dábamos cuenta que la luz, es un medio sin contenido.
Leía a McLuhan cuando de pronto se fue la luz en mi casa, y como vivo en una montaña que tiene vista sobre los Valles del Tuy, pude percatarme de un inmenso parche negro en la cuadrícula de luz que acostumbro a ver de noche, de pronto y de sipotazo el gobierno bolivariano de mi país me trasladó al siglo XVIII, a mí y a una buena parte de los venezolanos que vivimos en el área metropolitana de Caracas, el medio y sus contenidos desaparecieron.
Me pregunté qué harían esas industrias y comercios que contaban con el suministro regular y estable de energía eléctrica para hacer sus operaciones, para generar trabajo, ser productivos, me puse a pensar sobre las clínicas y hospitales que allá abajo atendían emergencias, algunas intervenciones quirúrgicas, que pasaba con los alumnos en sus clases interrumpiendo al profesor en sus explicaciones en el pizarrón, pensé en los niños que veían televisión antes de irse a la cama, como de pronto, su única forma de entretenimiento dejaba de funcionar, en las madres preocupadas porque la comida en la nevera no se les fuera a perder…
El apagón de esa noche apenas duró cuatro horas, a medianoche se encendieron las luces de nuevo, fui afuera y vi la cuadrícula de luces recobrar vida y un gentío respiró aliviada mientras apagaba sus plantas eléctricas y soplaba sus velas.
Y pensaba, en la frase de McLuhan, la luz es un medio sin contenido, el contenido se lo daban todas esas otras tecnologías y medios que dependían de ella para funcionar, el país, la patria, era el contenido de esa luz eléctrica que se iba y venía, sin ton ni son, porque unos incapaces no podían mantener el suministro que el país necesitaba.
Me di cuenta de la importancia de lo que McLuhan decía, porque por un acto de omisión, o de corrupción o de decidía, todo el país sufría de este mareo de entrar y salir de un siglo para entrar en otro, con las secuelas en pérdidas de electrodomésticos, comida, oportunidades, trabajo, producción y hasta vidas humanas.
Cuando un gobierno es incapaz de proveerle a su población la energía necesaria y suficiente para mantener su ritmo de actividad y calidad de vida, ese gobierno no sirve, no puede gobernar… lo peor es tener que escucharles las mentiras, las excusas de saboteo, guerra económica, planes desestabilizadores, como si todos los saboteadores eléctricos del mundo se hubieran dado cita en Venezuela, pues a nuestro alrededor, en Colombia, Brasil, el Caribe… no se reportaban tales saboteos, mientras los demás países del orbe tenía luz, en mi país, administrado por un gobierno revolucionario, no es posible pasar diez días seguidos sin que se vaya la luz.
Si la luz, como dice McLuhan es la extensión de nuestras facultades, mi país es entonces donde más tullidos deben existir, no hay manera de enfrentar un siglo XXI con una gente que ni siquiera pertenece a la época de las máquinas, los chavistas son personas ancladas en las guerras independentistas del siglo XVIII, época que nos vemos obligado a revivir con cada corte programado o saboteo del Imperio, pero como les gusta decir a estos luddistas, 

“No importa… no hay luz, pero hay patria”. – 

saulgodoy@gmail.com

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