viernes, 1 de noviembre de 2013

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, SOBREVIVIR

En sentido figurado hablamos de sobrevivir como “continuar existiendo”, como si en nuestra mente debiéramos agregar “a pesar de”.


El venezolano de hoy sobrevive en su país. Es un milagro que llegue a casa vivo, agradecido que no se sacó “la lotería” y encontró en su camino, a un asesino que puede actuar con toda libertad e impunidad. El índice delictivo es el más alto de América Latina con una tasa de homicidios que supera los 200 asesinatos por cada 100,000 habitantes.
90 % de los casos no se resuelven. Lo que significa que el delincuente sigue libre y en la calle, al acecho de su próxima víctima.
Sobrevivimos a la inflación más alta en Latinoamérica. La política económica y monetaria del régimen nos conduce a toda velocidad al desastre. El proceso inflacionario acaba con el ahorro y con el poder adquisitivo, el venezolano ya no sabe cómo estirar sus ingresos para llegar a fin de mes.
Un proceso inflacionario tan fuerte que provoca la desaparición del ahorro y el sometimiento de la economía a restricciones inducidas de la oferta, en los diferentes mercados. Ello se refleja en los bienes de consumo pero también en el automotriz o en el de la salud.
El venezolano resiste ante la escasez de alimentos y de productos de primera necesidad, consecuencia directa de la política de expropiaciones y del control de divisas a las importaciones. Para ellos es una manera de tenernos sometidos a su control, sentimos como si nos gritaran: “te metes por el aro” o no comes. Hoy en día el ciudadano se encuentra privado de alimentos fundamentales para la salud, e indispensables para el crecimiento de los niños.
A este cuadro se suma la falta de medicinas, tratamientos y hospitales adecuados para luchar contra enfermedades mortales, lo que poco parece importar a las autoridades competentes ya que “tenemos patria”. Tan solo desearíamos responderles, que para disfrutarla tenemos por lo menos, tratar de permanecer vivos.
Todo parece indicar que la expresión se utiliza solo para ellos. “Disponen” de la Patria, sobre todo de sus recursos.
Cuentan con todas las divisas necesarias para atender sus necesidades, sino basta con recordar al difunto y la millonada que se gastó en equipos, médicos venidos desde cualquier parte del mundo y los viajes familiares millonarios, costeados con el dinero de nosotros. Eso si todo en Cuba, quien se enriqueció en equipos y beneficios con el moribundo allá.
El venezolano de hoy está obligado a subsistir sin leyes, poco a poco acostumbrándose a que el ordenamiento jurídico y la Constitución solo se aplican contra él o algún dirigente de la oposición.
Por el contrario la gente que detenta el poder, hace caso omiso de las disposiciones legales, las cuales se violan impunemente. Situaciones avaladas por las más altas instancias judiciales. Un anuario deberá publicarse en el futuro, que reúna las anticonstitucionales interpretaciones asumidas por el Tribunal Supremo de Justicia. Un documento de esa naturaleza permitirá poner las cosas en su puesto y que de nuevo “por encima del Derecho de la Fuerza, se imponga la fuerza del Derecho”.
La debacle de la seguridad física, económica y legal en Venezuela, tendrá necesariamente que servirnos de lección. Esperamos que de la tragedia y el dolor surja el hombre nuevo, verdadero ciudadano respetuoso de nuestros valores, de las normas y de su prójimo.
La naturaleza del hombre nos llama a horizontes diferentes a lo que estamos viviendo, para los creyentes Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, destinado a la trascendencia. Al día sexto, dio vida al hombre y la mujer y declaró que lo que había hecho era bueno, (Génesis 1.26, 27,31).
Lo creó libre y responsable de sus actuaciones. Sean las que sean nuestras creencias religiosas, nuestra sociedad mayoritariamente Católica, recordará que serlo implica más que la elevada pertenencia a la religión romana y a su iglesia, La acepción incluye también la idea de Universal, que “sirve a todos”.
En las condiciones actuales, necesitamos recordar un instante lo que somos, lo que implican nuestros valores, lo que creemos, las razones por las cuales nos levantamos cada mañana, lo que nos define como individuos y como seres humanos.
Debemos inspirarnos de nuevo en lo que resentimos de nuestra vida, y de la de nuestros compatriotas, necesitamos darle un sentido a lo bueno y malo que hemos vivido, a encontrar las fuerzas en lo profundo de nuestra esencia inmutable.
Tenemos que centrarnos de nuevo en las cosas que no son temporales, dejar de lado los que nos distrae de lo importante. Solo así podremos enfrentar las aves de rapiña que avanzan destruyendo nuestro querido país.
No será contando con los que hacen negocios con el Gobierno, olvidando que venden a la Patria, que resurgiremos. Ni tampoco con un sistema nacional de misiones improductivas, que bajo el disfraz de programas sociales solo busca resultados electorales. La “cacería” de sectores empobrecidos dependientes de regalos y ayudas, solo buscan convertirlos en “fichas” sometidas del régimen que los manipula.
No saldremos adelante con la corrupción de las divisas verdes, esa que compra militares, números de diputados, abuso de poder, impunidad, espacio en los aviones para el narcotráfico. La que permite comprar decisiones judiciales con las cuales neutralizar a la oposición, o encerrar arbitrariamente a Simonovis y la Jueza Afiuni.
Creemos que el ser humano tiene derecho a la felicidad, que el venezolano se merece un gobierno que piense primero en sus necesidades. Nos salvaremos desde el momento en que decidamos identificar cada una de los sectores, decisiones y actuaciones que han producido nuestra desgracia y nuestro malestar.
Albert Camus afirmó que “la grandeza del hombre se encuentra en ser más fuerte que su condición”, ideario útil en este momento. Cada uno de nosotros tiene con que enfrentar los que nos degrada.
Queremos de nuevo vivir, comer, curarnos, salir, circular, trabajar, estudiar y viajar, como se vive en cualquier nación, donde su pueblo es la razón de existir para el gobierno.
Los boliburgueses prefirieron enriquecerse rápidamente, entregar nuestra soberanía a los Castro, saquear la nación, financiar aliados en el extranjero. Mientras los venezolanos engrosamos las estadísticas de los 20.000 muertos anuales o vemos en directo como se saquea un camión y se pisotea a un moribundo.
Sufrimos las humillaciones en los aeropuertos, mientras miles de kilos de droga viajan impunemente. Escuchamos como los pranes deciden de vida o muerte, en el circo del horror en que se han convertido las cárceles.
Resistimos sin calles, sin luz, agua, alimentos y atención médica.
Vivir de nuevo, depende también de cada uno de nosotros, de no perder espacios democráticos, de enfrentar, de rechazar, de protestar, de votar.
Sartre visionario en algunas cosas, nos dejó una frase aplicable: “Lo importante no es lo que hacen de nosotros, sino lo que nosotros hacemos de lo que han hecho de nosotros”.

nelsoncastellano@hotmail.com                    

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