Existen historias y
realidades donde los personajes se sienten fieras, se las saben todas. Están
investidos por un sentimiento de superioridad que les confiere el poder, el
dinero y la sumisión de las armas.
Se sienten Reyes de
la selva, sus personajes son crueles, los mueve el odio y el resentimiento. Su
objetivo es destruir todo lo que envidiaron, lo que no alcanzaron, por que no
hicieron el esfuerzo de construir, prepararse y trabajar duro para lograrlo.
Prefieren los atajos,
se encuentran dispuestos a todo, violan las leyes, hacen trampa o buscan mercenarios
extranjeros, para nunca entregar el poder.
A partir de ese
momento los leones se transformaron en chacales, se alimentan de la podredumbre
y se vuelven traicioneros, conspiran contra la libertad, la justicia y la
democracia, en esos espacios sus actos no tienen cabida.
La inseguridad que
sienten ante esos valores los hace sentirse como “animal herido”, dispuestos a
destruir al “enemigo” a zarpazos.
Los miembros de esos
gobiernos pueden comportarse como animales, pero no son más que hombres
mortales, polvo en el camino. No hay que temerles, a estas alturas están mal,
han perdido sus seguidores.
Existe una brillante
tragedia escrita por William Shakespeare, Macbeth, en la cual se expresan con
toda la dimensión del mal, las pulsiones bárbaras, las ilusiones que provienen
de la corrupción, del deseo de poseer y de ejercer el poder.
La respuesta de
Macbeth a Seyton, cuando le anuncia la muerte de la Reina, ilustra la realidad.
“Ha debido esperar
para morir…el momento hubiera llegado de todas maneras de pronunciar esas
palabras….Mañana y después mañana…Y nuestros ayeres iluminados por locos…
El camino de la
muerte lleno de polvo… ¡apágate, apágate, vela pasajera!…
La vida no es más que
una sombra errante, un pobre actor. Que se pavonea y se agita una hora en
escena y que después no se escucha más. Es una historia contada por un idiota,
llena de ruido y de furor…Y que no significa nada”.
Este régimen es una
“bestia malherida”, desestabilizada, en el se anuncian historias delirantes:
“el viceministerio para la suprema felicidad”, en un país que nada produce, que
importa todo y donde la escasez agobia al pueblo. En el cual, la ineficacia, la
ruina económica, la corrupción y la violencia se explican con un pajarito
revoloteando sobre la cabeza.
Donde a falta de realizaciones
y soluciones, se develan bustos del Comandante Eterno, invencible, que
gobernaría hasta el 2021, ¡pero que se murió! Dejando la jauría en desbandada.
Los venezolanos hoy,
tenemos la responsabilidad de anunciar la buena nueva, para que “el que estaba
ciego vea”.
Para decirles a los
ciudadanos que la justicia, la paz, la libertad y la reconciliación, marchan
por las calles de Venezuela. Conforman un movimiento, que como una ola va
creciendo y arrastrará a su paso al que intente detener lo que tiene que
suceder.
Es necesario pedir
que los que estaban separados se reúnan y se encuentren. Sabemos que todos
juntos desarmaremos al que nos estaba destruyendo, para ello tenemos que creer
para triunfar.
Hay que continuar
desarmando las manos que se levantan contra el pueblo venezolano, seguir
proclamando nuestros valores y las condiciones necesarias para la democracia.
Creer que la
justicia, la paz y la libertad pueden triunfar. Con nuestro esfuerzo y
sacrificio construir el camino que las lleve a reinar.
Sin ingenuidad.
Conocemos la ferocidad de los poderosos, el temor en los ojos de los débiles,
las traiciones, las amenazas, el cinismo de los falsos revolucionarios, la
fragilidad del ser humano.
Pero reconocemos el
idealismo, el valor, la constancia y la fuerza de la fe.
Estamos convencidos
que una Venezuela reconciliada es posible, con respeto hacia las leyes y a las
personas. Con seguridad en las calles, con confianza en los jueces y en la
policía.
Tendremos que
trabajar y sentar las bases para ello. Tenemos que poner al servicio de esa
aspiración el trabajo diario que realizamos dentro de nuestra realidad, con
metas y objetivos. Cada quien con su experiencia profesional y su formación,
dirigiendo nuestra acción con la visión necesaria, para hacer realidad nuestros
sueños.
Habrá que transitar
el camino de la aplicación de justicia, de pedir cuentas y castigar culpables,
de limpiar nominas donde se ha enquistado el mal.
Las tentaciones
estarán a lo largo del camino, el régimen comprará voluntades y conciencias,
propondrá arreglos fuera de la ley, comisiones, cargos y negocios paralelos.
Prometerá cerrar los ojos ante los negocios turbios.
Pero al final
Venezuela se salvara a sí misma, con sus recursos humanos, con ese pueblo que
proviene de la estirpe, de los que nunca se rindieron hasta expulsar el yugo
que nos oprimía.
13 años después de
habérsele concedido, la dirigente Birmana Aung San Suu Kyi recibió el premio
Sakharov, que le había sido otorgado cuando estaba presa por órdenes de la
junta militar. El Presidente del Parlamento Europeo le dijo: “Usted luchó,
usted sufrió, pero lo esencial es que usted pudo vencer”.
Se creían leones, aspiraban construir un imperio donde gobernarían eternamente, no pasaron de una mala película. Una historia trágica, donde el ansia de poder detrás tras de sí, un país en ruinas, endeudado, traicionado, vendido a intereses extranjeros… y un terrible rastro de sangre.
¡200.000 muertos! que
gran responsabilidad, por esos compatriotas caídos enfrentamos al animal
herido. Por ellos, estamos llamados a recuperar un sistema democrático, donde
imperen la justicia y la libertad.
nelsoncastellano@hotmail.com
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