Estamos
en el umbral de unas elecciones para elegir autoridades municipales de
importancia capital si entendemos que más del 90% de nosotros vivimos en
ciudades que exigen ser gobernadas para dar la base y la organización de
nuestra convivencia. Al menos eso decían nuestros libros de moral y cívica sobre
la importancia de las instituciones locales para el buen gobierno
democrático.
Poca discusión existe
sobre planes y programas, tal vez porque sentimos que el caos que nos circunda
y las polarizaciones de los aspirantes a asumir estos compromisos trasciende
las posibilidades de real gobierno local.
A
pesar de la certeza sobre las violaciones del marco constitucional eso no obsta
para exigirnos mantener como finalidad la refundación del respeto a la ley con
la cual queremos vivir. Los cambios que observamos en lo local también se
suceden en lo global. Es así, que el reconocimiento de los derechos
humanos es una exigencia universal que trasciende las leyes particulares; las
amenazas sobre el ambiente, migraciones,
epidemias o hambrunas trascienden los
límites fronterizos; los movimientos de capitales y la proliferación de
mecanismos de transacciones financieras no solo trascienden fronteras sino que
modifican e imponen sistemas económicos y sociales propios.
Además del profundo
impacto de las redes de comunicación global que influyen en costumbres,
tradiciones, imágenes, aspiraciones y oportunidades. Estos nuevos retos
plantean que la realidad que vivimos no es estática y presionaran por una constante adaptación y participación
ciudadana tanto desde lo nacional, como desde lo local.
No
es posible desvincular que el festín de aspiraciones y ofertas de bienes de
consumo con cierto "status"
que hemos vivido se relacionan con
la búsqueda de votos en el
proceso electoral. Revestido por supuesto del aura moralizante que significa el
slogan del "precio justo" que
en situaciones de arbitrariedad y ausencia de normas legales pierde su sentido
colectivo y pedagógico. La ausencia de normas produce desorden y este genera el
caos que se pretende controlar por dos vías: la guerra económica y la guerra mediática mediante un discurso
permanente e ineficaz, buscando en
cualquier bloqueo a mi voluntad de mantenerme el poder el chivo expiatorio del
enemigo. Son procesos que
saturan y cansan
y de allí no queda otra alternativa
más que la represión que nuevamente un camino directo al caos.
Votar
y elegir nuestras autoridades municipales permitirá la emergencia y formación
publica de nuevos liderazgos. Exigirá el necesario compromiso con los problemas de
la vida diaria, tales como seguridad, salud, preservación del ambiente por
encima del negocio, encuentro con la diversidad vecinal. Tal vez lo más
importante es que nos hará "corresponsables" del país que queremos.
Más que plebiscito con lo que tenemos, es la oportunidad de decidir el día a día, que hace el
mañana.
Mercedes
Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
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