lunes, 4 de noviembre de 2013

LUIS MANUEL AGUANA, DEJARON DE SER CHAVISTAS

¿Por qué todavía la oposición designa “chavismo” a esto que nos enfrentamos? Incluso algunos más audaces lo llaman ahora “madurismo” después de la muerte de Chávez. Es interesante el lenguaje porque de ello nace esa realidad que a todas luces no es tal, creando vida donde no la hay de parte de quienes paradójicamente hemos luchado denodadamente porque desaparezca.

Nosotros le damos existencia a eso que denominamos “chavismo” en tanto y en cuanto lo designemos con el nombre de quien en vida fuera su creador. Es decir, el “chavismo” existe porque NOSOTROS lo designamos como tal. Nuestras palabras crean la realidad…

No, no es algo esotérico. La palabra crea: “Todo el razonamiento humano, nuestra manera de acercarnos y enfocar la realidad, está apoyado inequívocamente en la palabra, en el contenido que le asignamos, en la carga semántica que le otorgamos. Para manejar conceptos abstractos, conceptos que no tienen un reflejo material directo (“libertad”, “justicia”, “paz”…etc. frente a “mesa”, “zapato”, “cuchillo”…etc.), necesitamos de la palabra que se refiera a ese concepto, o ni siquiera podríamos razonar alrededor de ello. De hecho, muchos conceptos abstractos no existían hasta que la palabra para manejarlos no existió. En el campo de las ideas, de lo abstracto, la palabra crea” (tomado del blog La palabra crea http://blog.eldelweb.com/vp-17-150-0/La-Palabra-Crea.html).

Por otro lado el blog de Carmelo Urso lo reafirma: “La Palabra es extensión de lo que creamos en la mente, tanto lo “bueno” como lo “malo”, lo negativo y lo positivo. Todo surge en la mente y es proyectado en verbo para transformarse en nuestra realidad individual o colectiva, en nuestro sueño individual y colectivo” (ver El verbo que crea http://carmelourso.wordpress.com/2011/01/26/verbo-que-crea/).

Realmente lo poderoso de las palabras es que ellas resultan de la materialización de las ideas que tenemos. Bien dicen que aquel que tiene las ideas claras las puede comunicar, aunque eso sea un arma de doble filo. Las palabras son peligrosas y pueden crear un “constructo” que deliberadamente pueda ir dirigido a engañar o a crear algo malo adrede (¿se acuerdan del autor de la palabra “fraudulero”?). Pero por otro lado pueden ser el mecanismo de creación de las ideas más excelsas: democracia, libertad, justicia.

En el caso que nos ocupa, los venezolanos acuñamos la palabra “chavismo” a la corriente política creada por el fallecido Hugo Chávez, que no tenía contenido alguno mas allá del aluvión de personas que siguieron a un caudillo en la búsqueda de sus reivindicaciones sociales que creyeron pisoteadas por 40 años de gobierno adeco-copeyano.

Ese “chavismo” fue escogido para conducir a Venezuela en las elecciones de 1998 y posteriormente para crear una nueva Constitución a partir de 1999. Y los venezolanos creamos alrededor de la figura de Chávez una entelequia que aun después de muerto su autor todavía le sobrevive. Chávez estaba tan consciente de esa condición aluvional de su grupo que creyó necesario darle un contenido diferente e ideológico para que perdurara. De allí su etiqueta posterior de “socialista”.

Sin embargo, muy a pesar de quienes le pusieron esa etiqueta, dense cuenta que los venezolanos no llamamos a la gente que se agrupa en el PSUV “socialistas” como podría hacerse en España o cualquier otro país. Los llamamos “chavistas”. Si ven ustedes el comportamiento de los socialistas de Brasil, España o cualquier otro lugar donde esa corriente existe, verán que eso no tiene nada que ver con lo que son o la esencia de estos individuos que se autocalifican como “chavistas”.

Así que si continuamos asignándole el nombre de “chavistas” a estas personas que nos desgobiernan, lo que realmente estamos haciendo es perdurar eso que no tiene una sino tres fechas de fallecimiento: la fecha en que no lo vimos más (8 de diciembre de 2012), la fecha en que realmente murió (29 de diciembre de 2012) y la fecha en que los “chavistas” dijeron que murió (5 de marzo de 2013).

He intentado buscar sin éxito como podríamos designar a esta claque ya que el nombre de “chavistas” no deberíamos usarlo más, al menos en la oposición democrática del país, so pena de seguir dándoles vida después de muerto su autor. Y eso me lleva a una pregunta que considero necesaria: si quienes luchamos por el regreso de la democracia en Venezuela nos llamamos demócratas ¿cómo podríamos llamar a aquellos que persisten en desconocernos, sin llamarlos “chavistas”?

¿Cómo se puede llamar a una gente que le quita el derecho de palabra a los parlamentarios en un lugar donde precisamente se “parlamenta” en democracia?  No pueden llamarse “socialistas” porque esa modalidad ideológica existe en el mundo y no se comporta de esa manera. ¿Cómo podríamos llamar a los seguidores de lo que tradicionalmente no se puede designar de otra manera sino como DIC-TA-DU-RA y no se puede seguir ignorando?

El uso de la palabra “chavismo” les ha servido muy bien de tapadera y creación de realidades a quienes les conviene que este régimen, al que consideramos una dictadura, se le siga designando-incluso en programas internacionales de TV-, como una “democracia con rasgos de autoritarismo” y consecuentemente “demócratas” a quienes día a día cercenan un pedazo adicional a nuestro sistema de libertades.

Es muy interesante la referencia que hace Ma. Lourdes Bueno Perez de la obra de Jorge Luis Borges acerca de la palabra (ver La palabra como fuerza generadora de la realidad en Borges http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/58918.pdf). De acuerdo a su criterio Borges vuelve una y otra vez sobre una constante: “…el tema de la palabra-o más específicamente del nombre- como elemento con capacidad para crear una realidad…Pues bien, si consideramos el acto creativo como la acción primigenia, original, de la que brotan luego el resto de las acciones, podríamos entender el concepto  como una fuerza poderosa que engendra la realidad tangible”

No pretendo indicar aquí que si dejamos de llamarlos “chavistas” el régimen caerá. Pero lo que sí es importante comprender es que mientras en el imaginario exista esa creación seguirá siendo realidad tangible porque nosotros mismos la seguimos alimentando y fortaleciendo día tras día. Debemos comprender que dejaron de ser “chavistas” al morir su autor, poniendo al descubierto una dictadura ramplona y peligrosa que estaba detrás de ese nombre y que mientras más se vista de democracia con nuestros votos será aun más difícil de exterminar.

Twitter:@laguana

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