La
situación es tirante.
La
crisis política es tan grande que pareciera que sólo a través del Papa se
podrían comunicar Maduro y Capriles.
Maduro
no es Chávez y el nivel de arbitrariedad que esgrime revela demasiadas
carencias.
Como ese grosero acto de ventajismo de convertir el día de las elecciones municipales por decreto en el “Día de la Lealtad y el Amor al Comandante Supremo Hugo Chávez y a la Patria”, para tomar las calles como un irrespeto absoluto de los comicios, es un acto más propio de Alfredo Stroessner o de Chapita Trujillo, de Somoza o de Ríos Montt.
Se
provoca para acelerar el caos. Al tiempo que en mitad del desastre se intenta
crear un ente de seguridad, el CESSPA, para que actúe con desconocimiento de la
autoridad civil y con una pesadísima mano militar que forje un macrosistema de
espionaje y de control de la sociedad, como dice Pascuali.
Y
se anuncia la instalación de cohetes, misiles, radares y bases antiaéreas en
los barrios y comunidades civiles para convertirlos en un blanco militar.
Todo
esto ante un país que siente agónico y con un Gobierno que lo apalea.
Se
sufre el peor octubre inflacionario desde 1950. El gasto público se duplica y
los presupuestos no funcionan. Son letra muerta, inútil. Se aprueban en otra
estafeta administrativa a la que aun llaman Asamblea, pero que sólo es una
especie de hilacha, de filamento institucional.
De
manera que la economía se va al garete. El comercio se militariza. La
conflictividad se agudiza y los ánimos se encrespan.
El
sábado hubo una marcha “autoconvocada” contra Maduro, al margen de la MUD.
Y llegados aquí vale la alarma: lo peor (o repeor) ante una situación casi ganada es que la oposición se desbarate. Como lo sabe cualquier veterano, ahora es cuando hay que unificar más al sector democrático porque los acontecimientos se aceleran y vivimos tiempos de lucha completamente confrontados con el caos.
La
mente al frízer. La oposición tiene que tener claro hasta dónde quiere ir. Y
cómo. Con vías diferentes que se discutan. Capriles hace un esfuerzo por
unificar la línea. Todos los indicadores económicos pueden estallar. Y, dentro
de un conflicto aún disperso, Liliana Ortega (Cofavic) habla de “mini
caracazos” ocurriendo.
Así
que hay que hacer la “política de la realidad”, basada en intereses prácticos y
concretos, en lugar de principios teóricos o ideológicos difusos. Y hacerlo de
acuerdo con las circunstancias del entorno. Sin dilapidar lo ya obtenido.
El
debate está ahí, silencioso, invisible, bajo el bombardeo sostenido, el Blitz
de Maduro, entrampado y perplejo.
Para
algunos se plantea la sustitución de Maduro en dos tiempos: con las elecciones
municipales del 8-D como referencia capital, como el momento insoslayable,
aunque otra buena parte está diciendo que el país no aguanta más y de alguna
manera está pensando en el cese inmediato de la situación actual. Y no es para
menos: cada vez que el Gobierno habla se desatan nuevos ataques sin contenidos
ni propósitos económicos y políticos para salir del atolladero. Y esto estimula
y presiona a algún aventurerismo opositor.
Sin embargo, en el sector más reflexivo, si en algo hay unidad es en la
idea de que Venezuela exige un cambio.
Si
se mantiene vigente la vía consensuada y democrática, se tratará de imaginar
una sustitución por elecciones. Y en esto hay discusión. Se plantean
alternativas que van desde una Constituyente o una Reforma Constitucional, un
Revocatorio o un adelanto de los comicios parlamentarios e incluso
presidenciales, hasta los que quieren salir a coger las calles y no regresar
jamás.
Y,
llegados a esto, volvemos a repetir: también hay que meter las vísceras en el
frízer. Como reflexiona una bien puesta cabeza opositora, “El problema consiste
en la construcción de objetivos”. Con una sabia conexión entre templanza y
temple, entre moderación y valentía. Porque de mantenerse el ascenso histórico
del voto opositor, y si el 8-D se cumple la probabilidad de un resultado 54% a
46%, o de 56% a 44%, se trataría de una ventaja gigantesca en términos de votos
reales.
De
manera que todo argumento que pase por poner en cuestión la vía electoral tiene
que ser objeto de un debate muy serio, honesto y terminante.
El
Gobierno tiene aún hoy un peso institucional muy grande. Y hoy tu fuerza
electoral es tu capital político. Más nada.
Y
ha costado demasiado construirlo.
Hay
que evaluar la confrontación final, que primero pasa por sacar ocho millones de
votos. “Con 54% metes por lo menos 144 alcaldes y si alcanzas 56% sacas 176”. Y
Henrique Capriles es el más cauto porque es el único que está electoralmente
más cerca del desenlace.
Templanza
y temple. Moderación y valentía. La situación es tirante.
¿Se
acerca nuevamente la hora de Henrique Capriles? ¿Qué hará después del 8-D?
Cráteres
- IVAD da una diferencia de 10 puntos en Libertador entre Jorge Rodríguez e Ismael García, mientras que Antonio Ecarri tiene entre 3 y 4. Cuando la oposición lucha por debilitar al Gobierno desde Caracas, su espacio geográfico, donde tiene su poder de choque paralelo, sus colectivos armados y un control político del país desde Miraflores, Ecarri luce como un incordio. No hay nadie como él con cuñas de radio y TV. Afirman que es el candidato de Diosdado, porque supuestamente lo dice Diosdado. Pues no hay manera de construir una nueva mayoría en Caracas con esta polarización. Capriles quería atraerse al chavismo, pero Ecarri en Caracas quiere atraerse a los opositores. Y el candidato no es Ismael García sino la unidad producto de unas primarias. ¿Qué y quién mueve a Ecarri en contra de la oposición?
-
Cuando se otea el horizonte hay quien habla de “cero golpe”, de “gobierno
tutelado por los verdes” y de que “no hay estallido social” porque “el Gobierno
tomó los medios y está muy prevenido con relación al tema” y a nadie le
interesa una explosión social. Pero hay fuerzas sociales que van a jugar un rol
aquí. Fuerzas que usted no puede controlar. El 70% quiere protestar y el 60%
tiene miedo.
-
Llama la atención lo que dice el economista Ángel García Banchs: “El chavismo
se está conduciendo directamente a sí mismo hacia un proceso de implosión [...]
La situación de caja de PDVSA es tan grave que obliga al BCV a imprimir
bolívares para poder pagar su nómina, impuestos y regalías al Fisco [...] No
hay ningún mecanismo de coordinación entre los distintos factores de poder
político en el Gobierno. Y estas fallas de coordinación están conduciendo al
país al desborde de la escasez y hacia una situación de desorden que Maduro ha
llamado colapso total”.
-
Y en particular, en 2014, un primer escenario: mayor inflación (55%), más
devaluación y nivel de escasez verdaderamente alto (20%). En un segundo
escenario: inflación de 80% con escasez de 15%. Tendrán que escoger. “Si se
produce como se cree una devaluación antes o después del 8-D, escasez de 25%
para inicios de 2014, desorden, desesperación por la comida, nerviosismo”. “La
historia populista de América Latina es muy clara: cuando un país llega a estos
límites, inevitablemente se termina dando una transición con fines de superar
el caos y recuperar el orden. Ciertamente, nuestros ideólogos tienen una
propuesta para lograrlo: la libreta de racionamiento”, dice el economista.
-
¿Cómo va a hacer el Gobierno con la minoría de los votos y la Oposición como
mayoría después del 8-D?
aguilaluis_7@hotmail.com
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