Maduro se la está jugando, claro no sabemos
si sabe que eso es así. Siempre nos abordará la duda acerca de sus cualidades
para dirigir este gobierno, muy en particular, cuando las dificultades afloran
y emergen por doquier generando una rabia que de pronto irrumpe como los
tifones que terminan dejando tras su paso destrucción, devastación y pérdidas
de vidas humanas.
El gobierno no ha sabido cómo enfrentar la
crisis que ese fenómeno ectoplasmático que representa el “comandante galáctico
y eterno”, les dejó de herencia. Una vez que acabaron con la fauna para
justificar la crisis eléctrica se inventaron las guerras: guerra eléctrica, guerra
económica, guerra cambiaria, en fin, cuanta guerra justifique la torta
gubernamental en lo que va de año.
El gobierno, en boca de quien se dice ser
jefe de gobierno, prácticamente ha incitado al pueblo al saqueo. La guerra a la
crisis económica se pretende resolver estimulando acciones al margen del estado
de derecho. Los altos precios provocados por la política económica del gobierno
han llegado a niveles insoportables y escandalosos que, por cierto y no podía
ser de otra manera, corren a la misma velocidad del dólar paralelo, que es el
que está fijando los precios de los bienes.
La primera víctima del aguzamiento gubernamental ha sido una comercializadora de Valencia. Imaginamos que de los saqueos la tienda debe haber quedado vacía. Los saqueadores, suerte de delincuentes a quienes la ley no les llegará venderán lo robado a precio del mercado paralelo. En fin de cuentas saqueo no es sinónimo de necesidad. Pero ¿cuantos se quedaron sin sacarle provecho a la insinuación de “que no quede nada en los anaqueles”? ¿Calmará este acto delincuencial las necesidades por similares bienes de un grupo más numeroso de la sociedad?
A Maduro lo está salvando la polarización
extrema que vive el país. En el momento en que la sociedad se encuentre, unos y
otros, olvidando sus diferencias, si acaso la tienen, y actúen atendiendo las
insinuaciones de cualquier atolondrado del gobierno y procedan como en Valencia
o como en 1989, no quedará un solo comercio en el país. De nuevo, vale la pena
preguntarse: ¿Actuarán las fuerzas policiales y militares con la misma lenidad
que en Valencia? ¿Se harán los locos o participarán del festín?
Maduro se cree poseído, encarnado en algún
emperador, y ve al país como el Coliseo de Roma, de muchas más amplias
dimensiones, pero su Coliseo, su anfiteatro, y desde lo alto lanza al pueblo a
divertirse saqueando la propiedad privada. Esa que provee a los venezolanos
bienes y servicios. Desea que el pueblo actué perdiendo la noción de sí mismo,
que se distraiga destruyendo la propiedad y haciéndose ilegalmente de bienes.
Se estimulan los antivalores y la irracionalidad colectiva. Quien se dice
presidente lleva al país a un despeñadero exacerbando las pasiones más
despreciables e indignantes que puede alojar en su interior un ser humano.
Maduro quiere terminar su mandato
presidencial, es natural que así lo desee, pero su inacción en materia de
política económica, su apego a un modelo económico comprobadamente fracasado,
aunado a su afán de crear un desorden social de proporciones inconmensurables
para distraer la atención sobre lo que realmente afecta al país, puede conducir
abruptamente a una fecha distinta.
¿Cómo? La historia nos lo dirá. Maduro es el
conductor de su propia historia. ¿Sabrá hacia dónde se dirige? Pareciera que
no, el tiempo será quien nos lo diga.
@leomoralesP
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