martes, 19 de noviembre de 2013

JOSÉ LUÍS MÉNDEZ LA FUENTE, EL VERDADERO VENEZOLANO

La tesis de que el venezolano  de hoy  no es el mismo de ayer, y que el verdadero venezolano está desaparecido, debido a  un supuesto cambio en su  comportamiento social, en su escala de valores y en su actitud ante la vida, ha cogido fuerza   como consecuencia  de un posible efecto ideológico  achacado al chavismo. 
Tal  interpretación de la realidad de nuestro país ha encontrado eco  en sectores  de nuestra población preocupados por el estado de cosas que caracterizan a la Venezuela actual.
Quienes así piensan creen, en general, que al haberse mutado el alma del  venezolano aquel, que conocimos  en la mal llamada cuarta república, en la del venezolano del presente, el país también se transformó en  otro distinto, peor en todo caso al anterior. 
Pero también hay quienes están convencidos de lo contrario y de que el venezolano verdadero no  era el de antes, sino el de ahora mismo, y que estos tres lustros de chavismo sirvieron para quitarle el barniz que cubría su auténtico yo; eso que en términos marxistas se conoce como conciencia de clase y que se adquiere al desaparecer el velo ideológico que te impide  apreciar la realidad, esa misma que  te rodea y te afecta. 
Ese venezolano que estaba así escondido o más bien agazapado, guardando su resentimiento y rabia social para más tarde, fue el que esperaba un mesías, un elegido, y por eso cuando apareció Chávez se destapó y mostró como realmente era.
Los acontecimientos de este noviembre negro, como ya lo califican algunos, que muestran  colas infinitas de gente, llevándose  todo tipo de artefactos eléctricos,  o de tiendas de campaña  o personas durmiendo en la calle, en las afueras de los grandes almacenes, a la espera de las rebajas y gangas decretadas por el gobierno  en varios rubros comerciales, no marcan, si los analizamos bien,  notables diferencias con el pasado, en lo esencial.
En la Venezuela de antes, la de los hombres y mujeres que votaban por los adecos y por los copeyanos, esa misma de los contrastes entre el rancho y la quinta con parabólica, o mejor  aún, la del rancho con parabólica, también gustaban los televisores grandes y los aparatos de sonido con las cornetas gigantes. 
Puede cambiar la tecnología, pero no por ello se reprimen las necesidades, ni  las condiciones materiales que contribuyen a hacer, que el ser humano sea un poco más feliz. 
Pienso que en esas colas kilométricas, en esas imágenes  que le han dado la vuelta al mundo, donde aparecen personas cargando uno o más  artefactos  eléctricos, aflora el verdadero venezolano,   el de ayer y el de hoy. 
El que quiere tener los bienes materiales que  la vida moderna, consecuencia del desarrollo de la humanidad y del progreso  alcanzado por el hombre, le pone a su disposición para su disfrute y el de su familia, para su confort personal y el de los suyos. Podemos sustituir los tubos y los bulbos por el plasma, pero al final veremos al mismo venezolano tratando de comprar un poco de felicidad.
Después de todo este tiempo, transcurridos quince años de chavismo y socialismo, el nuevo hombre revolucionario parece que aún no está incubado y que el venezolano del siglo veintiuno aún necesita un televisor para sentirse igual o tan libre como el venezolano de hace treinta  o cuarenta años atrás, hasta el punto de que tener un aparato de TV con tecnología de punta, se ha convertido en un derecho individual dentro del actual gobierno socialista que preside el señor Maduro. Aunque el verdadero venezolano, el venezolano de siempre, lo encontramos en la calle todos los días, trabajando y  luchando por sobrevivir.
      xlmlf1@gmail.com

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1 comentario:

  1. Por supuesto que el cambio es evidente y desafortunadamente para mal.
    Desde niño he venido escuchando que la educación no sirve.
    Esta se ha masificado y es un hecho comprobable en cada hogar, como la generación actual comparada con las anteriores, es menos educada. Este descenso en la calidad educativa influye directamente en la calidad humana de nuestra sociedad, Rezaba en una oportunidad la valla de VALLAS de Plaza Venezuela "SOMOS, LO QUE SOMOS TODOS"(Carlos M. Estrada). Del estremecimiento de la Conciencia Colectiva cuando escuchó la palabra "PENDEJO" de boca de Luis A. Pietri al homosexualismo oral, vulgar y banal actual (MARIC@) definitivamente, hay un nuevo venezolano, carente de Principios y Valores básicos.

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