domingo, 10 de noviembre de 2013

GABRIELA CALDERÓN DE BURGOS, POPULISMO Y ‘SOBERANÍA MONETARIA’. CASOS ARGENTINA Y VENEZUELA

La inflación anual oficial en Argentina es de 10,6% y la de Venezuela es de 42,6%, mientras que la inflación anual oficial en Ecuador es de 2%.
En los dos primeros países las cifras oficiales de inflación son sumamente desconfiables.
Por ejemplo, la prestigiosa revista The Economist y el Fondo Monetario Internacional han protestado ante la aparente manipulación de las cifras por parte del gobierno argentino.
De manera que en Argentina y Venezuela abundan los cálculos independientes de esta cifra, aun cuando en Argentina es un delito publicarlos.
Más recientemente, el economista Steve Hanke, de Johns Hopkins University, ha emprendido el Proyecto de las Monedas en Problemas para calcular la inflación implícita en países cuyos gobiernos publican cifras de dudosa precisión y ha estimado que la inflación anual implícita en Argentina es de 59% y la de Venezuela de 320% –casi 6 veces y más de 7 veces la cifra oficial–.
En el extraño mundo en que habita la mente de Nicolás Maduro y sus colegas en el gobierno, ni la inflación, ni la escasez de todo tipo de productos se debe a la muy soberana política monetaria que ellos conducen y otras de sus descabelladas políticas, sino más bien a la “guerra económica” iniciada por “la derecha” que “está creando situaciones difíciles” con “el objetivo de presentar al gobierno como ineficiente”. Esta semana anunció que iba a reforzar los controles sobre el dólar con un operativo militar.
Mientras tanto, reportó El Comercio (Ecuador) esta semana, un gran promotor del turismo en nuestro país ha sido nada más y nada menos que el dólar, sumado a la “política monetaria soberana” del gobierno venezolano: 
“Mientras que el año pasado llegaron 24.357 venezolanos, solo entre enero y agosto de este año arribaron 55.757, según el Ministerio de Turismo”. Según cálculos de El Comercio, estos “turistas” obtienen en Ecuador más de $ 2.000 al cambio oficial de 6,3 bolívares fuertes por dólar y al retorno a su país los venden en el mercado negro por 53 bolívares fuertes –siete veces más que el cambio oficial–. Los argentinos en cambio se dirigen a Uruguay para realizar un operativo similar en búsqueda de dólares más baratos a través de los cajeros automáticos. Al volver al país, tienen que tener cuidado de que sus dólares no sean detectados por los “perros busca dólares” que la Administración Federal de Ingresos Públicos utiliza en los puntos de ingreso desde 2011.
Les cuento todo esto porque aquí muchos políticos, economistas y empresarios suelen lamentarse de que el Estado ecuatoriano haya perdido la capacidad de conducir la política monetaria. Y es que no apreciamos lo bueno que tenemos. La próxima vez que escuche a alguien decir “a pesar de estar dolarizados” o “a pesar de no tener política monetaria propia”, explíquele que más bien deberíamos estar agradecidos por esto. 
La dolarización ha logrado mantener la estabilidad de precios y eliminar el riesgo cambiario, permitiendo que los ecuatorianos puedan planificar con mayor libertad sus decisiones. A un venezolano o argentino promedio, sometido al control estricto de su gobierno sobre quién obtiene dólares y a qué precio, escuchar a un ecuatoriano lamentar la ausencia de una política monetaria soberana podría causarle grandes carcajadas o molestarlo.
gcalderon@cato.org

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