miércoles, 6 de noviembre de 2013

ERNESTO GARCÍA MAC GREGOR, SI YO FUERA COMUNISTA, VERDADES DOLOROSAS

En muchas ocasiones me he enorgullecido de nunca haber sido salpicado con la basura del sarampión comunista aunque me tocó vivir mi carrera universitaria en plena efervescencia de Fidel y de todos los asesinos vende patrias de la guerrilla venezolana. 
Venía ya quizás curtido de haber visto a la mitad de Europa y gran parte de Asia ser arrasados por la insensatez marxista. Mi convicción anticomunista no era algo a la ligera fruto de la política pasional del momento, sino producto de la plena convicción de que el sistema socialista era detestable.
Por otra parte he sentido gran admiración por esos países capitalistas, altamente tecnificados y liderado por EEUU, que en el siglo pasado le brindaron en forma sucesiva a la humanidad, las eras atómicas, espacial, cibernética y de ingeniería genética. Esos “imperialistas explotadores”, mediante sus adelantos, destreza y disciplina, lograron catapultarnos hacia un modelo social nunca antes visto. Nos enseñaron como cultivar y procesar los alimentos que comemos, como extraer el petróleo y qué hacer con él; nos imponen la moda en el vestir, la música que oír, las películas que ver; nos muestran la minuciosidad del átomo, la grandeza del universo y de los mares y hasta nos ponen los dientes duros.
Siempre fui fiel a mis convicciones, nunca visité un país comunista mientras lo fue, y jamás volveré a Cuba hasta que sea capitalista. Es asunto de principios y punto. Por eso no comprendo cómo los chavistas enchufados se la pasan turisteando por el Imperio, empezando por la familia de Chávez. ¿Cómo puede alguien tener mansiones, riquezas, aviones privados y ser socialistas? El mismo difunto presidente vestía y usaba prendas de firma de alto valor. Viajaba a cuerpo de rey y llegaba a hospedajes 5 estrellas. 
¿Cómo pudo haber pregonado que ser rico era malo?
Si yo fuera comunista consideraría que el sueldo debería ser fastidiosamente igual para todo el proletariado y no como el de la fiscal general de la República. Así lo anunció el innombrable, cuando al inaugurar por enésima vez una fábrica tomada por el pueblo, le expresó a un pobre y asombrado bedel, que su sueldo sería igual al del gerente, como si la aptitud y capacidad fueran equiparables.  Que oiga quien tiene oídos…
Ernesto Garcia 
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