Para
comienzo de la Era Secundaria, los Andes Primitivos habían desaparecido. La
orografía andina de hoy se originó en la Era Terciaria hace unos 40 millones de
años. Primero surgió la Sierra de Perijá, posteriormente la Cordillera de
Mérida. Fue necesario esperar ciento de miles de años para que el mono africano
evolucionara a ser humano. Y después, otros miles más para que éste llegara a
estas tierras de ensueño, lo cual ocurrió aproximadamente 10.000 años antes de
Cristo.
Eran
cazadores de la Edad de Piedra, que posteriormente fueron conquistados por la
nación arahuaca de lengua guajira (desde 1.500 a. C. hasta la era cristiana).
Después vendrían los chibchas (colombianos), entre ellos los motilones Bari
(era cristiana hasta 600 d. C.), que también fueron desplazado por los
belicosos caribes, los cuales perduraron hasta la llegada de Colón y de donde
provienen los yukpas. No obstante los desplazamientos masivos, muchos grupos
terminaron conviviendo largos siglos entre ellos.
Los
arahuacos, cuando no sacrifican a los cautivos los esclavizaban, mientras que
el lema de los caribes era: ana carine rote, que significa, “sólo los caribes
son hombres; todos los demás son sus esclavos”. Conquistar y ser conquistados
ha sido la historia de la humanidad, y los victoriosos imponen su cultura,
religión y manera de ser a los derrotados, mientras que la humanidad se muestra
entusiasta ante el triunfador sin darle mucha importancia a los tristes
clamores de los que sucumben.
Así
como los arahuacos conquistaron y fueron conquistados, los conquistadores
españoles dominaron, tanto a los triunfadores como a los derrotados de la
región, y desplazaron a los motilones hacia la Sierra de Perijá. 500 años
después, el indigenismo de moda, los melodramas ideológicos y los nacionalismos
desbocados, han arrebatado las tierras más productivas de Venezuela para
devolvérselas a sus primitivos y temporales moradores, quienes ni entienden, ni
están preparados para manejar alta tecnología como la de la legendaria y
productiva hacienda El Capitán hoy en ruinas. Sería como devolverle la isla de
Manhattan a los indios originarios. Que oiga quien tiene oídos…
Ernesto
Garcia
garciamacgregor@gmail.com
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