¡Patria, democracia y libertad! Es un grito a
voces, que no cesará mientras se quiera idolatrar a quien llevó una vida de
maldad y desencantos; quien ejerció el poder como un atributo de lo que creyó
un mesianismo y don natural o genético.
Un gobernante que asumió como propio el
lema de que ¡el poder se obtiene para ejercerlo con autoridad sin límites!, lo
que axiomáticamente conlleva al abuso.
Es el susurro de quienes creyeron en él,
y hoy viven la vida miserable que les construyó con sus necedades caprichosas e
ignorantes.
Siempre se ha dicho, que en nuestro país no
se concibe un gobierno sin un Poder vigoroso y fuerte, pero fundamentalmente
respaldado por una suprema capacidad rectora y una ilimitada capacidad
coercitiva, regulada por los demás poderes del Estado, ya que de lo contrario
se originaría el abuso, la maledicencia y el desastre. Allí llegamos y con
ellos nos quieren hacer vivir, no como una desgracia, sino como un atributo
social, que solo cabe en la mente de estúpidos, mayormente militares mal
formados con el aberrante militarismo “toero” (lo saben todo) y la guía de
fracasados políticos de la venenosa izquierda, que resucitaron del fracaso
universal, para revivirlo, como lo están demostrando en la actualidad los
“herederos del difunto”, que siguen creyendo en su jerga “revolucionaria del
siglo xxi”
Ya el rumor no es un secreto. De murmullo
pasó a ser un grito desesperado que baja de la montaña palaciega y nos aturde a
todos hasta desestabilizarnos; pero por desgracia, en un país, donde el abuso
se transformó en regla, existe el peligro acendrado de inculparnos a todos como
autores del desastre.
Ya no de la ingobernabilidad, sino de la insuficiencia
económica que es la madre del hambre y de la miseria, y no es de mentes
racionales, querer transformar la necesidad como un atributo de “patria”. Es
algo imperdonable, no solo a los gobernantes causantes del mal, sino a los
poderes que los han respaldado, haciéndose los ciegos, sordos y mudos para
percibir los grandes beneficios económicos que han transformado en ahorros en
divisas.
En el pasado, los poderes públicos estuvieron
allegados pero nunca subyugados al Ejecutivo. Siempre contábamos con el poder
judicial, que si bien beneficiaba en algunos casos las decisiones
presidenciales, no llegaba al extremo de amarrar todas sus sentencias al dedo
juzgador del presidente, como los son las de los presos políticos de la
injusticia denunciados por el inolvidable magistrado Aponte y los aberrantes
martirios de la jueza Afiuni y del comisario Simonovis. Sin dudas, el alma de
estos jueces está vagando en el nicho del difunto de la montaña, esperando el
perdón divino, con el martirio que debe carcomerlos por haber vendido su alma
al diablo.
Se
están cumpliendo los designio del hacedor del mundo ¡Dios es Grande y perdona!
y no hay mal hecho en la tierra que no se pague en conciencia; por eso vemos la
desesperación de los líderes “revolucionarios”, esperando al pajarito o la
imagen del “gran visionario del socialismo del siglo xxi”, para que así como
les enseñó el mal, los conduzca por el bien, para ayudarlos a salir de este
atolladero que los atolondra. Sin dudas, será el cese de la “revolución
bolivariana”, como indica el rumor de la montaña ¡Patria, libertad y justicia!
En un verdadero Estado democrático, social, de derecho y de justicia, como lo
manda la Constitución.
eprieto@cantv.net
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