miércoles, 6 de noviembre de 2013

ELINOR MONTES, ¡NO A LA INDIFERENCIA!

Ser indiferente ante la violación de la dignidad del otro ha llevado a las naciones a la pérdida total de sus derechos humanos.

Hasta los 90 el venezolano se caracterizó por ser solidario, libre, por acoger a los extranjeros como connacionales, por tratarse como igual sin distingo de raza clase social, filiación política, religión, ni algún otro. 

Luego la antipolítica y la izquierda aspirante al poder crearon un clima de anomia, con sus discursos descalificadores de las instituciones, que dio entrada a la anarquía que vivimos hoy. 

Los 14 años en el poder de los totalitarios comunistas terminaron por consolidar un cambio en las actitudes de un gran sector de la nación mediante la promoción de la lucha entre clases y su división entre “socialistas” y “capitalistas-burgueses-imperialistas-apátridas”.

Hasta que llegó este régimen era impensable que una protesta pudiera ser reprimida con saña con cuerpos armados oficiales y paramilitares como ha venido ocurriendo, prohibido olvidar el 11-04-02 y el 27-02-04; o que un gobierno propiciara la muerte de un ciudadano en huelga de hambre, como lo ha hecho el régimen con Franklin Brito o que una persona inocente pudiera ser encarcelada, torturada-enfermada y asesinada lentamente mediante la negación sistemática de la medida humanitaria que le corresponde, como viene haciendo el régimen con Iván Simonovis o que opositores fueran descalificados como “enemigos de la patria” al extremo de colocar carteles con los rostros de algunos de ellos llamándolos: “trilogía del mal”, como se está haciendo con María C. Machado, Leopoldo López y Henrique Capriles, entre otros hechos inhumanos y despreciables, que han sido presenciados con indiferencia por un buen sector de la sociedad y considerados como justificados por los oficialistas, debido, entre otros factores, a la propaganda sistemática del régimen, de mentira y odio, para preparar psicológicamente un clima de exterminio del contrario, del “enemigo objetivo”, que viene siendo culpado por éste de todos los males: inseguridad, inflación, escasez, deficiencia de los servicios públicos, deterioro de la infraestructura, otros; males que en verdad, son consecuencia de la política de control-sometimiento del propio régimen.

Mientras más se agrave la situación mayor será la infusión de odio para justificar la aniquilación del contrario, contexto que, como ha demostrado la historia, puede desencadenar en hechos terribles que han arruinado a las naciones que, por no ser solidarias en la defensa de la dignidad de la persona humana de los perseguidos, han perdido todos sus derechos humanos que la garantizan, quedando al arbitrio del poder totalitario que controla y reprime sin piedad con la colaboración de la misma sociedad que por inmoral, fanatismo o miedo termina integrándose al sistema perverso de espionaje-sapeo-represión.

Ante esta realidad quienes creemos en Dios estamos obligados a recordar: que desde el principio el mensaje del Padre ha sido que nos amemos los unos a los otros (1 Juan 3:11) y que “todo aquel que aborrece a su hermano es homicida, y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él (1 Juan 3:15).

Para no ser considerados por Dios como homicidas, demostremos el amor al prójimo rechazando todo acto que vulnere la dignidad de la persona humana.

@elinormontes  

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