martes, 19 de noviembre de 2013

CARLOS E. AGUILERA A., LA DICTADURA DEL PROLETARIADO

Históricamente, la primera forma de dictadura del proletariado fue la Comuna de París, la cual enriqueció al marxismo con una experiencia valiosísima, que permitió a Marx llegar a una conclusión acerca de la forma estatal de la futura sociedad socialista. Sin embargo, los soviets constituyeron una nueva forma de dictadura del proletariado, descubierta por Lenin, al estudiar la experiencia de dos revoluciones rusas. Finalmente, la experiencia revolucionaria, dio origen a otra forma de aquella dictadura: la democracia popular. La dictadura del proletariado no es un fin en sí mismo, sino el medio necesario para pasar a la sociedad sin dictadura y sin clases.
Una cuestión que sin duda alguna los revolucionarios socialistas, marxistas y bolivarianos de nuestro país, luego de haber asegurado su victoria no han asimilado hasta la presente fecha, y por el contrario al asumir el poder hace casi 15 años, olvidaron que la misma había cumplido su misión histórica, pues dejó de ser necesaria en la otrora Unión Soviética, Alma Mater de esta doctrina que ha servido de inspiración a trasnochados revolucionarios de la izquierda venezolana, que combatieron en las  guerrillas contra la democracia, instaurada luego del derrocamiento del dictador Marcos Evangelista Pérez Jiménez en el año 1958.
Lo que si han asimilado y han seguido pie de la letra, es que según dicha teoría el poder estatal debe liquidar al capitalismo, pues constituye el enemigo a temer  de toda revolución socialista, y por todos los medios procurará sentirse siempre victoriosa, como lo manifiesta consuetudinariamente todos los días en sus arrebatos televisivos el cuestionado inquilino de Miraflores, cuando despotrica de los “vendepatria, traidores, imperialistas, explotadores” y todo cuanto epíteto se le ocurra con su escatológico vocabulario, pretendiendo emular a su padre putativo,  que en los estertores de su viaje al infinito lo designó su sucesor.
La dictadura del proletariado, irónicamente es la que ha impuesto en Venezuela el socialismo del siglo XXI, del cual por cierto se divorció su mentor Heinz Dieterich, pues jamás la clase obrera y trabajadora había sido tan atropellada y vejada al vulnerársele sus derechos, aún cuando para estos socialistas venezolanos de nuevo cuño, no existen los mismos, pues desde Maduro hasta los más iracundos conmilitones, tramposamente le dan una interpretación y aplicación a su antojo y capricho. Suenan aún en nuestros oídos las órdenes en plena Plaza Bolívar del difunto, hoy durmiendo el sueño eterno en el Museo de la Montaña: “Exprópiese” y ahora su heredero ordenando “vaciar los anaqueles de los comercios, porque especulan al pueblo”. Pisotean los derechos de los ciudadanos y lo más grave aún a la propia Constitución, que ahora entendemos porque Chávez la denominó “ La bicha”, pues le sirvió para irrespetar los normas vigentes y fundamentales y el conjunto de derechos políticos del ciudadano, resquicios que dejaron profunda huella en la dignidad de los venezolanos.
Los recientes acontecimientos  que están ocurriendo en el país, no es nada nuevo. Mas allá de los supermercados y comercios  intervenidos, mercado negro de la lechuga, escasez de alimentos, inseguridad, corrupción, desbordamiento de la delincuencia en todo el territorio nacional y tanto desastre, se trata en el fondo de la lucha entre la gente que intenta preservar su poder adquisitivo y patrimonio, alcanzados con denodado esfuerzo, el gobierno intenta diluirlo aplicando sus poderes coercitivos. Es la economía luchando contra los abusos de un gobierno que desde hace tiempo perdió la brújula.
Por ello conviene recordar, que acontecimientos como los que abruman hoy a Venezuela sucedieron por ejemplo en Roma hace 2.000 años, lo cual originó la caída del imperio y en años recientes el caso chileno con Allende en el 70, aún cuando la izquierda esgrime la tesis única del complot empresarial internacional, que probablemente si ocurrió, pero no fue la razón explícita que generó su derrocamiento. La historia no miente, mienten quienes la interpretan.
Los recursos del petróleo generan una sociedad de gasto y poca producción y ahorro. Y peor aún cuando ese petróleo va a manos del gobierno que se convierte en dispensador de dádivas y prebendas, pues a acostumbrado a mucha gente a obtenerlas sin ningún esfuerzo ni trabajo. Es una manera de alentar el ocio y mal acostumbrar a que se pegan de la ubre del gobierno empeñado en facilitarles todo cuanto en sus  promesas electorales ofrecieron,  precisamente en un momento crítico como el presente, en el que el gasto excesivo en relación a los ingresos, coloca al país al borde de un colapso económico, que los eruditos economistas denominan “estanflación”.  Previo a ello, estamos presenciando que ese peligro coctel de un excesivo gasto, poca inversión, expropiaciones y fractura del aparato productivo,  generará inevitablemente inflación y devaluación de la moneda, y lo que es peor,  un peligroso camino por el filo de una navaja,  que puede derivar en un estallido social en cualquier momento.
El profesor Dornbusch describió las etapas de la “Macroeconomía del Populismo”. Venezuela las ha transitado una por una, desde los inicios felices hasta la debacle actual. La etapa final es la convulsión social, cambio de gobierno y el retorno de quienes están obligados a aplicar nuevamente la lógica de ciertos principios básicos.
No puede un país como el nuestro estar a expensas del capricho de quien se cree su dueño y que en sus desvaríos incita a la violencia y reprocha la conducta de quienes dice gobernar, convirtiéndose hasta en censor del periodismo al que acremente atosiga, insulta y mal pone, llegando al colmo de pontificar su conocimiento de la profesión – solo es bachiller – para dictar clases de como titular una noticia. Un diario regional del estado Anzoátegui, por este hecho ahora es víctima de su tropelía, pues ya lo dijo:  ”aténganse a las consecuencias legales”. Y se rasga las vestiduras subrayando a menudo, de que en Venezuela existe plena y total libertad de expresión. ¡Que descaro!
Razón tiene el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, cuando el pasado domingo en declaraciones al diario español El País, sentenció: “Una Venezuela empobrecida, enconada, devastada por la demagogia y la corrupción, llena de nuevos ricos mal habidos, una vez que recupere la libertad y la sensatez, tardará muchos años en recuperar todo lo que perdió con el desplome de su democracia” (sic)
El fallecido ex Presidente Luis Herrera Campins, hacedor de humorísticas ocurrencias dijo en cierta ocasión, luego de escuchar el primer mensaje ante la Asamblea Nacional del finado Chávez, este apotegma premonitorio de su autoría: “A ponerse las alpargatas, porque lo que viene es joropo”.
¡Desde entonces, las tenemos puestas!

careduagui@yahoo.com // @_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas  (CNP-122)

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