Históricamente, la primera forma de dictadura
del proletariado fue la Comuna de París, la cual enriqueció al marxismo con una
experiencia valiosísima, que permitió a Marx llegar a una conclusión acerca de
la forma estatal de la futura sociedad socialista. Sin embargo, los soviets
constituyeron una nueva forma de dictadura del proletariado, descubierta por
Lenin, al estudiar la experiencia de dos revoluciones rusas. Finalmente, la
experiencia revolucionaria, dio origen a otra forma de aquella dictadura: la
democracia popular. La dictadura del proletariado no es un fin en sí mismo,
sino el medio necesario para pasar a la sociedad sin dictadura y sin clases.
Una cuestión que sin duda alguna los
revolucionarios socialistas, marxistas y bolivarianos de nuestro país, luego de
haber asegurado su victoria no han asimilado hasta la presente fecha, y por el contrario
al asumir el poder hace casi 15 años, olvidaron que la misma había cumplido su
misión histórica, pues dejó de ser necesaria en la otrora Unión Soviética, Alma
Mater de esta doctrina que ha servido de inspiración a trasnochados
revolucionarios de la izquierda venezolana, que combatieron en las guerrillas contra la democracia, instaurada
luego del derrocamiento del dictador Marcos Evangelista Pérez Jiménez en el año
1958.
Lo que si han asimilado y han seguido pie de
la letra, es que según dicha teoría el poder estatal debe liquidar al
capitalismo, pues constituye el enemigo a temer
de toda revolución socialista, y por todos los medios procurará sentirse
siempre victoriosa, como lo manifiesta consuetudinariamente todos los días en
sus arrebatos televisivos el cuestionado inquilino de Miraflores, cuando
despotrica de los “vendepatria, traidores, imperialistas, explotadores” y todo
cuanto epíteto se le ocurra con su escatológico vocabulario, pretendiendo
emular a su padre putativo, que en los
estertores de su viaje al infinito lo designó su sucesor.
La dictadura del proletariado, irónicamente
es la que ha impuesto en Venezuela el socialismo del siglo XXI, del cual por
cierto se divorció su mentor Heinz Dieterich, pues jamás la clase obrera y
trabajadora había sido tan atropellada y vejada al vulnerársele sus derechos,
aún cuando para estos socialistas venezolanos de nuevo cuño, no existen los
mismos, pues desde Maduro hasta los más iracundos conmilitones, tramposamente
le dan una interpretación y aplicación a su antojo y capricho. Suenan aún en
nuestros oídos las órdenes en plena Plaza Bolívar del difunto, hoy durmiendo el
sueño eterno en el Museo de la Montaña: “Exprópiese” y ahora su heredero
ordenando “vaciar los anaqueles de los comercios, porque especulan al pueblo”.
Pisotean los derechos de los ciudadanos y lo más grave aún a la propia
Constitución, que ahora entendemos porque Chávez la denominó “ La bicha”, pues
le sirvió para irrespetar los normas vigentes y fundamentales y el conjunto de
derechos políticos del ciudadano, resquicios que dejaron profunda huella en la
dignidad de los venezolanos.
Los recientes acontecimientos que están ocurriendo en el país, no es nada
nuevo. Mas allá de los supermercados y comercios intervenidos, mercado negro de la lechuga,
escasez de alimentos, inseguridad, corrupción, desbordamiento de la
delincuencia en todo el territorio nacional y tanto desastre, se trata en el
fondo de la lucha entre la gente que intenta preservar su poder adquisitivo y
patrimonio, alcanzados con denodado esfuerzo, el gobierno intenta diluirlo
aplicando sus poderes coercitivos. Es la economía luchando contra los abusos de
un gobierno que desde hace tiempo perdió la brújula.
Por ello conviene recordar, que
acontecimientos como los que abruman hoy a Venezuela sucedieron por ejemplo en
Roma hace 2.000 años, lo cual originó la caída del imperio y en años recientes
el caso chileno con Allende en el 70, aún cuando la izquierda esgrime la tesis
única del complot empresarial internacional, que probablemente si ocurrió, pero
no fue la razón explícita que generó su derrocamiento. La historia no miente,
mienten quienes la interpretan.
Los recursos del petróleo generan una
sociedad de gasto y poca producción y ahorro. Y peor aún cuando ese petróleo va
a manos del gobierno que se convierte en dispensador de dádivas y prebendas,
pues a acostumbrado a mucha gente a obtenerlas sin ningún esfuerzo ni trabajo.
Es una manera de alentar el ocio y mal acostumbrar a que se pegan de la ubre
del gobierno empeñado en facilitarles todo cuanto en sus promesas electorales ofrecieron, precisamente en un momento crítico como el
presente, en el que el gasto excesivo en relación a los ingresos, coloca al
país al borde de un colapso económico, que los eruditos economistas denominan
“estanflación”. Previo a ello, estamos
presenciando que ese peligro coctel de un excesivo gasto, poca inversión,
expropiaciones y fractura del aparato productivo, generará inevitablemente inflación y
devaluación de la moneda, y lo que es peor,
un peligroso camino por el filo de una navaja, que puede derivar en un estallido social en
cualquier momento.
El profesor Dornbusch describió las etapas de la “Macroeconomía del Populismo”. Venezuela las ha transitado una por una, desde los inicios felices hasta la debacle actual. La etapa final es la convulsión social, cambio de gobierno y el retorno de quienes están obligados a aplicar nuevamente la lógica de ciertos principios básicos.
No puede un país como el nuestro estar a
expensas del capricho de quien se cree su dueño y que en sus desvaríos incita a
la violencia y reprocha la conducta de quienes dice gobernar, convirtiéndose
hasta en censor del periodismo al que acremente atosiga, insulta y mal pone,
llegando al colmo de pontificar su conocimiento de la profesión – solo es
bachiller – para dictar clases de como titular una noticia. Un diario regional
del estado Anzoátegui, por este hecho ahora es víctima de su tropelía, pues ya
lo dijo: ”aténganse a las consecuencias
legales”. Y se rasga las vestiduras subrayando a menudo, de que en Venezuela
existe plena y total libertad de expresión. ¡Que descaro!
Razón tiene el Premio Nobel de Literatura
Mario Vargas Llosa, cuando el pasado domingo en declaraciones al diario español
El País, sentenció: “Una Venezuela empobrecida, enconada, devastada por la
demagogia y la corrupción, llena de nuevos ricos mal habidos, una vez que
recupere la libertad y la sensatez, tardará muchos años en recuperar todo lo
que perdió con el desplome de su democracia” (sic)
El fallecido ex Presidente Luis Herrera
Campins, hacedor de humorísticas ocurrencias dijo en cierta ocasión, luego de
escuchar el primer mensaje ante la Asamblea Nacional del finado Chávez, este
apotegma premonitorio de su autoría: “A ponerse las alpargatas, porque lo que viene
es joropo”.
¡Desde entonces, las tenemos puestas!
careduagui@yahoo.com
// @_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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